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La Iglesia excomulga a un teólogo de Sri Lanka

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La Iglesia católica ha hecho pública la excomunión de Tissa Balasuriya, un sacerdote de Sri Lanka de 72 años de edad, miembro de la orden de los Oblatos de María Inmaculada. La medida se debe a su discrepancia doctrinal con la fe católica, y es el primer caso de excomunión pública desde que el arzobispo Marcel Lefebvre quedara fuera de la iglesia en 1988.

El Vaticano ha considerado inaceptables algunas opiniones de Balasuriya, en las que combina elementos de la teología de la liberación con una teología antidogmática y pluralista que toma sus raíces de la cultura de la India. Balasuriya adopta así una postura relativista en algunos puntos básicos de la doctrina católica; niega la necesidad del bautismo al considerar el pecado original «un producto del pensamiento teológico occidental», y también critica el primado del Papa.

En un encuentro con los presidentes de las conferencias episcopales en América latina, celebrado en Guadalajara (México) en mayo de 1996, el cardenal Ratzinger afirmaba que «el relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la era actual». Asimismo, advertía del peligro de incurrir en el relativismo al pretender acercarse a las culturas orientales: «Bajo el signo del encuentro de las culturas, el relativismo parece presentarse aquí como la verdadera filosofía de la humanidad (…). Quien se resiste, se opone no sólo a la democracia y a la tolerancia -es decir, a los imperativos básicos de la comunidad humana-, sino que además persiste obstinadamente en la prioridad de la propia cultura occidental, y se niega al encuentro de las culturas, que es notoriamente el imperativo del momento presente». Según estas ideas, basadas en la unión de la teología de la religión pluralista con las teologías de la liberación, el diálogo interreligioso debería basarse en un único principio: el primado de la ortopraxis -entendida en un sentido sociopolítico- sobre la ortodoxia. Ratzinger advertía que «la fe, junto con su praxis, o nos llega del Señor a través de su Iglesia y la vida sacramental, o no existe en absoluto» (Cfr. L’Osservatore Romano, edición en castellano, 1-XI-96).

Según informa International Herald Tribune (8-I-97), el caso de Tissa Balasuriya comenzó en 1993 cuando la Conferencia Episcopal de Sri Lanka examinó su último libro, titulado Mary and Human Liberation. En él, Balasuriya criticaba el culto a la Virgen María y sostenía que su virginidad perpetua la mostraba como una figura «que no es completamente humana». Balasuriya afirmaba también que el cristianismo debía ir mucho más allá en el reconocimiento de otras creencias.

En 1994, Balasuriya rechazó un documento elaborado por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en el que se le advertía del equivocado contenido doctrinal de sus escritos. Contestó que el Vaticano no está en situación de juzgar lo que está bien o mal en un país multicultural como Sri Lanka, donde el 69% de los habitantes son budistas, el 15% hindús, y sólo un 8% cristianos y musulmanes.

Finalmente, en mayo de 1996, el Vaticano envió al sacerdote cingalés una profesión de fe instándole a contestar si «aceptaba las verdades» que en ella se afirmaban. La profesión de fe incluía un reconocimiento explícito de la doctrina católica contraria a la ordenación de mujeres. Por estas y otras razones Balasuriya se negó a firmar y redactó otra profesión de fe que la Santa Sede ha juzgado insuficiente.

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