La Resistencia 2.0

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Manifestación contra la guerra en Ucrania

Las redes sociales han sido un medio clave para retransmitir e informar sobre la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso desde finales de febrero. El uso magistral que les han dado el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y su gobierno no solo ha acelerado la intervención internacional –mediante el envío de material militar y humanitario–, sino que ha servido como megáfono para alentar y motivar al pueblo ucraniano a resistir. Estamos ante un nuevo tipo de resistencia, la Resistencia 2.0.

En su discurso inicial en The Late Show with Stephen Colbert del 1 de marzo, el presentador estadounidense dijo una frase que explica la respuesta que ha generado la exposición del conflicto bélico en las redes sociales: “Saber es algo distinto que ver”. No es lo mismo saber que hay una guerra en otro país que ver –mediante imágenes y vídeos– que hay una guerra en otro país. No es lo mismo saber que niños están muriendo en las calles de Mariúpol, que ver imágenes de cuerpos inertes. No es lo mismo saber que se está bombardeando Kiev, que ver como impacta un misil contra un edificio residencial. Una visibilidad que ha sido posible gracias al fotoperiodismo, pero también a la retransmisión prácticamente “en vivo” de la invasión de Ucrania por sus propios ciudadanos en redes sociales como Twitter, Instagram o TikTok.

Kyle Chayka, periodista cultural, se pregunta en The New Yorker si esta retransmisión constante es una nueva forma de periodismo civil de guerra –selfies en búnkeres, vídeos por calles desiertas de ciudades arrasadas, grabaciones de zonas fronterizas– o simplemente una invitación más para seguir clicando, para seguir haciendo scroll.

Aun cuando esta pregunta pueda resultar chocante o incluso de mal gusto considerando lo que está sucediendo en Ucrania, no es menos llamativo que haya sido el contenido en redes sociales el que haya influenciado en gran medida la visión del conflicto en la opinión pública.

Como tú y como yo

“La retransmisión en vivo, sobre todo mediante plataformas, individualiza la historia. No hay un mensaje institucional del gobierno ucraniano, sino miles de historias de los afectados por la guerra. Esto es imbatible en la era de la comunicación horizontal, directa, entre iguales”, nos comenta Juan Luis Manfredi, catedrático Príncipe de Asturias en Georgetown University. “En vivo significa credibilidad. La persona que publica su story es un ciudadano de a pie que muestra los estragos (ciudades arrasadas) o las victorias (tanques abandonados)”.

Es decir, es como tú y como yo. Y esta respuesta emocional, ese reconocimiento en el otro a través de lo que se muestra en un vídeo de TikTok o en una story de Instagram, es clave a la hora de dominar el relato, la narrativa estratégica. “No se trata de un análisis jurídico del estatus de Ucrania, sino de la respuesta de una sociedad preparada para luchar por su país. La condición de agredido incrementa la capacidad de generar historias de heroísmo, superación, de lucha contra la adversidad”, comenta Manfredi.

Zelenski sabe que mantener informado al público, que dominar el relato de los acontecimientos, es clave para virar la opinión pública en su favor

Una historia de heroísmo que ha protagonizado, por ejemplo, el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.

Ha nacido una estrella (“online”)

Zelenski fue desde el inicio del conflicto consciente del poder de las redes sociales. Del poder del relato en tiempos de guerra y también del poder de la imagen en tiempos de terror. Por ello, optó desde un principio por compartir con sus más de cinco millones de seguidores en Twitter –y con el mundo– las llamadas que tenía con dirigentes de otros países y sobre qué se habló en esas llamadas. Optó por compartir con sus más de 15 millones de seguidores en Instagram vídeos grabados en modo selfie para combatir rumores de huida, rodeado por los altos cargos de su gobierno, en plena noche y en plena calle, diciendo directamente a la cámara: “todos estamos aquí”. Zelenski sabe que mantener informado al público, que dominar el relato de los acontecimientos, que mostrarse disponible y comunicar abiertamente es clave para virar la opinión pública en su favor.

“El presidente maneja bien dos claves de la comunicación política”, explica Manfredi. Por una parte, la comunicación directa y no instrumentalizada por una maquinaria de propaganda; por otra parte, por su liderazgo transformador, de acción. “Zelenski cuenta, narra comparte, sufre”. Está él, en primera persona y en contraposición a los relatos institucionales de Sputnik o RT.

Salvador Sánchez, profesor de Análisis y Resolución de Conflictos en la Universidad de Navarra y General de Brigada en la reserva, comenta en conversación con Aceprensa que el uso de los medios por parte de Zelenski ha sido impecable. “Los medios de comunicación en general, y las redes sociales en particular”. Ha mostrado habilidad al retransmitir el mensaje de que lo que está en juego no es solo la supervivencia de Ucrania sino la supervivencia del orden occidental. “Siempre hace una conexión entre lo que pasa en Ucrania y lo que puede pasar en el resto del mundo. ‘Los próximos vais a ser vosotros’”, dice Sánchez.

Los nuevos informantes

Está claro que esta estrategia ha dado sus frutos. Tras varios días informando en redes y en ruedas de prensa, el presidente ucraniano se ha ganado el respeto de Occidente. Tanto es así que el discurso que dio al Parlamento Europeo el 1 de marzo finalizó con una ovación de pie por parte de los presentes. Un respeto que no solo se ha traducido en aplausos sino también en armamento y apoyo humanitario.

Zelenski se ha convertido en un líder respaldado por los medios de comunicación, que hasta hace relativamente poco aún arrastraba la imagen de cómico reconvertido en presidente. Se ha elevado también como símbolo de valentía y coraje, de defensa y trabajo, y de apertura al exterior. Una apertura conseguida, en gran medida, gracias a Twitter e Instagram.

No solo Zelenski ha sabido medir el termómetro de la opinión pública. También el medio de comunicación digital The Kyiv Independent, que se inauguró a finales de noviembre de 2021 tras el cierre temporal de The Kyiv Post, ha hecho una retransmisión casi simultánea de lo que pasa en Ucrania a sus casi dos millones de seguidores, con tuits como “Alerta de ataque aéreo en Kiev. Los residentes deben acudir al refugio más cercano”. Un mensaje que, en menos de 140 caracteres, transmite la potencia de la realidad ucraniana al usuario que lo lee desde la comodidad –y seguridad– de su sofá. Esto está pasando ahora mismo, en tiempo real.

Puede que las redes sociales sean imperfectas, pero en ocasiones también son una forma –tal vez, la única– de ver lo que está pasando

Un mal (menor): la desinformación

Ante cualquier apuesta hay que asumir riesgos y en el caso de las redes sociales uno de esos riesgos implica la propaganda y la desinformación. Un mal que también está presente en el conflicto actual, en ambos bandos. Vídeos publicados como ataques a ciudades ucranianas, que resultan ser imágenes de un videojuego; imágenes de soldados rusos que son compartidas como actuales, pero que datan de 2014; el anuncio de la muerte de soldados que finalmente resultan estar vivos son algunos ejemplos de la desinformación que, en el ciclo acelerado de las noticias en redes y su efecto “bola de nieve”, son compartidos como veraces y adquieren una visibilidad exponencial. También la diplomacia sufre con esta retransmisión prácticamente “en vivo” en redes. “La sobreexposición ante la opinión pública debilita el principio de discreción debido en las negociaciones. En redes sociales solo existe el tiempo real, no la pausa o el seguimiento”, comenta Manfredi.

Otro problema que están teniendo las redes sociales en la retransmisión del conflicto es la limitada información que manejan. Según Sánchez, ahora mismo disponemos de información fragmentada en lo que se refiere al campo de batalla. “Hay carencia en la información ‘de contacto’, como la llamamos los militares. Hay un combate en el frente, pero realmente poco se sabe sobre lo que está pasando ahí”.

Además, ante la creciente inseguridad de sus corresponsales, son muchos los medios que han decidido retirar a sus periodistas de los países implicados en este conflicto. Puede que las redes sociales sean imperfectas, incluso focos de propaganda y fuentes de desinformación. Pero en ocasiones también pueden ser una forma –tal vez, la única– de ver y ser conscientes de lo que está pasando.

Porque hay una diferencia entre saber y ver.

Helena Farré Vallejo

@hfarrevallejo

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