Los tesoros de la Greenberg Gallery de Nueva York

publicado
DURACIÓN LECTURA: 8min.
Greenberg Gallery fotografía
Exposición “Al descubierto”, Sala de bóveda © Fundación Canal

Sala bóvedas © Fundación Canal

 

Conquistar un instante mágico es el objeto de deseo del fotógrafo. Él es el que atrapa momentos únicos y emblemáticos que custodia en el tiempo y que forman parte de la memoria colectiva de la gente. Es también el artista que a través de su imaginario nos propone pensamientos inconclusos y experiencias emocionales.

En nuestra sociedad las imágenes tienen una fuerte presencialidad. Todos, a golpe de clic, queremos conservar la vida en una secuencia fotográfica. Una abundancia de instantáneas para compartir que parece no tener fin.

Esta utilización generalizada de la fotografía se ha convertido en una segunda piel, una forma de vivir que lo abarca todo y que narra el instante cotidiano minuto a minuto. Si Joseph Niépce –padre de la fotografía– levantara la cabeza, no daría crédito a esta moda sin retorno. Niépce realizó su primera instantánea en 1824: fue el pistoletazo de salida a la fotografía. Un descubrimiento que marca un antes y un después en la percepción del mundo. Los retratistas empiezan a inmortalizar los acontecimientos importantes del momento y sin pretenderlo, liberan a la pintura de su papel testimonial abriendo nuevos caminos para el arte.

Tras los momentos iniciales, la fotografía ha ido conquistando cimas hasta llegar a ser considerada un arte similar a la pintura o escultura, un salto que surge en la década de los 60 del siglo XIX y se consolida en 1890 con la llegada del pictorialismo, un movimiento en el que los fotógrafos manipulan las imágenes y estas cobran un valor único e indiscutiblemente artístico.

La evolución de la fotografía desde entonces se puede apreciar en la exposición “Al descubierto”, abierta hasta el 24 de julio en la Fundación Canal (Madrid). Un recorrido que escanea los 120 últimos años de la historia de la fotografía, con una atención especial a las propuestas procedentes de Estados Unidos, todo un referente mundial en este arte.

Sala general © Fundación Canal

 El “museo imaginario” como punto de partida

Anne Morin –la comisaria– se ha basado en la idea del “museo imaginario” a la hora de diseñar el espacio expositivo. Un planteamiento, formulado en 1947 por el ministro de Cultura francés André Malraux, proponía que cada uno diseñara su propio museo: en su pensamiento, el espectador juega un papel muy activo, es dueño de su propia recreación. Por ello, la muestra se vertebra sin divisiones, ni apartados, ni cronología. Las imágenes se han agrupado con mucha libertad, atendiendo a criterios estéticos, conceptuales o temáticos con la pretensión de generar diálogos entre las propias obras.

Pero Anne desvela que también ha tenido en cuenta otro criterio. “La espina dorsal de la exposición –explica– tiene que ver más con un proceso literario: el juego del ‘cadáver exquisito’, propuesto por los surrealistas [cada jugador tiene que escribir unas palabras en un papel, después, este se dobla, y el siguiente jugador solo puede ver la última palabra, y así sucesivamente; el resultado final es un relato diferente]. En este sentido, las imágenes forman una conversación y crean una narración a través de la que se puede tejer una historia”.

La Howard Greenberg Gallery

La galería Howard Greenberg de Nueva York es uno de los referentes más importantes de la fotografía del siglo XX y atesora unas 30.000 obras firmadas. Por un lado, reúne a los grandes maestros, y por otro, da visibilidad a los fotógrafos que no han tenido el prestigio que se merecen.

Para esta ocasión se ha hecho una selección de 111 imágenes. Un recorrido que reúne el trabajo de 66 artistas de prestigio: Robert Capa, Man Ray, Berenice Abbott, Vivian Maier, Manuel Álvarez Bravo, Diane Arbus, Bruce Davidson, William Eggleston, Walker Evans, Robert Frank, Eugène Atget, Edward Steichen, Elliott Erwitt, Helmut Newton… La mayoría de las fotografías expuestas pertenecen a particulares o entidades privadas y no están accesibles al público. También se han incluido algunas imágenes icónicas como Corset Mainbocher, de Paul Horst, o la de jóvenes fumando, de Bruce Davidson.

Algunas obras maestras

 

“Jean Pearson” (1948) © Saul Leiter Foundation

Diseñamos nuestro itinerario y comenzamos por el magnífico retrato de Jean Pearson (la joven que quería ser actriz y terminó siendo profesora de universidad). En este trabajo, Saul Leiter presenta el rotro de Jean sobre un fondo muy oscuro buscando el contraste y difuminando los contornos, un efecto pictórico que evoca el tenebrismo de Caravaggio. El retrato interesa por la maestría de Leiter a la hora de transmitir una realidad contradictoria: por un lado, sentimos cercana la presencia de Jean –con la mirada turbada, ensimismada en sus propios pensamientos– y por otro, la percibimos lejana.

Continuamos con la famosa fotografía de la modelo Madame Bernon, Corset Mainbocher. Con esta imagen, el alemán Paul Horst se posicionó como uno de los mejores fotógrafos de moda parisino, pero un día después de realizar la foto (15 de agosto de 1939) abandonó la ciudad huyendo del nazismo y se instaló en Nueva York, donde, tras una larga trayectoria, obtuvo un merecido reconocimiento. La mujer de espaldas con corsé deja atrás las siluetas holgadas en favor de una figura sinuosa que marcaba la “cintura de avispa”, que sin duda tiene un referente en Velázquez. Pero la historia no acaba ahí: años después, la cantante Madonna, seducida por la fotografía, la reprodujo, sin permiso, en su famoso videoclip “Vogue”.

“Josephine Baker”, 1950 © Eve Arnold/Magnum Photos

Y, como de diálogos hablamos, este retrato resuelto en una sensualidad elegante y clásica contrasta con la sensualidad desbordante de Josephine Baker, conocida como “la Venus de ébano”: la vedette parisina de los años 50 famosa por sus excéntricas actuaciones en escena. La autoría de la foto corresponde a Eve Arnold, que también inmortalizó a los grandes del cine, como Marilyn Monroe, Paul Newman, Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor…

Aunque no seguimos un recorrido lineal en el tiempo, es importante reseñar que la Segunda Guerra Mundial dejó una herida profunda en la humanidad; en este sentido, apuntaba el filósofo alemán Theodor Adorno; “Escribir poesía después de Auschwitz es una barbarie”. Por ello, durante los años 50 y 60 los fotógrafos comienzan a retratar lo cotidiano con el deseo de devolver la dignidad al ser humano; surgen así los fotógrafos de calle. Entre esas escenas se encuentra un hombre que regresa a casa cansado en un vagón de metro, un personaje desconocido en el que nos podemos mirar. O las magníficas fotografías de Vivian Maier –la niñera fotógrafa–, que recorría los barrios pobres neoyorquinos en busca de aquellos instantes mágicos. Su reconocimiento fue póstumo; murió pobre, en un anonimato total.

Interesante es también la obra del fotógrafo Bruce Davidson que muestra a unos jóvenes fumando (Sin título, 1959), perteneciente a la serie Brooklyn Gang. Es una imagen de las bandas callejeras (conflictivas, violentas), pero lo que realmente le interesaba a Bruce era inmortalizar ese periodo crítico de la adolescencia, con la estética de los años 60 –chupas de cuero, vaqueros y cigarrillos–.

Cambiando de registro, hablamos del elegante y sencillo retrato de Marion Greenwod, del mexicano Manuel Álvarez Bravo, que centra la atención en las manos de la muralista norteamericana, por ser estas el instrumento de su trabajo.

Como el recorrido cronológico va y viene, nos centramos ahora en 1934 y contemplamos unas fotos que relatan las diferencias entre clases sociales. Por un lado, tenemos una imagen de la burguesía francesa despreocupada y feliz, en contraposición a una mujer sentada en la escalera de un edificio situado en un barrio obrero neoyorquino que señala con el dedo a un niño.

“Lower East Side, Nueva York”, 1942 © Lisette Model

En el año 1947 se produce un acontecimiento muy importante en la historia de la fotografía: nace la agencia Magnum. Tras la Segunda Guerra Mundial, los reporteros de guerra deciden cambiar la forma de realizar fotoperiodismo buscando la libertad de elegir qué fotografiar y cómo mostrar sus imágenes. El fundador de Magnum fue Robert Capa, uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. En la exposición se exhibe una foto suya muy expresionista que muestra el sufrimiento desgarrador vivido por un grupo de madres que portan las fotos de sus hijos muertos.

Pero vamos por partes. Hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la capital de moda era París; la guerra propició un exilio de artistas europeos a Estados Unidos, y Nueva York se convierte así en la nueva capital del arte y continuará siéndolo en los años 60, donde aparece el movimiento hippie, la estética del pop y la sociedad de consumo americana. Es también la época en que aparece la fotografía en color. Aunque la exposición hace hincapié en las imágenes en blanco y negro, el color está presente; el visitante puede disfrutar del rojo vivo de William Eggleston, los tonos pastel de Louis Faurer modelando formas sutiles, los espectros disonantes de Joel Meyerowitz o la imponente imagen en azul de Helmut Newton.

“Las gemelas Baldwin”, 1932 © Fundación Canal

Los conceptos de identidad y máscara se hacen visibles a través de Los niños de Helen Levitt, que con sus trajes de tweed y sus impecables zapatos, juegan a esconder sus rostros tras las máscaras. Y, por último, la foto perfecta de Martin Munkácsi, Chicos bañándose en el lago Tanganika, donde se aprecia el dominio del “instante decisivo”: ese que capta el momento preciso en el que la acción sucede-

La exposición es un regalo que nos permite bucear en las historias que las imágenes esconden.

Mercedes Sierra
@Sierra6Mercedes, @atreveteconelarte

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