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Sida: Los países que han frenado la epidemia dieron prioridad a la promoción de la abstinencia y la fidelidad

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La reciente conferencia mundial sobre el sida celebrada en Bangkok (11 al 16 de julio) ha constatado el desarrollo de la epidemia y también ha revisado las estrategias seguidas en países donde se ha conseguido frenarla. El caso más patente es Uganda, donde la proporción de infectados ha pasado del 15% al 5% en la última década (ver servicio 171/03). En cambio, no hay casos de retroceso cuya estrategia se haya basado en los preservativos.

Este diagnóstico comienza a abrirse paso en artículos publicados en revistas científicas, algunos de los cuales son mencionados en un servicio de la agencia Zenit. En marzo pasado, dos expertos se preguntaban en la revista Studies in Family Planning si la promoción de preservativos estaba sirviendo para controlar la epidemia (Condom Promotion for AIDS Prevention in the Developing World: Is It Working?). Norman Hearst, de la Universidad de California, y Sanny Chenn, epidemióloga del Departamento de Sanidad de San Francisco, se referían a los países en desarrollo y constataban que en el África subsahariana «los índices de transmisión del VIH han seguido siendo altos a pesar de los altos índices de utilización de preservativos. No hay todavía un ejemplo claro de un país que haya parado una epidemia generalizada principalmente por medio de la promoción del preservativo».

Pero sí existen países donde la epidemia retrocede. Hearst y Chenn mencionan Uganda, donde la campaña contra el sida se ha centrado en fomentar la abstinencia para retrasar la actividad sexual de los adolescentes, y en respaldar la fidelidad a una única pareja. Sólo en tercer lugar insiste el programa ugandés en la utilización de condones, y los autores del artículo descartan que el retroceso de la epidemia se deba a esto: «La principal causa de la caída de la incidencia en Uganda ha sido una bajada sustancial en el número de compañeros sexuales casuales». Este dato se repite, según Hearst y Chenn, con las mujeres embarazadas en zonas de Zambia y Tanzania. En las conclusiones de su estudio, pedían que el uso de condones «se integre mejor con otras estrategias de prevención», que «se mida más rigurosamente el impacto de su promoción» y que ésta se aumente solo en «grupos de alto riesgo».

También un grupo de seis expertos capitaneado por James D. Shelton se atrevió a publicar el 10 de abril en el British Medical Journal un artículo (Partner reduction is crucial for balanced «ABC» approach to HIV prevention) en el que afirmaban que las mismas conclusiones son válidas para Tailandia, Camboya, Etiopía y la República Dominicana: «El cambio de conducta sexual es la clave para prevenir la expansión del VIH».

Shelton y sus colegas tienen la valentía de reconocer lo evidente: «Parece obvio, pero no habría ninguna pandemia global del sida si no hubiera relaciones sexuales de pareja múltiples». Con un lenguaje «políticamente correcto» proponen combatir la epidemia con una estrategia ABC, donde A sería abstinencia-retraso en las relaciones sexuales, B la fidelidad y C el uso de condones. Los autores piensan que la reducción de personas con las que se mantienen relaciones sexuales ha sido hasta ahora el factor descuidado de la lucha contra el sida.

En Estados Unidos se empieza a prestar más atención a este «pariente pobre», y así el Washington Times (3 de febrero) citaba una afirmación de la doctora Julie Gerberding, directora del Centro de Prevención de Enfermedades de EE.UU.: la mejor forma de evitar el papilomavirus humano -una enfermedad de transmisión sexual responsable del 90% de los cánceres cervicales en mujeres- «es tener un único compañero sexual no infectado».

Volviendo al sida, Helen Epstein, investigadora del Centro para la Salud y el Bienestar de la Universidad de Princeton, publicaba un artículo en New York Times Magazine (13 de junio), donde señalaba el «extraño silencio» que sobre la eficacia de la abstinencia y la fidelidad guardan «los documentos de planificación del gobierno, los informes de las agencias de Naciones Unidas, las campañas de concienciación sobre el sida y los programas educativos». Epstein pasó año y medio a partir de 1993 precisamente en Uganda, por entonces el país con mayor tasa de infección por VIH del mundo. Y fue testigo de la campaña de fidelidad matrimonial promovida por el gobierno ugandés desde 1986, de la reducción de las relaciones sexuales «casuales» en un 60% entre 1989 y 1995, y del consecuente descenso en la infección por VIH.

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