Un nuevo instrumento, no la panacea

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Ordenadores en la escuela
Los ordenadores ya son parte del equipamiento de muchos colegios. Los más optimistas ven en la informática el método de enseñanza del futuro. Por eso, los países que se lo pueden permitir introducen cada vez más ordenadores en las aulas. Redes, trabajo en equipo, Internet… son sólo la punta de lanza de las ventajas que prometen los partidarios de la informatización. Sin embargo, como en cualquier proyecto ambicioso, hay más entusiasmo que realidades. La principal duda es si sirve para que mejoren los resultados académicos.

En un extenso reportaje sobre la informática en la escuela publicado en la revista estadounidense The Atlantic Monthly (1), Todd Oppenheimer recuerda algunas lecciones del pasado. En 1922 Thomas Edison predijo que el cine estaba llamado a revolucionar el sistema educativo y a sustituir en pocos años los libros de texto. William Levenson, director de la emisora de las escuelas públicas de Cleveland, declaró algo similar en 1945: «Los receptores de radio serán tan comunes en las aulas como las pizarras». Ahora se hacen pronósticos parecidos. Después de que Bill Clinton anunciara en enero que todas las aulas del país estarían conectadas a una red informática, Richard Riley, secretario de Educación, aseguró que «los ordenadores serán la nueva base de la educación americana, e Internet… la pizarra del futuro».

Ni el cine ni la radio han revolucionado la enseñanza, y aún está por ver si lo logrará la informática. De momento, hay un empeño serio por parte de algunos gobiernos de dedicar dinero a llevar los ordenadores a las aulas.

Entusiasmo informático

Pocas innovaciones en la educación han sido acogidas con tanto entusiasmo por parte de padres, alumnos y autoridades. Piensan que es fácil trasladar a la enseñanza la revolución que ha supuesto la informática en el mundo laboral y en las comunicaciones. Sin embargo, con los datos actuales sobre el rendimiento escolar de los alumnos de colegios «informatizados», es pronto para echar las campanas al vuelo.

Las autoridades educativas que están dispuestas a informatizar los colegios utilizan argumentos muy similares en todos los países. Con el auxilio de estudios y estadísticas, auguran toda una serie de cambios positivos. Unos tienen que ver con el método de estudio: los alumnos podrán aprender materias para las que no se precise la presencia del profesor, como la ortografía y la morfología básica; aprenderán a pensar con lógica a través de una máquina que se sirve de una lógica similar; será más fácil el aprendizaje de la expresión escrita por la amplia posibilidad de manipular el texto, etc. Otros se refieren a la mejora de la comunicación entre los implicados en la enseñanza: facilitar que los profesores compartan experiencias con otros colegas; favorecer que los alumnos de colegios aislados puedan trabajar con otros estudiantes; mantener videoconferencias con alumnos extranjeros para perfeccionar idiomas; obtener programas e información de calidad a través de Internet; acceder a bibliotecas…

Como se ve, el proyecto va más allá de enseñar informática a los estudiantes. En este sentido, el National Information Infrastructure Advisory Council (NIIAC) -comisión que asesora al gobierno estadounidense en materia de informatización de la enseñanza- es uno de los principales promotores del proyecto. Los argumentos que utiliza se han extraído de un macroestudio, denominado Connecting K-12 Schools to the Information Superhighway (2), que recoge a su vez las conclusiones de otros estudios más limitados.

Aprender más rápido

Respecto a las mejoras en áreas concretas de aprendizaje, según el estudio Effectiveness of Technology in Schools, 1990-1994, realizado por la Software Publishers Association en 1995, los estudiantes que recibieron instrucción de matemáticas asistida por ordenador en un experimento de 71 días, aprendieron un 30% más rápido que los alumnos que siguieron el método tradicional. La Carrollton City School (Georgia), que implantó este sistema entre sus alumnos, consiguió reducir el fracaso escolar en matemáticas de un 38% a un 3%.

El estudio Apple Classrooms of Tomorrow: What We’ve Learned apunta que los alumnos de tercer grado son capaces de escribir con ordenador 20-30 palabras por minuto, correctas en un 95% de los casos, después de dedicar 15 minutos al día durante seis semanas, mientras que a mano sólo consiguen escribir de 9 a 11 palabras por minuto. Además, asegura que los alumnos que utilizan ordenadores en sus colegios participan más en las clases, aprenden a investigar por su cuenta y son capaces de comunicarse a través de procesos complejos.

Las ventajas de los programas que utilizan los alumnos de forma individual son distintas según las materias. Así, la capacidad de escribir mejora por la facilidad que permiten los ordenadores. En matemáticas, la ventaja principal es poder visualizar los conceptos que se estudian, conocer los errores de manera inmediata y disponer de ejercicios apropiados para las necesidades de cada estudiante.

Otro experimento, recogido en The American Journal of Distance Education, llamado Student Achievement and Attitude in a Satellite-Delivered High School Science Course, comparaba lo que habían aprendido unos alumnos después de una clase de anatomía y fisiología vía satélite, con lo que habían comprendido otros estudiantes en una clase tradicional. El resultado fue que los primeros consiguieron un nivel significativamente superior. No obstante, el estudio concede que quizá se debió a la distinta habilidad de cada profesor. Estos y otros datos sirven al NIIAC para concluir que una red informática en los colegios mejoraría mucho la enseñanza.

Otras voces son menos entusiastas. En su amplio reportaje, Todd Oppenheimer, después de revisar el informe del NIIAC, aconseja moderación. A su juicio, algunos estudios son criticables desde el punto de vista metodológico o están financiados por empresas informáticas, que tienen un interés particular en que haya ordenadores en los colegios. Así, antes del estudio Classrooms of Tomorrow, Apple donó ordenadores a los colegios que participaron en el experimento.

El ordenador es sólo un factor

También hay estudios que sólo destacan los resultados de un experimento particular, pero no dicen nada de la mejora de los resultados académicos. Por ejemplo, según el método de enseñanza denominado project-oriented learning, los alumnos aprenden por sí mismos a través de los ordenadores, pero bajo la supervisión de un profesor. El programa tiene éxito, pero, según Jane David, asesora del estudio de Apple, el mérito no es del ordenador sino de los profesores: «Si quitas los ordenadores, el método seguirá siendo bueno».

Sherry Turkle, profesora de sociología de la ciencia del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y autora de libros sobre las consecuencias de la informática en la psicología humana (3), ha analizado a fondo el uso que los niños hacen de los ordenadores. Como conclusión de sus estudios, Turkle declara a Oppenheimer que «la probabilidad de utilizar mal los ordenadores supera a la de utilizarlos bien. Y esto hace que muchos como yo, fundamentalmente optimistas respecto de los ordenadores, seamos tan reticentes».

Oppenheimer es partidario de utilizar la informática en los colegios y reconoce sus ventajas. Pero, antes de afrontar las fuertes inversiones que esto requiere, sugiere pararse a pensar qué se espera obtener de los ordenadores para que contribuyan a mejorar los resultados académicos de los estudiantes.

Lo que buscan las empresas

La imperiosa necesidad de conocimientos informáticos para entrar en el mundo laboral es otro de los argumentos aducidos para impulsar la informatización de las escuelas.

El Departamento de Estadísticas de Empleo de Estados Unidos estima que para el año 2000 el 60% de los trabajos del país precisarán conocimientos informáticos (actualmente sólo el 22% de la población sabe algo de informática). Además, ya hoy quienes trabajan con ordenadores ganan un 10-15% más que los que no los utilizan. Para el NIIAC, esto implica que en los próximos años los estudiantes que no sepan manejar un ordenador estarán en clara desventaja.

Ya se ve que la informática formará parte del plan de estudios, pero ¿debe ser una materia fundamental? Algunas de las empresas mencionadas en el reportaje de Oppenheimer piensan que no. Kris Meisling, consejero de Mobil Oil, cree que cuando se trabaja mucho tiempo con ordenadores cuesta más pensar. Su experiencia es que los ordenadores ahorran mucho tiempo, por ejemplo para clasificar datos. Pero muchas veces los miembros de su equipo, fascinados por los diseños del ordenador, no se preocupan de interpretar datos, pierden información con facilidad y pasan por alto errores. Para Meisling, los ordenadores hacen bien los cálculos, pero no innovan. Además, cuando alguien tiene una idea interesante pero no hay software que la desarrolle, tiende a descartarla.

Un portavoz de Hewlett Packard afirma que rara vez su empresa contrata gente exclusivamente experta en informática. Prefieren personas que sepan trabajar en equipo, que sean flexibles y tengan iniciativa. Por esta razón, en lugar de regalar ordenadores, desde 1992 HP ha donado 2.600 millones de dólares para la construcción de laboratorios tradicionales en los colegios.

Oppenheimer piensa que, aunque en el futuro haya que saber informática, eso no debe preocupar ni a padres ni a profesores. Joseph Weizenbaum, profesor emérito de informática en el MIT, afirma que los estudiantes que acceden a esa prestigiosa universidad pueden aprender «en un verano» la informática que necesitan para ingresar.

En cambio, la escuela debe preocuparse de dar una formación básica sólida, que sirva para cultivar la inteligencia y permita adquirir más tarde las habilidades específicas que el mercado laboral demande. Por eso, algunos estudiosos que cita Oppenheimer advierten contra el peligro de que la inmersión de los escolares en la informática estorbe el desarrollo de las aptitudes fundamentales: lectura, reflexión, creatividad… Por ejemplo, al chico que se habitúa a los atractivos productos multimedia, los libros le resultarán tediosos. En suma, el peligro es confundir la herramienta con el trabajo.

Planes ambiciosos y presupuestos cortos

El entusiasmo por llevar los ordenadores a la escuela queda mitigado cuando se saca la calculadora. Tony Blair, primer ministro británico, también ha anunciado un proyecto, la National Grid for Learning, que tendrá un gasto inicial de 100 millones de libras. El proyecto británico pretende dotar de ordenadores, programas y conexión a Internet a los 32.000 colegios del país antes del 2002. En la actualidad, sólo 6.000 colegios disponen de estos servicios, y la mitad de sus ordenadores tiene más de cinco años.

El gobierno español, por su parte, tiene previsto destinar 2.000 millones de pesetas en 1998 para comprar 8.000 ordenadores. Irán a parar a 3.000 de los 6.000 centros del territorio administrado por el Ministerio de Educación. Del total de colegios, sólo 2.000 tienen más de 10 ordenadores. No obstante, casi todos los colegios de secundaria tienen ya algún ordenador. Un tercio de los centros de primaria y dos tercios de los de secundaria están conectados a Internet.

También el gobierno francés invertirá 1.500 millones de francos para conectar con Internet todos los centros educativos -de la enseñanza primaria a la universidad- antes del año 2000. El presupuesto incluye la compra de equipos y la formación de los profesores.

Con estas partidas, hablar de informatización de los colegios resulta demasiado optimista. Minette Marrin hace la cuenta en The Daily Telegraph (9-X-97). 100 millones de libras entre 32.000 colegios, igual a 3.000 libras por colegio, es decir, tres ordenadores y algunos programas. Como la media de alumnos por colegio de secundaria es de 750, habrá un ordenador nuevo por cada 250 alumnos. Además, los 500.000 profesores británicos precisan, según los cálculos de Marrin, por lo menos un curso de cinco días para aprender a manejar los programas necesarios. Lo que supondría un coste aproximado de 625 millones de libras, muy lejos de esos 100 millones iniciales. En suma, cada alumno podrá disponer de 10 minutos a la semana para trabajar con el ordenador, bajo la dirección de un profesor apenas instruido.

Estados Unidos también tiene sus dificultades. Actualmente, sólo la mitad de los colegios están conectados a Internet (aunque la proporción ha aumentado un 15% en tres años). Según el estudio The Little wiRed Schoolhouse: Connecting Kids to the Information Superhighway (4), debe haber un ordenador por cada 5 estudiantes para que realmente aprendan, y ahora mismo la proporción es uno por cada 38. La mitad de los profesores tiene muy poca o ninguna experiencia informática, y sólo un pequeño número posee los conocimientos necesarios para incorporar los ordenadores a la enseñanza.

Según las previsiones, habría que destinar 150.000 millones de dólares para informatizar las aulas estadounidenses en los próximos 10 años. A esto hay que sumar los gastos de mantenimiento y reemplazo de equipos antiguos.

Los ordenadores de muchos colegios proceden de donaciones de empresas que han renovado sus equipos. Por lo general, las empresas se limitan a regalar los ordenadores, sin comprometerse a mantenerlos ni a renovarlos. Los colegios aceptan el regalo, pero al cabo del tiempo se encuentran con gastos que no estaba previstos: mantenimiento de los ordenadores, renovación de programas, formación del profesorado. En muchos casos, un gasto muy superior al de la compra e instalación de los equipos y que los colegios afrontan recortando otros programas (como aulas de música, arte, etc.).

Algunos colegios han decidido utilizar los ordenadores con un gasto mínimo, por ejemplo comprando software y hardware sencillo procedente de programas de reciclaje. Esta medida, aunque es barata, limita el uso de los ordenadores. Y las ventajas de Internet, las videoconferencias con alumnos de otros países o los programas de investigación conjunta se pierden en la maraña de los buenos deseos.

Ignacio F. Zabala_________________________(1) «The Computer Delusion», en The Atlantic Monthly, julio 1997 (http://www.theatlantic.com/issues/97jul/computer.html).(2) Connecting K-12 Schools to the Information Superhighway (http://cavern.uark.edu/mckinsey/contents.html).(3) Sherry Turkle publicó en 1985 The Second Self: Computers and the Human Spirit, y en 1995, Life on the Screen: Identity in the Age of the Internet (ver servicio 118/96).(4) The Little wiRed Schoolhouse: Connecting Kids to the Information Superhighway (http://epn.org/cme/infoactive/fall96/fall96.html).Internet para la escuelaVer segunda parte de este servicio.

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