La saturación informativa, tan grave como la escasez

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La agencia de noticias Reuters ha realizado una encuesta entre 1.300 directivos de varias categorías y sectores (finanzas, telecomunicaciones, manufactura, etc.) en Gran Bretaña, Singapur, Hong Kong y Australia. Un alto porcentaje de ellos manifiestan síntomas de fatiga por saturación informativa. Dos tercios de los entrevistados afirman que el estrés que les produce manejar grandes cantidades de información ha dañado sus relaciones personales, ha incrementado la tensión con los colegas o ha contribuido a que disminuya la satisfacción en el trabajo. Más del 40% asegura que, por el exceso de información, retrasan decisiones importantes y ven mermada su capacidad de elección. Y un tercio de ellos dicen tener problemas de salud derivados de la sobrecarga informativa.

En opinión del psicólogo británico David Lewis, necesitamos un equilibrio al procesar la información: «El conocimiento es poder, pero la información, no. Es como el detrito que un buscador de oro necesita cribar para encontrar las pepitas», declaró a la revista Time (9-XII-96). Lewis habla del «síndrome de fatiga informativa», expresión que, según él, pronto será reconocida como enfermedad. Sus síntomas habituales son la fatiga, los dolores de estómago y la pérdida de visión.

El estrés de la información se produce cuando la gente recibe un gran volumen de datos y está obligada a trabajar a contrarreloj porque de sus decisiones dependen vidas humanas o grandes sumas de dinero; o cuando, a pesar de recibir tanta información, la persona piensa que no posee aún todos los datos que necesita. La primera consecuencia es un estado de sobreexcitación casi permanente que ocasiona decisiones irreflexivas y conclusiones equivocadas.

Para dar una idea del crecimiento del volumen de información circulante, Time dice que en los últimos 30 años se ha producido más información nueva que en los 5.000 anteriores, citando un estudio sobre la sociedad de la información elaborado por Susan Hubbard.

El doctor Lewis recomienda como ejercicio preventivo separar la información esencial de otros materiales que, pudiendo ser interesantes, no sirven para la tarea que se tiene entre manos.

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