En los colegios privados los padres participan más

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Un informe sobre la relación entre familias y escuelas en España analiza los motivos de fricción y muestra que en los centros privados hay mayor implicación de los padres.

El comienzo del curso escolar pone de relieve un documento publicado antes de las vacaciones por el Foro “Calidad y Libertad de la Enseñanza”, vinculado a Escuelas Católicas. Se trata de un detallado análisis sobre la cooperación entre los colegios y los padres de alumnos de España (“Familia y Escuela: La responsabilidad de un compromiso compartido”, FERE-CECA, 2009). Ofrece datos, reflexiones y pautas de actuación para mejorar la articulación entre familias y colegios.

Una relación a veces problemática

La relación familia-escuela se ve condicionada por dificultades y variables que afectan a ambas; en el ámbito familiar, destacan el incremento del número de padres que trabajan fuera del hogar y el consiguiente adelanto del inicio de la vida escolar, así como la creciente proporción de rupturas matrimoniales y familias desestructuradas que afectan al rendimiento del alumnado.

Del lado de la escuela existen obstáculos para la buena coordinación con los entornos familiares de sus alumnos. El informe destaca varios: la caprichosa oscilación entre el modelo autoritario del pasado y el permisivismo actual; la asunción de nuevos objetivos que antes no formaban parte de las responsabilidades escolares (tráfico, sexualidad, conducta ciudadana, igualdad, cuidado del medio ambiente, etc.); un estilo educativo basado en un supuesto igualitarismo democrático que pone en pie de igualdad a profesores y alumnos; la falta de reconocimiento social de la vocación y el trabajo del profesor, etc.

Las consecuencias de esta situación no son beneficiosas para la calidad de la educación: la delegación casi exclusiva de la responsabilidad educativa en la escuela; la sobreprotección de los hijos; la falta de coherencia entre los criterios de vida y las reglas de conducta que el alumno recibe en su casa y en la escuela; la asunción parcial o desigual, por parte de las familias, del proyecto educativo del centro; la falta de confianza entre padres y profesores, etc. En general, la actitud de búsqueda de culpables del fracaso educativo de los alumnos genera confrontación y deshace la esperanza de desarrollar un proyecto educativo estable y exitoso, según explican los redactores del informe.

Implicación de las familias

Pero también hay muestras de cooperación entre padres y colegios. El informe menciona algunos datos acerca de la participación de las familias en la vida escolar a través de las asociaciones de padres de alumnos. En el 85% de centros de Educación Primaria y en el 88% de Secundaria existen asociaciones de padres de alumnos, aunque sólo el 21% y el 15% de los padres, respectivamente, participan activamente en las actividades de esas asociaciones aunque pertenezcan a ellas. De hecho, entre 1995 y 2003, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Evaluación, aumentó la pertenencia de los padres a las asociaciones (del 57% al 67%) en Primaria, pero se redujo drásticamente su participación activa (del 56% al citado 21%).

También según el Instituto, la implicación y vinculación de las familias con las asociaciones de padres de los centros privados es superior a la de los públicos: hay 11 puntos de diferencia a favor de los primeros en Primaria y 15 en Secundaria.

Un proyecto educativo compartido

El informe “Familia y escuela” ofrece una aproximación a esta realidad en España y en Europa y a los distintos marcos legales que las sustentan; junto a esto, sugiere un conjunto de medidas para mejorar la interacción entre padres y profesores. El punto de partida propuesto es que exista un proyecto educativo integral que sea conocido y asumido por ambas instancias. El clima de confianza mutua facilita la tarea educativa pasando por encima de la tentación de ver en la escuela y la familia escenarios paralelos en vez de ámbitos complementarios.

En torno a los conceptos de participación y corresponsabilidad se articulan un buen número de medidas: asegurar un flujo continuo de comunicación entre padres y profesores, exigir la participación de las familias en ciertas actividades extraescolares, mejorar la cualificación de los tutores encargados del seguimiento más cercano del alumno y del contacto con la familia, etc.

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