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El plan mundial contra el sida anda corto de dinero

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En junio de 2001, la Asamblea General de la ONU adoptó un plan mundial para detener la expansión del sida antes de 2015. Para ello se pedía una inversión inicial de 10.000 millones de dólares, en su mayor parte a cargo de los países desarrollados, hasta 2005. La semana pasada, la ONU celebró una sesión especial para revisar la ejecución del plan y se ha visto que los donantes se han quedado cortos.

Tras el toque a rebato de la ONU, los fondos ciertamente han aumentado: un 20% hasta ahora. En total se han prometido 4.700 millones de dólares para los países en desarrollo, que albergan la gran mayoría de los 42 millones de personas infectadas. De ese dinero, el 57% provendrá de los países desarrollados.

Por tanto, falta aún por asignar más de la mitad de la financiación prevista. Por eso y por otras razones, dice el informe de ONUSIDA, las metas están lejos de cumplirse. Por ejemplo, se propuso que en 2005 el 80% de las embarazadas tuvieran acceso a información y tratamientos para evitar la transmisión del virus a los hijos. Hoy por hoy, todavía no hay casi nada de eso en los países más afectados. En 31 de esos 38 países, según una encuesta de ONUSIDA, menos del 30% de las mujeres son capaces de responder a unas preguntas elementales sobre la transmisión del virus.

Ha habido también algunos avances. El 93% de los 103 países a que se refiere el informe han puesto en marcha programas nacionales para combatir la enfermedad. El 88% han iniciado campañas educativas.

Complementario del informe de ONUSIDA es otro, simultáneo, del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, creado en enero de 2002 para canalizar la financiación internacional, pública y privada. El Fondo empezó con una asignación de 1.500 millones de dólares para los primeros dos años. Pero eso es el dinero prometido; hasta ahora solo ha desembolsado 131 millones de dólares, y espera llegar a 200 millones a finales de este año.

El 60% del dinero es para África, y una proporción igual para la lucha contra el sida. Con ese dinero, el Fondo pretende suministrar tratamiento con antirretrovirales a medio millón de personas en cinco años, lo que supondría triplicar el número de los así tratados actualmente en los países en desarrollo y multiplicar por ocho el de los tratados en África. El Fondo tiene también previsto dar asistencia a 500.000 huérfanos del sida y facilitar asesoramiento y pruebas de seropositividad voluntarias a 30 millones de personas. Pero todo depende de que los donantes presupuesten el dinero necesario y de que luego llegue el dinero apalabrado.

Principio de actuación del Fondo es dejar la ejecución de los proyectos a socios del lugar: gobiernos, ONG y sector privado. Entre las entidades no gubernamentales que más trabajan contra el sida están la Iglesia católica y sus instituciones, como en la reciente sesión de la ONU recordó el delegado de la Santa Sede, Card. Cláudio Hummes, arzobispo de São Paulo. «El 12% de quienes atienden a pacientes de sida -señaló el cardenal- son organismos de la Iglesia católica, y el 13% de la ayuda mundial a los afectados por la epidemia proviene de ONG católicas». En total, la Iglesia proporciona la cuarta parte de la atención mundial a las víctimas.

El cardenal Hummes añadió que al término del presente año la Santa Sede habrá alcanzado su meta de «tener instituciones y programas en funcionamiento en todos los países del África subsahariana, y de comenzar otros nuevos en Brasil, Argentina, Tailandia y Lituania». Estos proyectos ofrecen además «una amplia gama de servicios, desde campañas de sensibilización hasta educación para un comportamiento responsable, desde asistencia psicológica hasta apoyo moral, desde centros de nutrición hasta orfanatos, desde tratamiento hospitalario hasta atención a domicilio y en prisiones para enfermos de sida».

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