A medida que la intensidad de la comunicación crece y el ruido que nos rodea se hace continuo, permanecer en silencio y meditar se han convertido en una necesidad. Algunos lo hacen en solitario, con afán de vaciar su interior y abrirse a lo nuevo; otros, en cambio, buscan ayuda en retiros colectivos, los tradicionales en la vida cristiana o simples reuniones en entornos tranquilos donde descansar. La demanda ya ha activado a los empresarios turísticos que ven en las terapias del interior un buen filón para reinventar negocios.
Cuando Erling Kagge, un explorador noruego, bajó de su avioneta en el Polo Sur y decidió desconectar la batería de su radio, no pretendía sin ...
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