Una causa no liberal

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En Estados Unidos, dos sentencias judiciales (en Nueva York y en California) han anulado sendas leyes estatales que prohibían la cooperación médica al suicidio. E.J. Dionne Jr. cree que los jueces han dado así un paso peligroso (The Washington Post, 15-IV-96).

(…) No se trata de un pequeño cambio legal. Estas sentencias, si se aplican, (…) aumentarán enormemente las presiones sobre los enfermos graves para que acepten suicidarse, transformarán por completo la relación entre médicos y pacientes, y abrirán la puerta a los abusos.

Es sobre todo escalofriante que estas sentencias lleguen en un momento en que el país se dispone rápidamente a adoptar una forma de seguro sanitario (managed-care health plans) en que todos los incentivos se dirigen a reducir costes. ¿Qué otra forma más fácil hay de reducir costes que generar presiones sutiles sobre los pacientes para que se suiciden? Desde luego, no hay seguro de ese tipo que hiciera tal cosa expresamente, o al menos así lo espero. Pero como la atención médica de los enfermos graves es cada vez más cara, es ingenuo pensar que nunca se producirán tales presiones. Por eso, quienes se llaman liberales no deberían apresurarse a apoyar la causa de la cooperación al suicidio sólo porque se haya izado la bandera de la «libertad». Una de las protecciones más perentoriamente necesarias en el cada vez más complicado sistema sanitario norteamericano, es proteger a los individuos de presiones burocráticas cuando toman las decisiones más difíciles de toda la vida.

Muchos médicos se oponen con energía a la cooperación al suicidio precisamente porque quieren que su misión siga siendo clara e inequívoca. La Asociación Médica Americana ha manifestado su preocupación, porque la cooperación al suicidio es «fundamentalmente incompatible con la misión del médico, que es curar y cuidar» [ver servicio 42/96]. La medicina es, en palabras de Leon Kass, especialista en deontología médica, «una actividad esencialmente ética». Los médicos que más admiramos son aquellos que ponen sus obligaciones éticas por encima de todo. (…)

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