Malentendidos y aclaraciones a propósito del documento de los obispos franceses sobre el SIDA

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«El episcopado francés considera necesario el uso del preservativo contra el SIDA»: así resumió buena parte de la prensa el mensaje del documento SIDA: la sociedad en cuestión, publicado por la Comisión Social del episcopado francés el día 12. Al día siguiente, el presidente de dicha comisión, Mons. Albert Rouet, en una entrevista difundida por Radio Vaticano declaraba que «todo se ha debido a un error de interpretación de la prensa». Y la propia Comisión Social publicaba un comunicado en el que afirmaba que «considerar este trabajo como una ruptura con la enseñanza de la Iglesia o una oposición es no sólo abusivo, sino erróneo». ¿Manipulación? ¿Malentendido? ¿Error episcopal? Quizá una mezcla de todo, favorecida por el carácter peculiar del documento.

El texto ha sido preparado por la Comisión Social del episcopado y sometido, antes de su publicación, al presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Joseph Duval. Los demás obispos no han intervenido.

Más que un documento magisterial, se trata de un estudio de 235 páginas, con dos partes de distinto carácter. La primera, si bien va firmada por Mons. Rouet, es un informe sobre el problema del SIDA desde el punto de vista médico, psicológico y social, con testimonios de expertos, médicos, enfermos, familiares… La otra, que recoge el sentir de la Comisión, ofrece una visión moral del problema en la sociedad actual y hace un llamamiento al sentido de responsabilidad en la conducta sexual y en la asistencia a las víctimas.

Los párrafos sobre el preservativo

De este largo documento, se ha retenido fundamentalmente los párrafos que se refieren al preservativo. «Muchos médicos competentes -escribe Mons. Rouet en la primera parte del texto- afirman que el preservativo de calidad fiable es actualmente el único medio de prevención. A este título, es necesario». Tras constatar que «los responsables de la salud pública apoyan este uso», el obispo sale al paso de quienes acusan a la Iglesia de favorecer la extensión de la epidemia por no apoyar el uso del preservativo.

«El problema está mal planteado -responde-, porque confunde varios ámbitos que no tienen la misma calificación moral. So pretexto de prevenir la infección, se deslizan reivindicaciones que sobrepasan la cuestión del SIDA. (…) Una prevención individual no responde a las dificultades sociales. Pensar que una generalización del preservativo evitará todos los riesgos es fijarse en las consecuencias sin examinar las causas y las condiciones de la expansión del SIDA. La respuesta es insuficiente».

Es más, el texto insiste en el carácter deseducativo que tiene este enfoque: «Hay que reconocer -incluso si a uno le molesta reconocerlo- que se extiende la idea de una trivialización del acto sexual, como si la multiplicación y la diversidad de las relaciones sexuales fueran indispensables, y por lo tanto normales, para descubrir el amor. Se pasa insensiblemente de la prevención a la inducción de un comportamiento iniciático dado por habitual e incluso normativo. La respuesta es perversa».

«Se confunde así un medio de prevención, el único conocido, y un enfoque educativo. Se da a entender que la protección material del sexo basta para descubrir la calidad del amor. Al aconsejar el preservativo a jóvenes adolescentes, lejos de ayudarles a comprender su identidad sexual, se les encierra bajo el dominio de sus impulsos».

¿En qué queda, pues, el carácter «necesario» del preservativo? Quizá la frase que mejor lo resume sea ésta: «Así como el preservativo se comprende para los casos en que una actividad sexual ya integrada en la personalidad necesita evitar un riesgo grave, hay que mantener que este medio no favorece la educación para una sexualidad adulta». En suma, un mal menor para evitar un contagio grave cuando no se está dispuesto a evitar comportamientos sexuales de riesgo. Una idea que ya había sido expresada en otras ocasiones por miembros del episcopado.

Oponer los obispos a Roma

La novedad radica más bien en el carácter de cambio con que se ha querido presentar el texto episcopal. En seguida se recogieron declaraciones del profesor Luc Montaigner, del Instituto Pasteur de París, en las que saludaba el texto episcopal como «una evolución importante».

A su vez, el director del programa de la ONU sobre el SIDA, Peter Piot, se felicitaba por «esta iniciativa que relanzará, en muchos países, el debate público sobre este asunto fundamental». Habida cuenta del peso de la Iglesia católica en la atención sanitaria de muchos países del Tercer Mundo, interesa transmitir la impresión de que no se opone al uso del preservativo.

A la vez, desde el punto de vista de las tensiones internas en la Iglesia católica, el episodio ha sido utilizado para enfrentar la actitud «innovadora» de los obispos franceses y la actitud «cerrada» del Vaticano.

Al final, la recepción de un documento que aspiraba a clarificar ha contribuido más bien a aumentar la confusión. En buena parte se debe al carácter del libro, que, aunque lleva la firma de la Comisión Social, es un compendio de intervenciones de distinto carácter, lo que no facilita su interpretación.

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