La política de transparencia llega a la escuela

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Los gobiernos de algunos países europeos han tomado desde hace varios años la decisión de dar a conocer los resultados de las escuelas públicas. De una parte, esta transparencia es un medio para estimular la calidad de enseñanza; de otra, una información imprescindible para que las familias elijan escuela con conocimiento de causa. Pero ¿qué indicadores reflejan la tasa de éxito de un colegio?

Gran Bretaña abrió camino bajo los gobiernos conservadores, empezando a publicar en 1992 una clasificación de las escuelas secundarias públicas de Inglaterra y Gales por sus resultados académicos. Los laboristas siguieron con esta política de transparencia, y la lista de escuelas que se publica anualmente se ha convertido ya en una tradición. Dos de cada tres familias dicen utilizar las tablas para elegir la escuela de sus hijos. En cualquier caso, la clasificación sirve para destacar a unas escuelas y sacar los colores a la cara a otras.

También en Francia el Ministerio de Educación publica cada año la clasificación de los liceos, distrito por distrito, según los resultados obtenidos por sus alumnos en el examen nacional de bachillerato. La prensa se hace amplio eco de la clasificación y los padres aprenden a distinguir los buenos liceos de su distrito. La tasa de éxito media de los alumnos de liceos públicos es un 79,8%, pero entre el tercio de los liceos con mayor éxito y el tercio de los peores hay una diferencia de casi 18 puntos.

Sin embargo, un liceo puede lograr buenos resultados en el bachillerato, a costa de cribar a sus alumnos a lo largo de su escolaridad. Un solo indicador no basta para medir el rendimiento de un colegio. De ahí que el Ministerio haya añadido otros dos criterios que completan el balance del rendimiento del liceo.

Uno de ellos evalúa la probabilidad de que un alumno de primero o segundo curso de bachillerato obtenga el título después de una escolaridad efectuada por completo en el centro, aunque haya repetido algún curso. A diferencia de la tasa de éxito en el examen de bachillerato, este indicador tiene en cuenta el conjunto de la carrera escolar del alumno. Así, un centro que acoge un fuerte porcentaje de alumnos de origen social desfavorecido, y que tiene un alto porcentaje de alumnos que terminan el bachillerato, es un liceo con un buen rendimiento.

El otro indicador mide la proporción de bachilleres entre los alumnos que dejan el colegio. Un liceo que selecciona a sus alumnos y que apenas permite repetir curso tendrá en este índice un valor más bajo que otro que da más oportunidades a sus alumnos.

En definitiva, se trata de medir en cada caso el valor que el colegio ha añadido al nivel inicial de los alumnos.

En otros países, como en España, los resultados académicos de los colegios siguen siendo un dato reservado a las autoridades educativas, y las familias tienen que conformarse con rumores no confirmados.

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