La mortalidad neonatal podría reducirse con medios asequibles

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La revista médica británica «The Lancet» ha publicado un número especial (marzo 2005) con una serie de artículos que analizan el fenómeno de la mortalidad neonatal. Su conclusión es que la mayor parte de los 4 millones de muertes anuales de niños se podrían evitar empleando medios muy asequibles. Cosa que confirman los resultados de la campaña de la OMS para vacunar niños contra el sarampión, que ha logrado bajar la mortandad de niños casi un 40% en cuatro años.

«The Lancet» pretende llamar la atención sobre la mortalidad neonatal (en el primer mes de vida), que en 2000 suponía el 38% de la mortalidad infantil total (hasta los cinco años). De los 130 millones de niños que nacen todos los años, 4 millones mueren en el período neonatal, y otros tantos nacen muertos. Son muchas más muertes que las causadas por el sida (3,1 millones en 2004), pero rara vez se habla de ellas, señala la revista: constituyen la estadística «vergonzosa» del siglo XXI.

El 99% de esas muertes ocurren en países de renta baja o media. En los países ricos, la mortalidad neonatal es, por término medio, del 4 por mil nacidos vivos, mientras que los países en desarrollo registran una tasa del 33 por mil. Las más altas cotas corresponden al África subsahariana.

Lo escandaloso es que 3 millones de los bebés que mueren cada año se podrían salvar con recursos ordinarios y baratos como la vacuna antitetánica, antibióticos comunes, buenas condiciones de higiene en el parto, u otros como servicios hospitalarios de urgencia para hacer cesáreas o transfusiones de sangre, que tampoco son de alta tecnología. Basta considerar las principales causas de muertes neonatales: parto prematuro (28%), infecciones (26%), asfixia (23%) y tétanos (7%). En fin, se podría reducir la mortandad hasta en un 72% sin necesidad de hacer fuertes inversiones en unidades de cuidados intensivos dotadas de incubadoras, ni de construir nuevos hospitales o perfeccionar los sistemas sanitarios nacionales. Como escribe en «The Lancet» Gary Darmstadt, director del Centro Internacional de Salud Neonatal de la Universidad Johns Hopkins, «con menos de un dólar por persona y año se podría proporcionar esos cuidados básicos al 90% de las madres y los niños: es un coste asequible».

La clave está en suministrar atención antes y después del parto en el ámbito familiar y comunitario, fuera de los hospitales, en los países con mayores tasas de mortalidad neonatal, que tienen unos sistemas sanitarios débiles. La mitad de los fallecimientos de recién nacidos corresponden a alumbramientos sin asistencia alguna, como ocurre en más del 60% de los partos en el África subsahariana, y en más del 70% en Asia meridional.

No sería tan difícil que los países en desarrollo repitieran los progresos alcanzados en el pasado por los países ricos. En Suecia, a finales del siglo XIX, bastó proporcionar comadronas a las mujeres que daban a luz en casa para reducir en un tercio la mortalidad neonatal. Inglaterra redujo su tasa del 30 por mil en 1940 al 10 por mil en 1975 con medidas también sencillas: implantar los cuidados prenatales, mejorar la asistencia al parto y suministrar antibióticos a los bebés.

El sarampión retrocede

Una prueba de que se puede reducir drásticamente la mortalidad infantil es el dato publicado por la OMS el pasado 4 de marzo. Las muertes por sarampión en todo el mundo han caído de 873.000 en 1999 a 530.000 en 2003: un 39% menos. El mayor descenso se ha dado en África, la región más azotada por esta enfermedad.

El éxito se debe a la campaña de vacunaciones emprendida por la OMS y UNICEF con la colaboración de otras entidades. La estrategia seguida se compone de dos programas. El primero consiste en implantar la vacunación rutinaria para los niños de nueve meses, como se hace en los países desarrollados. Pero la campaña incluye también un programa de vacunación suplementaria para los niños de hasta 14 años que no fueron vacunados a la edad normal, así como para los que recibieron la vacuna pero no han desarrollado la inmunidad contra el virus, cosa que ocurre en un 10-15% de los casos.

De este modo se ha conseguido vacunar a más de 350 millones de niños desde que comenzó la campaña, en 2001. Y a un coste total muy bajo: unos 145 millones de dólares, menos de medio dólar por niño. La vacuna contra el sarampión, disponible desde hace más de 40 años, es segura, efectiva y barata; UNICEF la proporciona a 30 centavos la dosis.

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