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Vivir con dignidad, aun en silla de ruedas

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El caso de un tetrapléjico español que pide ayuda para suicidarse ha provocado reacciones de otros enfermos en la misma situación que le animan a seguir viviendo. Ramón Sampedro, de 50 años, paralítico desde los 25, quiere que se autorice a otra persona a darle muerte, porque considera que su vida sin movimiento no merece la pena. El juzgado de primera instancia rechazó la demanda y el caso está ahora en la Audiencia de Barcelona. La petición se opone a la ley, pues el Código Penal castiga a los que «prestan auxilio o inducen a otro al suicidio» y al que «lo prestare hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte». Por otra parte, en 1990 el Tribunal Constitucional, a raíz de una huelga de hambre de terroristas encarcelados, declaró que no existe el derecho a la muerte.

Algunos enfermos que están en la misma situación que Sampedro han querido dar respuestas animantes. Luis de Moya -que lleva desde el pasado verano intentando comunicar con Sampedro-, tetrapléjico desde hace cuatro años, ha declarado a la prensa que «lo que da ganas de vivir es notar el cariño de los otros» y que «una persona tetrapléjica, si tiene la cabeza en su sitio, es como los demás. Todo el mundo quiere amor». De Moya, sacerdote y médico de 40 años, aunque necesita la atención constante de otras personas, sigue ejerciendo su ministerio en la medida de sus posibilidades gracias a una silla de ruedas que maneja con movimientos de su cabeza. «Es cuestión de tener cierto interés -afirma- y de tener gente que se preocupe un poco por uno y que pongan las manos y los pies que a mí me faltan».

En términos parecidos se ha manifestado Miguel Pereyra, licenciado en Filosofía, de 55 años, y tetrapléjico desde hace 27. Alienta a vivir a Sampedro en una carta abierta. Reconoce que es difícil sobrellevar la enfermedad, pero asegura a su destinatario: «Conservas lo mejor de tu persona: tu habla, tu mente, tu vista, tu capacidad de ser bueno, amable, de querer y de que te quiera la gente». Además, interpreta que la petición de Sampedro es una llamada a toda la sociedad para que se facilite a estos enfermos las ayudas que necesitan para vivir con un mínimo de calidad, ayudas que existen en España pero que «no están a la mano de muchos tetrapléjicos».

Rechazo de la eutanasia

En Gran Bretaña, una comisión de la Cámara de los Lores para la ética de la medicina ha descartado legalizar la eutanasia. La comisión rechaza la eutanasia sobre todo por razones de carácter social que la hacen impracticable. Las personas ancianas o impedidas, que se considerasen una carga para los demás, podrían verse tentadas por la eutanasia aunque no desearan la muerte. «Si se cambiase la ley, los individuos más vulnerables sentirían una presión, real o imaginaria, que les empujaría a pedir la eutanasia. Sería muy difícil poner límites a esta práctica», dice el informe. Tampoco está asegurado el control: «Sería casi imposible garantizar que todos los actos de eutanasia fueran realmente voluntarios y que una liberalización de la ley no daría lugar a abusos».

Pero el informe abre la puerta al reconocimiento legal del llamado «testamento biológico», en el que el paciente manifiesta qué curas se le deben aplicar o no cuando la muerte es inevitable. Esta idea ha sido apoyada por la Asociación Médica Británica. Sin embargo, entre los propios médicos no hay unanimidad al respecto. Muchos piensan que ninguna persona sana y en posesión de sus facultades mentales puede saber lo que se experimenta cuando se es un enfermo terminal. Nadie puede prever tampoco cuáles serán los progresos de la ciencia en el tratamiento de una determinada enfermedad.

En cuanto al tratamiento al enfermo terminal, el informe de la comisión estima que no tiene sentido una cura «que no añada nada al bienestar físico del paciente», pero considera indiscutible la alimentación artificial. También advierte que corresponde a los médicos definir si un enfermo está en «estado vegetativo permanente» y determinar cómo actuar en tal caso.

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