¿Imperio de los magnates o pluralismo de enanos?

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Tendencias en la concentración de medios de comunicación en Europa
Ahora que en España se debate sobre la conveniencia de autorizar la fusión entre las dos plataformas de televisión digital, se ha presentado un estudio, encargado por el Parlamento Europeo, sobre la concentración de los medios de comunicación en Europa. ¿La evolución en este mercado lleva a una excesiva concentración que reduce el pluralismo de la oferta? ¿O, más bien, el problema es la pequeña dimensión de las empresas europeas?

Para Alfonso Sánchez-Tabernero y Miguel Carvajal, autores del libro Media Concentration in the European Market. New Trends and Challenges (1) («Concentración de medios en el mercado europeo. Nuevos retos y tendencias»), hoy día el problema en Europa es más la dimensión de las empresas de comunicación que una concentración excesiva. Según los dos autores, profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, solo es posible garantizar la diversidad de ofertas con grupos de comunicación cuya situación financiera estable y sólida les permita competir a escala internacional.

El informe, elaborado por encargo del Parlamento Europeo y en el que han participado consultores de dieciséis países, detecta que la concentración de los medios en Europa presenta tres tipos de problemas básicos: 1) La situación de dominio de las compañías líderes de televisión de pago, de la industria de la música y de la distribución cinematográfica; 2) la excesiva presencia de capital estadounidense en el sector de la publicidad, la distribución cinematográfica, la industria de la música y la propia televisión de pago; 3) la excesiva fragmentación de varios mercados, que limita la competitividad de las compañías europeas en el ámbito mundial.

Situaciones de dominio

Es relevante la situación de la televisión de pago. Dos compañías dominan once de los dieciséis mercados nacionales que se han estudiado. Vivendi Universal, a través de Canal+, sustenta una posición hegemónica en Bélgica, España, Francia, Finlandia, Alemania, Noruega e Italia. Mientras, BSkyB es líder en Alemania, Austria, Gran Bretaña e Irlanda.

En la industria musical, el control del mercado es de empresas de capital no europeo (Warner, Sony y Universal), a la vez que la alemana Bertelsmann Music Group (BMG) ostenta la primera posición en su mercado nacional y una importante posición en otros.

El caso extremo de dominio de Estados Unidos sobre Europa es el cine. Los distribuidores Buenavista, Warner Bros., United International Pictures y Fox Films ocupan posiciones muy destacadas en la recaudación de las taquillas europeas. Europa representa el 57% de los ingresos de las compañías norteamericanas fuera de su propio mercado, mientras que las películas europeas suponen solo el 0,5% de la taquilla en el mercado norteamericano. La distribución por lotes de películas («si quiere dos buenas, compre otras seis mediocres»), los consorcios entre las majors y la ausencia de un tejido empresarial fuerte en Europa dificultan la competitividad del cine europeo, según señalan los autores del informe.

Además del cine, esta desproporcionada presencia de capital norteamericano es patente en la publicidad, donde, al mismo tiempo, ha habido un incremento de concentración en la última década. Una docena de corporaciones mundiales, como Ogilvi & Matter, Saatchi & Saatchi, Omnicom, McCann o Grey Advertising, dominan el mercado.

También en la tan concentrada televisión de pago la presencia estadounidense es aplastante si se considera que buena parte del capital de Vivendi está en manos de fondos de pensiones de Estados Unidos y que Rupert Murdoch, propietario del segundo operador de televisión de pago en Europa, tiene nacionalidad norteamericana.

Lo mismo sucede en Internet. Microsoft Network (MSN) y Yahoo han alcanzado el liderazgo en varios países, mientras que compañías como Terra (España), Wanadoo (Francia), Arrakis (Gran Bretaña) o T-Online (Alemania) son intentos de compañías autóctonas de levantar una pequeña barrera de entrada a las multinacionales estadounidenses.

Más pluralismo en TV y radio

Sánchez-Tabernero, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, sostiene, sin embargo, que «en contra de opiniones muy extendidas, el trabajo analítico que hemos realizado permite demostrar que algunos sectores del mercado de la comunicación están cada vez menos concentrados, como consecuencia del ímpetu desregulador de los últimos años».

En este caso se encuentran, sobre todo, las compañías de televisión y radio. Con la aparición de nuevos operadores -cientos de canales vía satélite y cable- y el masivo incremento de emisoras locales, la audiencia se encuentra fragmentada y la distribución de la cuota de mercado es poco estable. En la UE destaca el liderazgo de las televisiones públicas en audiencia. Los canales privados solo son hegemónicos en Turquía, Grecia, Portugal y Bélgica de habla flamenca. Ese dominio de la televisión pública explica la limitada presencia del capital extranjero. Y, además, en diez de los dieciséis países analizados la primera cadena de televisión concentra más del 40% de la audiencia.

El mercado radiofónico guarda similitudes con el de la televisión. Las compañías públicas dominan en trece de los países. En la última década, al igual que ha ocurrido en el campo televisivo, la mayor parte de las empresas públicas líderes han experimentado un descenso de su cuota de audiencia, como consecuencia de la aparición de nuevas emisoras privadas. Sin embargo, en la mitad de los mercados la misma compañía pública es líder en televisión y en radio.

En varios países del sur de Europa, el líder es una compañía privada que, pese al elevado número de competidores, consigue una alta cuota de mercado: SER (41% en España), NRJ (30% en Francia) y Radio Renascença (27% en Portugal).

Prensa: predominio de los editores nacionales

El sector de la prensa, junto con el de la radio, es el que menos inversiones de capital extranjero acoge en Europa. Los editores tradicionales, salvo unas pocas excepciones, han mantenido el control de sus periódicos. Entre los líderes, predominan los editores nacionales; en algunos casos son empresas familiares que han diversificado su negocio y han dificultado la entrada de nuevos competidores. La presencia más importante de capital extranjero en las compañías líderes del sector corresponde a News International, buque insignia de Rupert Murdoch. En países como Bélgica, Italia, Noruega, Portugal o Suecia, el líder ha afianzado su posición a lo largo de la última década.

El caso de la prensa económica es particular. Aquí existe cierta concentración. El grupo británico Pearson es líder, además de en su propio mercado, en Francia, España y Portugal, y cuenta con un lugar muy destacado en Alemania.

También se detecta la tendencia a una fuerte concentración en las editoriales. De una parte, Bertelsmann (Alemania) y Hachette (Francia) son líderes en el mercado europeo de revistas de consumo. Además, estas compañías, junto a la también alemana Bauer, la holandesa VNU y la italiana Rizzoli Corriere della Sera (RCS), han desarrollado potentes redes de distribución con presencia internacional. Al mismo tiempo, se han acometido estrategias de integración vertical de prensa, producción editorial y distribución. Bertelsmann en Alemania, Portugal y España; Havas en Francia; Sanoma-WSOY en Finlandia; Mondadori en Italia, representan ejemplos de compañías editoriales con fuerte presencia en el sector de edición de periódicos.

________________________________(1) Alfonso Sánchez-Tabernero y Miguel Carvajal. Media Concentration in the European Market. New Trends and Challenges. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra. Pamplona (2002). 162 págs.Avisos para reguladores

Ante este panorama, Sánchez-Tabernero y Carvajal recomiendan que la Comisión Europea continúe su política de favorecer la consolidación de grandes empresas europeas de comunicación «siempre que no generen posiciones dominantes excesivas en el mercado». Sugieren, en el mismo sentido, que se mantenga el sistema de «autoridad única» (la Comisión de la UE o el gobierno de cada país) en el control de las operaciones de fusión o adquisición. Al mismo tiempo, apuntan a un mayor protagonismo de los órganos de la UE rebajando a 2.000 millones de euros el umbral de facturación exigido para considerar que un movimiento de este tipo tenga «dimensión comunitaria».

Asimismo, sugieren una revisión de las leyes sobre televisión privada. La proliferación de canales aconseja, en opinión de los autores, pasar de un modelo basado en establecer límites a la propiedad de cada canal aunque tenga baja audiencia, hacia un modelo de market share o de límite de audiencia total que una compañía puede lograr a través de varios canales, «como ya han hecho Gran Bretaña y Alemania», afirma Sánchez-Tabernero.

La propuesta más audaz del libro se refiere a prevenir la integración vertical de la industria audiovisual. Esta integración implica que una o varias compañías puedan controlar algunos «cuellos de botella» en el proceso de elaboración o distribución de contenidos, lo que les permitiría impedir la aparición de competidores o imponer sus condiciones. Los autores proponen que la Comisión Europea y los gobiernos nacionales mantengan el esfuerzo por evitar que el control de la distribución dificulte que las productoras de programas y los canales distribuyan sus contenidos. «Las obligaciones establecidas para que operadores de cable y de satélite no impidan la distribución de canales que sean de propiedad ajena y la normativa sobre descodificadores compatibles constituyen buenos ejemplos de esta política», manifiestan los autores. Es decir, el propietario de una autopista de la comunicación no debe impedir que circulen por ella los coches ajenos, siempre que paguen el peaje razonable.

En el campo de la distribución cinematográfica sugieren que se revise la eficacia de las medidas de protección del libre mercado para evitar el excesivo control de las compañías estadounidenses. Así, se muestran a favor de impedir la venta de películas en bloque y el control de las salas de exhibición por parte de las grandes compañías productoras.

Una reclamación básica para evitar posiciones de dominio excesivo es que la legislación facilite la transparencia en el mercado. En opinión de los profesores de Navarra, los mercados de la comunicación son cada vez más complejos, multimediáticos, internacionales y difíciles de delimitar, «porque los mismos contenidos utilizan varias plataformas de distribución para llegar al público». La propia dispersión del capital de las compañías dificulta valorar los efectos de los movimientos de propiedad «e impide conocer quién toma las decisiones empresariales o influye de modo decisivo en ellas».

Solo esa transparencia permitiría que las posiciones de dominio se puedan medir en términos de «propietarios del tiempo». Sánchez-Tabernero y Carvajal afirman que «ya no se puede regular la concentración estableciendo límites de propiedad», ni tampoco se puede distinguir entre medios que informan, educan o entretienen. El nuevo sistema que proponen permite medir la concentración agrupando varios medios que pertenecen al mismo propietario y teniendo en cuenta la influencia relativa de un medio en función de su audiencia.

El Reglamento de la Unión Europea sobre control de concentraciones (1989) abandona la idea de vincular el control a la posesión de un porcentaje del capital social. Lo que la Comisión deberá valorar al juzgar operaciones de concentración es si se produce una «influencia decisiva» de una persona física o jurídica en el capital de una empresa.

Concentración en España

El decano de la Facultad de Comunicación de Navarra considera que «la falta de tamaño de las empresas españolas es más grave que la falta de libertad de elección». A la vista de los datos que maneja el informe sobre España, los niveles de concentración no parecen elevados.

En prensa, el grupo líder, el vasco Correo, cuenta con el 20,1% del mercado. Entre los dos primeros (Correo y PRISA) se alcanza un tercio de las ventas de prensa. En televisión, la cadena pública ha reducido en más de veinte puntos su cuota de audiencia durante la última década, mientras que las dos privadas participan en el mercado en términos parecidos. En radio, el dominio de la SER (40% del mercado) contrasta con una fuerte fragmentación del resto de las cadenas. La situación del mercado publicitario y de distribución cinematográfica sí es de alta concentración y, al igual que en el resto de la UE, dominado por empresas norteamericanas.

Se puede hablar de un equilibrio de fuerzas entre tres grandes grupos (Correo, PRISA y Admira) y una gran dispersión, fundamentalmente, en prensa diaria.

Un caso peculiar es el de la televisión de pago, especialmente a raíz de la operación de fusión de las dos plataformas digitales que se encuentra en proceso. Al respecto, Sánchez-Tabernero manifiesta que la fusión de las plataformas es «una desaparición de oferta ordenada». Añade que las condiciones del Tribunal de Defensa de la Competencia están «bien pensadas» pero son «muy genéricas». Si el Gobierno no las concreta servirán de poco.

Sánchez-Tabernero apunta a la duración de los contratos, a las políticas de precios al público, al acceso de productores independientes a la programación. «Se trata de proteger a los ciudadanos, a los productores independientes y a los propietarios de canales de televisión». Añade que la clave no es la legislación, «sino que se cumpla la legislación, que en España no se respeta mucho».

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