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ONU: las misiones de paz tienen un precio

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El secretario general de la ONU, Butros Ghali, se ha quejado recientemente de que los Estados miembros están poco dispuestos a llevar a término las misiones internacionales de paz emprendidas por la organización en países en conflicto. Lo ha explicado en unas declaraciones a la periodista norteamericana Flora Lewis (International Herald Tribune, 2-XI-93).

(…) El secretario general me precisó que su opinión es que «si no hay voluntad política de zanjar pacíficamente una disputa, y si los Estados miembros no están dispuestos a aceptar el precio de imponer la paz, entonces es mejor que nos retiremos. ¿Para qué quedarse y debilitar la imagen de la ONU?» Me dijo que no se refería sólo a Somalia. Su intención era «preservar la imagen y la capacidad de la ONU en los casos en que haya decisión política para pagar el precio». Si ésta no existe, si no hay disposición «para combatir en Bosnia, para desarmar a las facciones de Somalia, para desembarcar en Haití, yo no puedo» proporcionar una excusa para encubrir la negativa.

«Aquí hay una cuestión moral muy importante. Si no hay voluntad política, estamos perdiendo dinero, energías y tiempo, a costa de muchos otros lugares donde sí hay decisión para intervenir».

(…) Después de la ruptura del acuerdo de paz en Angola, la ONU retiró casi todo su personal destacado en el país para vigilar el cumplimiento del tratado. En consecuencia, dice Ghali, en los últimos doce meses ha habido allí más muertes que en los anteriores 17 años de guerra. «Nadie habla del fracaso en Angola. Nos retiramos de allí muy discretamente».

Pero ha sido un fracaso terrible. Por eso, Ghali se ha visto obligado a probar con tácticas tajantes, que han tenido éxito la semana pasada, durante los tres días de duras negociaciones en Mozambique. Amenazó con la retirada de la ONU, y las partes beligerantes aceptaron un plan de paz.

«No puedo decir cuándo debemos intervenir, pero sí puedo decir cuándo debemos retirarnos: cuando las partes de un conflicto quieren proseguir las hostilidades y romper los acuerdos, y cuando otros Estados miembros no están dispuestos a aplicar medidas de fuerza». (…)

«Estamos perdiendo nuestra credibilidad y una oportunidad única para lograr un orden mundial». La ONU está en «quiebra», dice. Debe 500 millones de dólares a los países que ya han aportado tropas, y no tiene dinero para mantenerlas. Ahora tiene 80.000 soldados destacados, y no puede conseguir más. En la Guerra Fría, señala el secretario general, «los países estaban dispuestos a gastar mil millones de dólares al día, pero ahora no quieren aportar ni siquiera la milésima parte».

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