Un hijo aceptado, sea como sea

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En enero la prensa dio noticia del nacimiento de un niño italiano con apariencia normal pero que no tenía cerebro. Sus padres han explicado al diario La Repubblica (Roma, 28-I-98) por qué le dejaron nacer aun sabiendo que viviría poco tiempo.

Los padres conocían el problema desde el tercer mes del embarazo y en ningún momento se plantearon recurrir al aborto. «Cuando el primer médico me habló de la grave anomalía de Gabriele -cuenta su madre, Sandra-, cuando me dijo que quizá no llegase a nacer y que si nacía, no sobreviviría, no tuve ninguna duda. Porque el Señor no permite a nadie negar la vida a una de sus criaturas. Esto forma parte de nuestros principios morales, de los míos y los de mi marido».

Esta mujer calabresa ha desmentido a quienes dicen que llevó a término el embarazo tan sólo para poder donar los órganos a la asociación de donantes en la que está inscrita: «Esa fue la consecuencia y no la causa de la decisión [de dejarle nacer]. No existe ningún acuerdo previo sobre las donaciones. Nos basta con tener a Gabriele con nosotros hasta que Dios quiera. Cada nuevo instante, lo consideramos como un regalo y si, además, es posible ayudar a otros niños que sufren, lo haremos de buena gana».

En la decisión de los padres de Gabriele ha influido su fe: «Es verdad, estamos en contra del aborto -afirma Sandra-. Nuestra decisión ha sido una elección de fe, pero no fanática. Todo debía desenvolverse según la voluntad de Dios». Pero también ha ayudado la ciencia: «La posibilidad de que Gabriele pudiese sufrir me aterrorizaba -dice la madre-. Los médicos me aseguraron que no era así, puesto que no tenía córtex cerebral, donde se sitúa el origen del dolor. La muerte es el destino de todos y nuestro niño la conocerá antes que los otros. Cara a la vida, esto no significa nada».

Por el interés público de la cuestión, el arzobispo de Turín, Monseñor Giovanni Saldarini, ha terciado en el caso: «Gabriele es una persona humana y ha de ser tratada como tal, no como un objeto. Puesto que es un verdadero niño, es justo que se haga todo lo posible para que viva».

Por su parte, Lui Odasso, médico del hospital Regina-Margherita, donde nació el niño, declaró al diario L’Unitá que «Gabriele no es, como algunos han escrito, un simple material biológico. Desde que sus padres han decidido llevar a término el embarazo, se ha convertido para nosotros en un paciente como los demás».

No era previsible que la vida del niño durase mucho, pero el padre de Gabriele asegura que «de todas maneras estamos contentos, porque tendremos un lugar donde podremos llorar a nuestro hijo. Si Sandra hubiese abortado, ese lugar no habría podido existir».

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