El aborto entra en la campaña electoral inglesa

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La Iglesia católica en Inglaterra ha introducido un nuevo factor en la campaña electoral al mantener que el aborto es un asunto de primer orden que debe ser discutido cara a las elecciones del próximo mayo. Entre las filas laboristas saltó la alarma cuando el Cardenal Murphy-O’Connor declaró que apoyaba la propuesta del líder conservador Michael Howard de reducir los plazos para abortar y expresó su opinión de que el tradicional apoyo mayoritario de los católicos al partido laborista no puede darse ya por supuesto.

Para el partido laborista, actualmente en el gobierno, la carta y las declaraciones del cardenal son una forma de entrar en la campaña electoral y de solicitar el voto para el partido conservador. Recientemente los «tories» han consignado el aborto como uno de los temas de su campaña preelectoral. Michael Howard se ha manifestado a favor de reducir el periodo en que libremente se puede abortar de 24 semanas a 20.

La posición de Howard sobre el aborto se trata en realidad de un cambio mínimo, pues apenas el 1% de los abortos se realizan en las últimas semanas. Sin embargo, lo significativo es que la Iglesia católica destaque esta cuestión como un asunto crucial en la campaña electoral y que apoye la propuesta concreta de Howard como un paso hacia el abandono del aborto.

El gobierno laborista ha reaccionado a la defensiva. Uno de sus portavoces dijo que Tony Blair «no considera necesaria una modificación en la legislación del aborto (…) El Primer Ministro cree que este es un asunto libre y de conciencia para ambos sectores de la Cámara. Cree que debe ser debatido de manera tranquila y no de esta forma. Por esa razón, en su opinión, sería una lástima que esto se convirtiera en un asunto político o electoral».

Las críticas del partido laborista a la intervención del cardenal de Londres Murphy-O’Connor han sido respondidas por este, quien ha manifestado que «un gran número de parlamentarios, tanto laboristas como conservadores o demócratas liberales, pensarán que los asuntos que tienen que ver con el respeto a la vida son legítimos temas electorales». También comentó que «en el pasado imperó la idea de que los católicos apoyarían más a los laboristas porque eran gente de la clase trabajadora cuyas necesidades eran mejor defendidas por el Partido Laborista. No estoy seguro de que esto siga siendo válido hoy». El cardenal dijo que los obispos no están diciendo a los católicos que voten por uno u otro partido. «Lo que sí creo es que los católicos deben tomar una decisión considerando los asuntos mencionados en la carta». En el Reino Unido hay seis millones de católicos.

La izquierda, alérgica a la religión

El temor de que el laborismo aparezca como un partido alérgico a la religión y de que el electorado cristiano resulte así atraído por los conservadores, ha encendido algunas señales de alarma. «No entreguemos la religión a la derecha», advierten en un artículo publicado en «The Guardian» (18-03-2005), Giles Fraser, párroco anglicano, y William Whyte, profesor de Historia en Oxford. Su diagnóstico es que mientras los conservadores intentan atraerse a los votantes creyentes, la izquierda sigue echando fuera a la religión. Incluso tiende a mirar con sospecha a sus propios políticos que son creyentes, como ha ocurrido con el nombramiento de Ruth Kelly como ministra de Educación.

Los autores advierten que antes no solía ser así. «La afinidad entre la Iglesia y la izquierda viene de lejos», dicen, englobando en el término de Iglesia diversas corrientes cristianas que inspiraron y apoyaron reivindicaciones sociales del laborismo. Y podría seguir siendo así, ahora que el partido laborista está dirigido por un creyente como Tony Blair y la Iglesia anglicana por Rowan Williams, un arzobispo de Canterbury simpatizante con la izquierda. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario. Algunos están en contra de la religión por principio. Otros insisten en que la doctrina cristiana es siempre intolerante. Y Blair teme hacer referencias a la religión para no malquistarse con sus aliados.

El resultado, dicen Fraser y Whyte, es que mientras la derecha religiosa y los neoconservadores han colaborado, la izquierda religiosa y la secular se han separado cada vez más. Los autores, que se ubican en la izquierda religiosa, lamentan esta situación: «La ironía es que la derecha religiosa y la izquierda secularista han unido sus fuerzas de hecho para promover la idea de que la Biblia es reaccionaria. Para la izquierda secularista, cuanto más se catalogue a la Biblia de este modo, más fácil es ponerla por los suelos. Así se deja el campo libre a la derecha religiosa para pretender el monopolio del cristianismo. Y la izquierda cristiana, acosada por ambas partes, se ve reducida al silencio».

A su juicio, este desprecio de la religión es un error de la izquierda. La vieja creencia de que la religión se está marchitando y va a morir ha resultado ser muy simplista. «En este clima, la izquierda secular necesita suspender su gastada hostilidad y darse cuenta de que muchos creyentes son compañeros de viaje en la lucha por la justicia social». No hay que olvidar, dicen Fraser y Whyte, que el mensaje cristiano hace énfasis en la justicia, en la no violencia y en la preocupación por los débiles.

Lo que no parecen advertir el párroco y el historiador es que el cardenal Murphy-O’Connor, al poner en el debate político la cuestión del aborto, ha destacado un problema que tiene que ver precisamente con la justicia social, con la no violencia contra el ser más débil. Y es eso lo que amplios sectores de izquierda prefieren no ver.

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