El terremoto en Nepal desvela el turismo reproductivo

publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

La explotación de las madres de alquiler provoca rechazo en la opinión pública cuando trascienden casos escandalosos, como ocurrió el pasado verano en Tailandia (cfr. Aceprensa, 27-08-2014). El guion vuelve a repetirse tras saberse que Israel ha rescatado de Nepal a varias parejas de homosexuales israelíes y a sus bebés obtenidos por maternidad subrogada, dejando a las madres de alquiler a su suerte.


Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 38/15

El mismo día que se produjo el terremoto en Nepal, el diario israelí Ynetnews informó que esa noche partiría desde Israel una unidad del ejército para rescatar a las parejas de gais que habían viajado hasta el país asiático para recoger a 24 bebés nacidos unas semanas antes de madres de alquiler. Los habían encargado allí porque en Israel solo pueden recurrir a la gestación subrogada las parejas heterosexuales.

Gais israelíes repatrían a niños obtenidos de madres de alquiler nepalíes, mientras estas quedan abandonadas a su suerte

La noticia de Ynetnews no decía que las madres fueran a ser trasladadas a Israel. En cambio, sí lo afirmaba de los recién nacidos, a quienes se considera ciudadanos nepalíes hasta que una prueba de ADN compruebe que tienen un padre israelí. La expedición también pondría en marcha un hospital de campaña en Katmandú para ayudar a las víctimas del terremoto.

Varios días después, ABC se hacía eco del descontento que había provocado en Israel la noticia. Un artículo del diario israelí Haartez ponía el grito en el cielo por la situación de “esas mujeres –de una situación económica tan difícil que les empujó a alquilar sus vientres– y que ahora están abandonadas en una zona de desastre”.

A la polémica se suma, continúa diciendo ABC, la noticia de que “hay otras cien madres de alquiler en Nepal embarazadas por encargo de gais israelíes. El fiscal del Estado ha prometido que todas ellas –de nacionalidad nepalí e india– podrán viajar a Israel para dar a luz allí a sus hijos”.

Explotación sexual

La idea de dejar a las madres biológicas en Nepal repele especialmente por la situación que atraviesa el país, lo que contrasta con las sonrisas de los nuevos padres a su regreso al aeropuerto de Tel Aviv. Pero sorprende que esa explotación reproductiva de mujeres pobres no escandalice tanto como la explotación sexual de otras nepalíes.

Según recoge The Guardian, Naciones Unidas y varias ONG locales estiman que, cada año, entre 12.000 y 15.000 jóvenes son sacadas de Nepal para su explotación sexual en países extranjeros. La mayoría acaban prostituidas en burdeles de la India.

Centenares de mujeres sirven de “vientres de alquiler”, y varios miles de jóvenes son objeto de tráfico para la prostitución

Desde que la India adoptó algunas restricciones a la subrogación en 2013 (como el veto a los homosexuales), Nepal se ha convertido en uno de los destinos favoritos del “turismo reproductivo”. Los precios son parecidos a los de la India: unos 6.000 dólares (a repartir entre las clínicas, los mediadores y la familia de la madre sustituta, que no siempre ve el dinero), frente a los 150.000 dólares que cuesta en EE.UU.

Oferta y demanda

Las clínicas privadas de Nepal, que cuentan con la protección del gobierno, funcionan sin más ley que la de la oferta y la demanda: “Hay demanda de bebés en los países ricos, y suficientes familias pobres en los países en desarrollo, que a veces fuerzan a las mujeres para que se conviertan en madres sustitutas”, explica una noticia del Nepali Times, publicada pocos meses antes del terremoto.

Ahora hay un caso pendiente en el Tribunal Supremo de Nepal, que podría llevar a que el gobierno regule esta práctica. Pero tampoco esto tiene por qué garantizar los derechos de las madres de alquiler. El proyecto de ley pensado para la India, por ejemplo, determinaba que es el médico –y no la madre sustituta– quien tiene el derecho a decidir cualquier “reducción fetal” (aborto).

Algunas madres de alquiler en Nepal ni siquiera llegan a ver al bebé al que han dado a luz. “El mediador les aconseja que no se apeguen emocionalmente a sus bebés pues tienen que entregarlos”, añade la noticia del Nepali Times.

Prohibido sentir

La socióloga de la Universidad de Berkeley Arlie R. Hochschild, una de las voces más originales del feminismo estadounidense, lleva tiempo investigando el “esfuerzo emocional” que se exige a las madres de alquiler para anular cualquier apego al “bebé que carga, que entrega, pero que recuerda por mucho tiempo”, explica en una entrevista publicada en 2014 por la revista Global Dialogue.

Nepal se ha convertido en uno de los destinos favoritos del “turismo reproductivo”, por su falta de regulación

En su ensayo “The Surrogate’s Womb”, que forma parte de su libro So How’s the Family? (2013), Hochschild hace ver que no es el bebé ni el útero de la mujer lo único que se vende en esta práctica: también se trafica con sus afectos.

Hochschild viajó a la India para entrevistar a varias madres de alquiler. En uno de los centros de maternidad subrogada, Akanksha Clinic, le explicaron que solo admiten a mujeres casadas y con hijos. “Si ya tienen hijos, estarán menos tentadas a apegarse al bebé», le dijo uno de los médicos.

Las madres sustitutas viven en el centro durante los meses del embarazo, distribuidas en habitaciones de nueve. Los hijos pequeños pueden pasar la noche con ellas, pero los mayores no. Durante ese tiempo, no pueden visitar sus casas ni mantener relaciones sexuales con sus maridos.

Las mujeres se esfuerzan por “suprimir los sentimientos que puedan interferir en su trabajo”, escribe Hochschild en un artículo publicado en 2009 por The American Prospect.

Leela, de 20 años, es una de las pocas madres que no ha querido despegarse: “Soy la verdadera madre de este bebé Le he llevado. Sentí sus patadas. Recé por él. A los siete meses [de embarazo] hice una fiesta en su honor. Vi sus piernas y sus manos en la ecografía. Sufrí al darle a luz”.

Hochschild también habló con la directora de Akanksha Clinic, quien le expuso su visión de la jugada: “Una pareja sin hijos gana un bebé Una mujer pobre gana dinero. ¿Qué problema hay?”. Y Hochschild responde con otra pregunta: “¿Y si hubiese cosas demasiado sagradas para ser vendidas?”.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.