Seveso, veinte años después

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Un informe médico presentado el pasado 2 de julio en la Asociación Italiana para el Estudio de las Malformaciones ha confirmado que el episodio de la fuga de gas en Seveso en 1976, punto de arranque de la legalización del aborto en Italia, fue un caso claro de desinformación: los temores sobre posibles malformaciones en los niños que estaban en gestación durante la fuga de gas en esta población del norte de Italia eran del todo infundados.

De este modo, cuando se cumplen veinte años de los episodios, queda de manifiesto que la verdadera nube tóxica fue la manipulación que algunos hicieron del accidente para conseguir un cambio en la opinión pública sobre el aborto. Seveso se presenta hoy como un clásico en la batalla pro aborto.

Los hechos comenzaron el 10 de julio de 1976, cuando un fallo en la industria Icmesa, de Seveso, localidad de 17.000 habitantes situada a unos veinte kilómetros de Milán, provocó un escape de dioxina. La nube tóxica produjo la muerte de animales y, por lo que se refiere a las personas, unos doscientos casos de cloracne, una enfermedad de la piel que afectó especialmente a niños.

El 31 de julio, las parlamentarias Susanna Agnelli (entonces del Partido Republicano), Giancarla Codrignani (del Partido Comunista) y Emma Bonino (del Partido Radical), actual comisaria europea, solicitaron que se aconsejara el aborto a las gestantes de Seveso. Se calcula que unas 150 mujeres se encontraban dentro del tercer mes de gestación.

La petición de las parlamentarias contó con el apoyo casi unánime de la prensa. Los principales diarios se mostraron de acuerdo en que la contaminación produciría el nacimientos de niños con graves malformaciones. Tan solo Il Giornale, de Montanelli, y Avvenire, de inspiración católica, se salieron del coro catastrofista. El propio Pablo VI denunció, durante el ángelus del 15 de agosto, que estaba en curso «una campaña de violencia psicológica contra las mujeres embarazadas».

A pesar de todo, y sin que las voces en contra lograran gran resonancia, los promotores lograron su propósito de abrir una brecha: el gobierno autorizó treinta de las 125 peticiones de aborto que se habían presentado. Mientras tanto, proliferaban los titulares apocalípticos, que alcanzaron su ápice en 1977, cuando el diario La Stampa proclamó un día en primera página: «En Seveso nacen niños deformes».

La realidad, sin embargo, era muy distinta: todos los análisis confirmaron ya entonces que ninguno de los fetos presentaba síntomas de malformaciones o intoxicación. Todos los casos de cloracne curaron espontáneamente. Un dictamen que ha sido confirmado veinte años después, con el añadido de que el índice de malformaciones de recién nacidos en toda la zona afectada sigue siendo exactamente el mismo que en el resto del país.

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