EE.UU.: las pruebas de ADN salvan a condenados a muerte

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Con 78 ejecuciones en lo que va de año, Estados Unidos ha batido ya su anterior récord (74 en 1997) desde la reimplantación en 1976 de la pena de muerte, que estuvo suspendida durante tres años. Hay que remontarse a 1957 para encontrar un número igual. Allí, la pena capital sigue siendo popular; pero las revisiones de condenas que han revelado la inocencia de los reos siembran dudas sobre las garantías procesales.

Según datos de Innocence Project, que presta asistencia jurídica a condenados, desde 1973 han sido exculpados 82 reos que aguardaban la ejecución. Estas absoluciones se han acelerado en los últimos años: en 1996 se contaban sólo 28. De las sentencias de muerte anuladas después de ese año, en ocho fueron los análisis de ADN los que revelaron el error judicial. El último caso es el de un hombre de 46 años que había sido condenado a muerte en Oklahoma en dos juicios consecutivos por violación y asesinato. Salió libre en abril pasado, después de pasar doce años en la cárcel.

El creciente uso de estas pruebas, disponibles desde principios de esta década, llevó a la fiscal general, Janet Reno, a pedir un informe a una comisión creada al efecto a principios del año pasado. Las conclusiones del informe, publicado a finales de septiembre de este año, subrayan: «La fuerte presunción de justicia de los veredictos, fundamento de las restricciones a la reapertura de casos cerrados, ha sido sacudida por el creciente número de condenados a los que se ha absuelto más tarde en virtud de los análisis del ADN». Una consecuencia de este método es que dos Estados, Nueva York e Illinois, han suprimido el límite de tiempo para solicitar la revisión de casos.

El análisis del ADN no sirve sólo para los delitos castigados con la pena capital, ni sólo para absolver. Estas pruebas han permitido hasta ahora encontrar a los culpables de casi 600 crímenes que no se habían podido resolver. Sin embargo, Innocence Project subraya que en uno de cada cuatro casos de agresiones sexuales en los que se ha usado este método, el ADN ha servido para descartar al principal sospechoso.

Estados Unidos es uno de los pocos países donde el recurso a la pena capital está en aumento. La tendencia general es la contraria. En 1965, sólo 12 países habían abolido completamente la pena de muerte, y 11 más la reservaban exclusivamente para tiempo de guerra. Hoy la han abolido o suspendido su aplicación 105 naciones. De las 90 que la mantienen en sus leyes, 43 no ejecutaron a ningún reo en 1998.

Pero Estados Unidos no es, ni mucho menos, el país que más recurre a la pena capital, aunque ocupe el tercer lugar del mundo. El 65% de las ejecuciones realizadas el año pasado correspondieron a China, con 1.067. Este país y los tres que le siguieron -Congo (100), Estados Unidos (68) e Irán (66)- suman el 80% de las ejecuciones de 1998, según el recuento de Amnistía Internacional.

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