Criba de universidades privadas en Europa oriental y Sudáfrica

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El mismo día (15 de diciembre), The New York Times publicó dos artículos sobre las dificultades de las universidades privadas en sendas partes del mundo: Europa central y oriental, y Sudáfrica. Pese a la distancia social y cultural, ambos casos comparten rasgos importantes. En las dos regiones, las instituciones privadas sirvieron para ampliar la oferta de educación superior en unos años de necesidad urgente, pero ahora no tienen asegurado el sostenimiento.


Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 4/14

En los países del centro y el este de Europa, tras la caída del comunismo en 1989 se produjo un rápido florecimiento de universidades privadas, hasta entonces inexistentes. Ofrecían una alternativa a las públicas, manchadas por su dependencia del régimen, con estudios menos convencionales y más dirigidas a facilitar el acceso al empleo, como relaciones públicas o dirección de empresas.

En las dos décadas siguientes al cambio político se crearon centenares de universidades y otros centros de educación superior, de titularidad privada, que han llegado a captar la cuarta parte o más del alumnado. En Polonia, uno de los países donde gozan de mayor éxito, tienen el 32%. Mucho menos, el 14%, en la República Checa, pero tras un crecimiento también muy rápido: de 2.000 a 57.000 estudiantes en el primer decenio del siglo.

La única universidad católica sudafricana cierra a causa del impago de cuotas por parte de muchos estudiantes

Se avecinan cierres
Pero la demanda antes insatisfecha se ha cubierto, y la baja natalidad frena el aumento de la población estudiantil. Llega la hora de la criba, que solo dejará en pie las instituciones verdaderamente sólidas. Muchas surgieron deprisa, con cierto oportunismo y sin buena base. En países como Albania o Rumanía, proliferaron aprovechando la débil regulación estatal, y ahora que las leyes imponen requisitos más serios, no todas pueden cumplirlos. En Bosnia se multiplicaron cuando de la noche a la mañana el gobierno exigió titulación superior para acceder a distintas profesiones o cargos. También en los demás países, aunque sin llegar a tanto, buena parte de las universidades privadas han adquirido fama de vender títulos de bajo nivel académico. Y, por la recesión económica, hay menos estudiantes que pueden pagar.

Según opiniones recogidas por el Times, en los países más grandes, Ucrania y Polonia, cerrarán en los próximos años en torno a tres cuartas partes de las instituciones privadas. Entre ellas no estará la Universidad Koźmiński (Varsovia), especializada en administración de empresas y en finanzas. Una clave de su buena salud es haber atraído, con carreras en inglés, muchos estudiantes extranjeros: unos mil de 56 países, casi un tercio de sus alumnos a tiempo completo.

Las universidades públicas y las privadas sin fin de lucro en Sudáfrica tienen alumnos morosos porque las ayudas estatales no bastan para cubrir todo el coste de la enseñanza

Morosidad endémica en Sudáfrica
También en Sudáfrica las instituciones privadas (veinte en la actualidad, la mitad creadas en los años noventa y posteriores) han ayudado a absorber la fuerte expansión de estudiantes universitarios tras el fin del apartheid en 1994. Sin embargo, ahora sufren serias dificultades, no porque los alumnos sean menos, sino porque muchos no pagan.

El mismo problema tienen las universidades públicas, aunque en menor medida, porque sus alumnos reciben ayudas del Estado, a través del National Student Financial Aid Scheme (NSFAS). Pero este organismo tampoco dispone de recursos para atender todas las necesidades, aunque su presupuesto ha aumentado mucho, hasta el equivalente de más de 800 millones de dólares.

En consecuencia, todas las universidades públicas (23 en total) tienen alumnos que no están al corriente de pago, en proporciones muy variables, según la situación socioeconómica de la zona: de menos del 1% la de Ciudad del Cabo a casi el 20% en la de Zululandia. “Es el problema más grave que tenemos –dice al Times Jeffrey Mabelebele, director ejecutivo de la asociación de universidades públicas–. Es una amenaza para el funcionamiento mismo de la universidad”.

En algunos casos, la amenaza se ha cumplido. El año pasado, la Tshwane University of Technology tuvo que cerrar una semana cuando los estudiantes causaron disturbios para exigir que el NSFAS entregara inmediatamente las ayudas concedidas y aún no hechas efectivas, y que se les condonaran todas las deudas. También hubo protestas violentas en la Universidad de KwaZulu-Natal cuando tuvo que dejar de dar créditos a los estudiantes para cubrir la diferencia entre el coste de la matrícula y las ayudas del NSFAS. Desde entonces se ha restaurado la paz, pero no se ha logrado el equilibrio financiero: la Universidad arrastra el equivalente de 13 millones de dólares en deudas de estudiantes morosos.

En Europa central y oriental, universidades privadas surgidas después del comunismo han llegado a tener entre el 15% y el 30% del alumnado total

Adiós a la única universidad católica
La situación es aun más difícil para las instituciones privadas sin fin de lucro, apenas la mitad del total, que como las públicas no admiten solo alumnos acomodados pero están en inferioridad de condiciones. No son oficialmente universidades, pues en Sudáfrica ese título está reservado a los centros estatales. Solo pueden llamarse college, lo que es una desventaja porque allí el término se suele aplicar a escuelas de enseñanza secundaria o de formación profesional. Y sus alumnos no reciben ayudas del NSFAS.

Así, la morosidad de los estudiantes ha acabado con St. Augustine College (Johannesburgo), la única universidad católica de Sudáfrica. Venderá el campus para saldar deudas y desde el próximo curso, que empieza en enero, ya no impartirá estudios de grado, sino solo programas de posgrado, para alumnos que paguen, en otras instalaciones más pequeñas.

St. Augustine College, fundado en 1999, se había ganado un prestigio: “Era una de nuestros mejores centros privados”, dice al Times Themba Mosia, vicerrector de alumnos de la Universidad de Pretoria y expresidente del consejo asesor del Ministerio de Educación. Pero, según algunos, la universidad era “muy blanda” con los morosos. Denise Gordon-Brown, directora de proyectos de St. Augustine, admite que la “opción preferencial por los pobres” de la Iglesia católica ha podido contribuir al hundimiento.

EE.UU.: Rectores bien pagados
¡Qué diferencia con las universidades privadas norteamericanas!, algunas católicas, por cierto. The Chronicle of Higher Education da una muestra de la riqueza de que gozan en su reciente informe anual sobre las retribuciones a directivos en esas instituciones.

Los datos corresponden a 2011, año en que la paga de los presidentes o directores ejecutivos de las 500 mayores universidades de Estados Unidos subió en conjunto un 3,2%, prácticamente lo mismo que el salario de un trabajador típico. Por promedio ganaron 410.523 dólares.

Pero hay grandes diferencias entre ellos. En los últimos puestos aparecen religiosos que dirigen instituciones católicas a cambio de poco o nada. En cabeza de la tabla figura en primer lugar Robert Zimmer, presidente de la Universidad de Chicago: 3,36 millones de dólares. Le siguen los de Northeastern University (3,12 millones) y del Marist College (2,69 millones), originalmente católico pero desde 1969 regido por una fundación laica, aunque mantiene vínculos con la congregación de los Hermanos Maristas. En total se cuentan 42 presidentes millonarios, seis más que en los dos años anteriores, que en conjunto cobraron en 2011 más del doble que en 2010. En general, los consejos de las universidades justifican las elevadas retribuciones por la necesidad de retener a esos talentos.

De todas formas, la universidad estadounidense no es un nido de millonarios. Cualquiera de los cien ejecutivos HYPERLINK “http://www.aflcio.org/Corporate-Watch/CEO-Pay-and-You/100-Highest-Paid-CEOs”con mayores salarios en las empresas del país ganan mucho más que el rector mejor pagado.

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