El alcalde de Nueva York saca brillo a la «Gran Manzana»

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En noviembre del año pasado Rudolph Giuliani fue reelegido alcalde de Nueva York por otros cuatro años. Señal de que la gestión de su primer mandato gustó: ha conseguido que la criminalidad disminuya un 45% y los homicidios un 60%; la mafia ha perdido el control de algunos negocios -como la recogida de basuras- y la Times Square va vaciándose de sex shops a medida que entran los negocios tipo Disney. Con una campaña a favor del mayor civismo, Giuliani -nieto de inmigrantes italianos y republicano en una ciudad que es feudo demócrata- pretende hacer de la «Gran Manzana» una ciudad más habitable.

Para eso el alcalde lleva tres años tratando de marginar la industria del sexo. En los últimos meses el fiel de la balanza se ha inclinado a su favor. En junio pasado, un tribunal de apelación federal dio luz verde para que se aplique la ordenanza municipal por la que 138 de los 155 comercios relacionados con el sexo y la pornografía tendrán que salir de las zonas comerciales y residenciales de la ciudad. La ordenanza municipal pretende evitar las concentraciones de sex shops y negocios de este tipo, pues establece que haya una separación mínima de 150 metros entre ellos, y que la misma distancia se mantenga entre cada uno de ellos y una escuela, iglesia o zona residencial.

Ante tal presión, algunas sex shops se han reconvertido, para dedicarse a actividades más respetables. Pero otros comerciantes han transformado la fachada de los comercios en tiendas de «souvenirs» y, a pesar de las advertencias del alcalde, continúan vendiendo pornografía.

Como Giuliani no puede estar de brazos cruzados, tras el éxito de su lucha contra la criminalidad, quiere que los ciudadanos mejoren su conducta vial. Una de sus iniciativas es instalar vallas en los cruces de las calles de Midtown de modo que los viandantes se vean obligados a cruzar la calle por los pasos de peatones. Para despejar las aceras de Manhattan, el municipio estudia suprimir unos 144 puestos callejeros donde se venden perritos calientes o cerveza. Y tampoco se permite a los artistas vender sus obras en las explanadas del Metropolitan Museum. Para aligerar el tráfico, Giuliani ha dicho que se limitará el número de licencias de taxis, lo que ya ha provocado manifestaciones de taxistas.

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