La explosión pentecostal

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En su último viaje pastoral, Benedicto XVI ha visitado el país con mayor número de católicos. Pero Brasil es también la segunda «potencia» pentecostal del mundo, después de Estados Unidos. Hoy el pentecostalismo es el movimiento religioso que más deprisa crece, y no solo en Latinoamérica: también en Asia y en África.
Una celebración pentecostal es inconfundible. Se prolonga durante horas, sin un orden bien definido. Los testimonios espontáneos se alternan con cantos y bailes de ritmos modernos (rock, samba…). De pronto, estallidos colectivos de entusiasmo; algunos fieles caen en trance y empiezan a hablar en lenguas. En algún momento se hace el silencio -más o menos- para escuchar el emotivo sermón del pastor.

Los pentecostales, en efecto, se identifican claramente por un «aire» común, perceptible sobre todo en el culto y también en la convicción con que, fuera del templo, hablan de su experiencia de salvación y buscan prosélitos. Son el grupo religioso que más se expande en el mundo, especialmente en Latinoamérica y Asia. Pero no resulta fácil contarlos. En el caso de la Iglesia católica, o la anglicana, el crecimiento se refleja en los libros de bautismos. La adhesión al pentecostalismo, por apasionada que sea, es informal. Las creencias, más allá de los rasgos elementales -algunos compartidos con otras denominaciones-, no están del todo perfiladas; en todo caso, la doctrina no es lo más importante para ellos.

Un estilo semejante al de los pentecostales, que son protestantes de tipo evangélico y no pertenecen a otra Iglesia, es el de los carismáticos. Pero estos son anglicanos, católicos o protestantes que se mantienen dentro de su confesión.

Más emoción que doctrina

El pentecostalismo, por su parte, no es una Iglesia propiamente dicha. Está formado por una nube de más de diez mil grupos autónomos, muchos de ellos federados en organizaciones más amplias. Dentro de su diversidad, coinciden en sostener algunas creencias comunes (1).

Primero, afirman que hay una nueva Pentecostés, como la narrada al principio de los «Hechos de los Apóstoles», y como entonces, el Espíritu Santo se derrama sobre los fieles con dones extraordinarios: glosolalia (don de lenguas) y curación mediante la imposición de las manos. También creen que es inminente la segunda venida de Jesucristo. Para ellos, el bautismo no es un sacramento que incorpora a la Iglesia y da la justificación; sino solo un símbolo -si bien mandado por Jesucristo- de la conversión personal, reservado a los adultos.

Por lo demás, el «estilo» pentecostal se distingue por el predominio de lo emotivo sobre la doctrina. Atribuye suma importancia a las manifestaciones extraordinarias y milagrosas. Insiste en la relación personal y afectiva con Cristo.

Los pentecostales no tienen organización jerárquica como la de las Iglesias y confesiones: de ahí la continua atomización en comunidades autónomas. Cualquiera puede llegar a ser pastor, aun sin necesidad de cursar formación alguna, y abandonar su grupo para formar otro, si tiene seguidores. Por eso las congregaciones pentecostales dependen en gran medida del carisma de los predicadores que las inician y aglutinan. El poder de convocatoria puede pasar de padres a hijos o perpetuarse en continuadores; o puede ser efímero: una estrella que se apaga pierde su feligresía en favor de otra naciente. El eclipse se debe en ocasiones al descubrimiento de escándalos (inmoralidad sexual, malversación de fondos), de los que hay algunos casos clamorosos en pastores que habían tenido gran éxito.


Influencia política

La falta de jerarquía y de clero en sentido estricto no significa necesariamente que los pentecostales no estén bien organizados. Varios grupos de mayor éxito tienen grandes templos, cadenas de televisión, editoriales. Como los evangélicos, ponen interés y habilidad en el uso de los medios de comunicación de masas. Lo que es posible gracias a la buena gestión de los generosos donativos de sus fieles.

Uno de los casos más destacados es el de la Iglesia Unida del Reino de Dios, en Brasil, fundada en 1977 por Edir Macedo. Esta formación pentecostal, que hoy cuenta unos dos millones de fieles, regenta una cadena de televisión (TV-Record, que es la tercera más grande del país), decenas de emisoras de radio locales, un periódico gratuito que tira millones de ejemplares y un equipo de fútbol.

Varios grupos han empezado a emprender la acción social y política, que no entra en las preocupaciones del pentecostalismo original. Por ejemplo, la iglesia de El Shaddai, en la ciudad de Guatemala, ha fundado once escuelas y organiza dispensarios itinerantes para zonas rurales sin atención médica. Su pastor, Harold Caballeros, afirma que el pentecostalismo puede sacar de la pobreza al país inculcando la honradez al pueblo y a los dirigentes.

Los pentecostales son una fuerza no solo moral, sino también política en algunos países. El mismo Caballeros ha renunciado a su ministerio a favor de su esposa, para aspirar a la presidencia de Guatemala, que ya tuvo un presidente pentecostal, Efraín Ríos Montt. En Brasil, la Iglesia Universal del Reino ha promovido un partido político, el Republicano, aliado del presidente «Lula» da Silva. Uno de sus miembros, José Alencar, es el vicepresidente. En el Parlamento brasileño se sientan medio centenar de diputados de este partido y de otros movimientos evangélicos.

Cifras inciertas

El pentecostalismo ha experimentado un crecimiento espectacular en las últimas décadas. Según la «World Christian Encyclopedia», publicada por Oxford University Press, el total mundial de pentecostales y carismáticos pasó de 115 millones en 1980 a 533 millones en 2000. La edición de 1982 de esa obra, de la que procede el primer dato, no preveía semejante proliferación: calculaba que en el año 2000 pentecostales y carismáticos serían 250 millones. Adherents.com, que reúne y revisa distintas estadísticas y bases de datos, estima que los pentecostales son en la actualidad 105 millones, sin contar carismáticos.

Las cifras son forzosamente inciertas. Muchos se suman a las comunidades pentecostales atraídos por la predicación sentida, el mensaje claro y simple, la música, el fervor, la experiencia de dones extraordinarios y milagros, la estrecha fraternidad entre los miembros. Ahora bien, no necesariamente quien empieza a acudir al culto pentecostal tiene la intención o la conciencia de cambiar de afiliación religiosa. Una parte de los seguidores no son permanentes. «Se considera pentecostales a todos los que participan en una celebración o en una vigilia de oración», advierte Régis Anouil, redactor jefe de la revista católica «Églises d’Asie»; sin embargo, «cada vez son más frecuentes los casos de doble pertenencia» («La Croix», 3-05-2007). Así pues, cuando se oye hablar, por ejemplo, de la expansión pentecostal en Latinoamérica, a costa de la Iglesia católica, conviene tomar los datos con cautela.

En todo caso, la expansión pentecostal salta a la vista, sobre todo en Latinoamérica. Un estudio reciente (2) del Pew Forum on Religion & Public Life, una organización estadounidense, hace estimaciones para diez naciones de África, América y Asia donde ha llevado a cabo sondeos. Según ese informe, en Guatemala, el país con mayor proporción de protestantes de toda Latinoamérica (30%), el 20% de los habitantes son pentecostales.

También en Asia se registra una fuerte expansión del pentecostalismo. Un estudio de John Prior para «Églises d’Asie» calcula que, con los carismáticos, son el 43% de los cristianos del continente. El mayor número está en China (55 millones); a continuación figuran India (33 millones) y Filipinas (20 millones).

Expansión en Brasil

El Pew Forum suministra también datos de Brasil; pero sobre este país hay otra encuesta más precisa, hecha pública poco antes de la visita de Benedicto XVI y realizada por la Fundación Getúlio Vargas (3), que aporta cifras de 2000 y de 2003.

En los últimos decenios, Brasil se ha estado haciendo menos católico y más protestante. El porcentaje de católicos, 92% en 1970, empezó entonces una caída pronunciada, de hasta un punto por año en la década de los noventa, y se quedó en el 73,9% en 2000. En los mismos treinta años, los protestantes (pentecostales o no) pasaron del 5,2% al 16,2%.

La novedad, según la Fundación, es que después del año 2000 la proporción de católicos ha dejado de bajar. Ha seguido subiendo la de protestantes, hasta el 17,9% en 2003 (31,5 millones). Baja, en cambio, la de brasileños sin religión, del 7,4% al 5,1%.

Los pentecostales han aumentado en más de tres millones en tres años (2000-2003). Con respecto a la población total, han pasado del 11% al 12,5%. Extrapolando al momento presente los incrementos observados de la población total y de las religiones, el informe estima que en Brasil hay ahora casi 29 millones de pentecostales.

El mensaje atrae a los pobres

¿A qué se debe el éxito de los pentecostales? Probablemente, la doctrina simple y la religiosidad emotiva que ofrecen facilitan la difusión. Pero no debe descartarse el fenómeno como una moda pasajera. Por una parte, el poderoso ímpetu de los últimos decenios no debe hacer olvidar que el movimiento lleva extendiéndose algo más de un siglo. En más o menos el mismo tiempo, la Ciencia Cristiana ha crecido hasta un punto y comenzado a declinar tras la primera mitad de su existencia.

Por otro lado, el pentecostalismo suele ser exigente desde el punto de vista moral. Uno de sus atractivos está en que ofrece ayuda para mejorar de vida. Como señalaba «The Economist» (23-12-2006) en un reportaje sobre el movimiento, «las iglesias [pentecostales] están llenas de sufridas mujeres que han arrastrado con ellas a sus maridos, con la esperanza de apartarlos de la bebida, el juego y otras mujeres». El estudio de la Fundación Getúlio Vargas muestra que, así como los dos sexos están casi igualados en la Iglesia católica de Brasil, con ligera ventaja para los hombres, entre los pentecostales hay un perceptible predominio de las mujeres.

Este mensaje de cambio personal resuena especialmente entre los pobres, sobre todo los llegados del campo a la ciudad. A menudo desorientados, con una vida dura, encuentran en el pentecostalismo -y en diversas sectas- apoyo y seguridad. Según el citado informe de la fundación brasileña, los pentecostales tienen una fuerte presencia en las favelas, en las periferias de las grandes ciudades. Son el grupo religioso con menor renta media, después de los católicos.

Abundancia de pastores

Pero entre las razones de la explosión pentecostal no se puede preterir el dinamismo misionero de esas congregaciones. El movimiento se propaga rápidamente mediante el proselitismo de muchos convertidos y, en especial, mediante la predicación en los templos y a través de los «mass media». Y cualquiera que sea el canal, la predicación llega lejos gracias a la abundancia de predicadores. En México y Brasil, pese a sus grandes mayorías católicas, hay ya más pastores evangélicos o pentecostales que sacerdotes católicos: casi el triple en el primer país y cerca del cuádruple en el segundo.

Ese déficit de sacerdotes constituye uno de los problemas más importantes de la Iglesia católica para responder a la difusión del pentecostalismo y otros movimientos y sectas en Latinoamérica. Benedicto XVI, al hablar, en su discurso del 11 de mayo a los obispos brasileños, de los católicos que abandonan la Iglesia, señaló que los «más vulnerables» suelen ser «los bautizados no suficientemente evangelizados, fácilmente influibles porque poseen una fe frágil y, a veces, confusa, vacilante e ingenua, aunque conserven una religiosidad innata». El remedio, dijo, es «una evangelización metódica y capilar con vistas a una adhesión personal y comunitaria a Cristo».

Es claro que hoy los pentecostales y otros evangélicos ganan a los católicos en capilaridad, si bien ello es en parte posible gracias a su mucho menor número. De todas formas, la Iglesia católica necesita más sacerdotes y también más laicos capaces de propagar la fe con tanta convicción como los pentecostales.


Pentecostales clásicos y nuevos

La historia del pentecostalismo ayuda a comprender el dinamismo y la identidad un tanto proteica del movimiento. Surgió a finales del siglo XIX en Estados Unidos en el seno del evangelismo, que no es una confesión cristiana, sino una corriente transversal, presente en la Iglesia anglicana y en distintas confesiones protestantes: la bautista, en primer lugar, y también el calvinismo y el metodismo. Los evangélicos subrayan la experiencia fuertemente personal de conversión tras la primera justificación por la fe; se trata de un «renacer»: por eso los evangélicos suelen llamarse, sobre todo en Estados Unidos, «born-again Christians».

Esta idea de la segunda justificación, llamada «santificación», es originalmente metodista, y se traducía en la conversión a una vida de piedad intensa y caridad activa. En cambio, el evangelismo, hasta época muy reciente, apenas tiene un mensaje social, y hace hincapié en el aspecto interior y personal, con una relación muy directa con el Salvador. Difunde, muy activamente, una clara exigencia moral en cada uno, la cual ha de promover la mejora de la sociedad.

En el clima evangélico y de renovación metodista apareció en la segunda mitad del siglo XIX el movimiento Holiness, también transversal, que refuerza la idea de la «santificación» como experiencia que da al fiel una perfección irreversible. Algunos pastores del movimiento añaden a la «santificación» una tercera «obra de la gracia»: el bautismo del Espíritu Santo, verificable por la glosolalia. Tras una experiencia de trance colectivo el último día de 1890 en Topeka (Kansas), algunos grupos independientes surgidos en el movimiento Holiness aceptan la nueva doctrina y empiezan a llamarse pentecostales.

El movimiento cobró luego un fuerte impulso gracias a William Seymour, pastor negro que comenzó una congregación en Los Ángeles en 1906. En su iglesia se introdujo en el culto la música negra, que tanto ha influido en el estilo de las celebraciones pentecostales. Algunos años después, en 1914, se fundó la Asamblea de Dios, que aún hoy es la mayor denominación pentecostal del mundo, aunque muy pronto sufrió una escisión. En 1916 fueron expulsados por heterodoxos los «unitarianos», que practicaban el bautismo solo en nombre de Jesucristo y no admitían la distinción de personas en la Trinidad. Los excluidos se dividieron a su vez en dos grupos: la Asamblea Pentecostal del Mundo, de mayoría negra, y la Iglesia Pentecostal Unida, de mayoría blanca.

La descripción anterior corresponde al pentecostalismo clásico, representado por denominaciones como la citada Asamblea de Dios, la Iglesia Pentecostal Unida Internacional o la Iglesia Pentecostal Brasileña. Existen además otras corrientes pentecostales, aparecidas a raíz de una renovación experimentada por el movimiento después de la II Guerra Mundial.

Telepredicadores

El movimiento neopentecostal, surgido en los años sesenta en Estados Unidos, se acerca a las clases media y media-alta, más que a la gente de condición humilde, que es el público tradicional del pentecostalismo clásico. De esta tendencia son algunos de los más famosos «telepredicadores» estadounidenses, que con otros colegas evangélicos iniciaron un uso característico de los medios de comunicación de masas extendido luego a Latinoamérica.

Los neopentecostales rebajan la importancia de algunos aspectos del movimiento original. No consideran la glosolalia señal imprescindible de la acción del Espíritu Santo ni creen inminente la segunda venida de Cristo.

Otra corriente es la de las iglesias indígenas no blancas, también llamadas iglesias independientes, que se han extendido en Latinoamérica. Aunque toman algunos elementos del pentecostalismo, las otras corrientes las consideran heterodoxas y no las reconocen como pentecostales. Son proclives al sincretismo con las creencias precristianas, subrayan lo espontáneo y los fenómenos extraordinarios, así como las curaciones.

Por último, existe el movimiento carismático, extendido dentro de las Iglesias anglicana y católica, y de distintas confesiones protestantes históricas (luterana, metodista, etc.). Inspirado en el pentecostalismo, comparte con este, en buena medida, el «estilo» y la atención especial a la acción del Espíritu Santo; pero se mantiene en cada caso en la doctrina de la respectiva Iglesia.

Rafael Serrano

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(1) Cfr. Manuel Guerra Gómez, «Diccionario enciclopédico de las sectas», BAC, 2.ª ed., Madrid (2002), voces «Pentecostalismo», «Holiness», «Asamblea de Dios».
(2) «Spirit and Power. A 10-Country Survey on Pentecostals», Pew Forum on Religion & Public Life, octubre 2006.

(3) «Economia das religiões: mudanças recentes», Fundação Getúlio Vargas, mayo 2007.

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