Cristianos y musulmanes en zonas de fricción

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Las minorías cristianas pagan los platos rotos de la crisis de las caricaturas
La publicación de las caricaturas de Mahoma ha dado lugar a que se hable de la «islamofobia» a que estarían sometidas las poblaciones musulmanas en Europa. Pero, en medio de la polémica, en Europa ni se ha asesinado a musulmanes, ni han ardido mezquitas, ni se ha impedido que hubiera manifestaciones en defensa del islam ofendido. En cambio, en algunos países musulmanes las minorías cristianas sí se han visto sometidas a ataques, que a menudo responden más a intereses políticos que a conflictos religiosos.

Lagos. En Nigeria ha vuelto a haber ataques contra cristianos en el norte musulmán y, como respuesta, ataques contra musulmanes en el sur cristiano. Pero, como suele ser la costumbre en Nigeria, no se trata estrictamente de conflictos entre los adherentes a las dos grandes religiones, sino de la explotación de las diferencias étnicas y religiosas con motivaciones y fines políticos.

Como resultado de una manifestación organizada el día 18 de febrero en contra del periódico danés que publicó las caricaturas de Mahoma, se produjo una revuelta en Maiduguri, capital del estado de Borno, en el norte de Nigeria.

La policía, según el relato oficial de los hechos, perdió el control de la manifestación y «malhechores e incendiarios» se aprovecharon para causar desorden público. En realidad, la policía se retiró durante toda la jornada. Evidentemente, los «incendiarios» estaban organizados y bien abastecidos de gasolina y de machetes. El resultado fue muy grave para los cristianos de Maiduguri. Una veintena de cristianos fueron asesinados y la totalidad de las iglesias, escuelas, clínicas y otros edificios cristianos fueron incendiados. Los manifestantes atacaron también casas o negocios de cristianos. Entre las víctimas hay un sacerdote, Father Michael Gajere, que fue asesinado a sangre fría, mientras quemaban su casa. La catedral y la casa del obispo fueron también incendiadas, pero el obispo se encontraba fuera de la ciudad.

Días después, en la ciudad norteña de Bauchi, de mayoría musulmana, una violenta manifestación se saldó con la muerte de 18 personas, casi todas cristianas. Estas acciones, condenadas unánimemente por todos los líderes políticos y religiosos, se repiten con cierta regularidad en los estados del norte de Nigeria.

Motivaciones políticas

A su vez, cuando los cadáveres de los cristianos de la etnia igbo (que constituyen la mayoría de los cristianos sureños en el norte) llegaron a la ciudad de Onitsha, para su entierro, una muchedumbre de paisanos de la misma etnia decidieron ventilar su ira atacando a los norteños que viven allí. Las víctimas se cuentan también por decenas, y represalias y nuevos ataques se han extendido a otras localidades del sur y del norte.

Estos episodios de violencia no son resultado de una defensa fervorosa del islamismo que profesa la mayoría del norte de Nigeria. Lo religioso es, en realidad, solo una excusa. Según el nuncio en Nigeria, Mons. Renzo Fratini, «la protesta por las viñetas es solo un pretexto». Más que tensiones entre cristianos y musulmanes, habría que hablar de tensiones entre la etnia musulmana hausa-fulani, que domina el norte, y las etnias sureñas que viven en algunas ciudades del norte, sobre todo los igbos, que prácticamente monopolizan el comercio. Desde luego, los sureños tienden a ser todos cristianos. Hay que contar con la envidia y el resentimiento por parte de los hausa contra los comerciantes de la etnia igbo.

Las motivaciones políticas son evidentes. En mayo del próximo año expira el mandato del presidente Obasanjo, que es de una etnia sureña (yoruba). El norte teme que Obasanjo esté preparando un cambio en la Constitución que le permita conseguir un tercer mandato en 2007.

Norte frente a sur

A pesar de estos episodios de violencia, las relaciones entre cristianos y musulmanes son generalmente cordiales. En Nigeria hay que distinguir dos zonas claramente diferenciadas: en el norte los musulmanes constituyen la mayoría de la población; en el sur, la mayoría es cristiana.

En el norte hay importantes minorías de cristianos de etnias locales y, además, en todas las ciudades un gran número de cristianos provenientes del sur. En el suroeste hay una mezcla de cristianos y musulmanes entre la misma etnia yoruba. El sureste es prácticamente cristiano.

Pues bien, sólo en el norte se dan revueltas contra los cristianos, que se han repetido regularmente en las últimas décadas con una excusa u otra. En las zonas del sur las minorías musulmanas viven en paz; en el suroeste, por ejemplo, es frecuente que haya cristianos y musulmanes en la misma familia extensa y no son raros los matrimonios entre unos y otros. En el sureste no hay etnias musulmanas y los únicos musulmanes son de la etnia hausa-fulani, pastores nómadas que descienden al sur para vender sus vacas.

Enfrentamientos étnicos

Los estados del norte están dominados por la etnia hausa-fulani, que usa la misma lengua (hausa) y que proviene del Sahara. Tienen el poder político.

Esta etnia impuso por la fuerza de la conquista el islamismo en toda la zona del norte a finales del siglo XVIII. Penetró algo en el suroeste de Nigeria, cuya etnia mayoritaria es yoruba, pero sin llegar a conquistarlo. No llegó en absoluto el sureste, donde es mayoría la etnia igbo. El medio-oeste, que contiene el delta del río Níger, está poblado por muchas otras etnias, casi todas cristianas o animistas.

En la región septentrional (al norte del río Níger), las minorías de cristianos de etnias norteñas no tienen poder político y han estado bajo el dominio de los hausa. Ahora, con la democracia, comienzan a reclamarlo a nivel local.

La mayoría de los ataques de musulmanes a cristianos en el norte están dirigidos contra los inmigrantes del sur (sobre todo igbos) que se han asentado en las ciudades de los estados del norte por motivos de trabajo al servicio del gobierno federal y constituyen una multitud de pequeños comerciantes. Normalmente son respetados en sus creencias y trabajan con libertad en las profesiones y negocios que la zona necesita. Pero estos cristianos, por estar y vivir en tránsito y como forasteros, no pueden aspirar a tener cargos públicos, como tampoco pueden poseer terrenos en las ciudades; se les asignan zonas de vivienda especiales en las afueras de las ciudades, llamadas precisamente «sabongari» (forasteros).

Igualmente, resulta muy difícil conseguir permiso para construir iglesias cristianas. Es una forma de proteger y preservar la sociedad islámica.

Esta segregación social hace que, en tiempos de revueltas, se encuentre un blanco fácil para los ataques: los «sabongari» donde se encuentran los cristianos, las iglesias y lugares de reunión o entretenimiento, hoteles, etc.

Discriminación política

Las minorías cristianas en el norte, tanto las de las tribus locales como la de los inmigrantes, viven en un régimen de tolerancia por parte de la clase dirigente musulmana, pero sin derechos y con claras discriminaciones en la vida política y social.

La clase dirigente de los hausa-fulani ha ido educándose en universidades de Europa, y en las academias militares del Reino Unido y de otros países de la Commonwealth. Pero el resto de la población se ha mantenido con una educación exclusivamente coránica y en un subdesarrollo que provoca descontento y rebelión.

Las revueltas empiezan o terminan atacando a los cristianos porque constituyen un blanco fácil para descargar la frustración. Los motivos de estos conflictos son más socio-políticos que religiosos.

En otras ocasiones, las revueltas son incitadas por rebeldes musulmanes con ansias de arrebatar el poder a la clase dirigente, o con la excusa de implantar un gobierno menos corrupto y más fiel al islamismo, y así poner fin a su estado de subdesarrollo. Es por esto por lo que muchas veces las manifestaciones tienden a identificar el mal gobierno con la influencia de Occidente y su corrupción moral.

En no pocas ocasiones los mismos políticos hacen alarde de su celo islámico para ser elegidos en el nuevo régimen democrático en las zonas del norte. A veces se hacen propagadores del islamismo más puro, extendiendo la «sharía» al código penal. Así lo han logrado, en contra de la Constitución, en muchos de los estados del norte (cfr. Aceprensa 97/00 y 149/03). Esto les sirve como cortina de humo para ocultar su incompetencia en el gobierno, y muchas veces su notoria corrupción.

Poblaciones en frustración

Las acciones violentas de las últimas semanas, condenadas unánimemente por todos los líderes, tanto políticos como religiosos, son una consecuencia de la situación de frustración de las poblaciones, más que del fanatismo musulmán contra los cristianos.

Hay mucha ignorancia entre la gran mayoría de la población musulmana del norte. No entienden la diferencia entre cristianos y agnósticos; para ellos Occidente es cristiano. Si alguien de Occidente ataca al Profeta, es culpa de sus gobiernos. Y si los políticos les dicen que Occidente es responsable de su subdesarrollo, es fácil organizar manifestaciones en contra, y que éstas a su vez degeneren en caos y violencia.

Para que mejore la convivencia entre musulmanes y cristianos en el norte, se necesita que las comunidades musulmanas reciban una educación que vaya más allá de la escuela coránica. ¿Qué tienen que ver los cristianos en Maiduguri con las caricaturas de un periódico europeo que no tiene nada de cristiano?

Desde luego, los gobiernos de Occidente harían mejor en respetar (en coherencia con la libertad de la que hacen alarde) las creencias de sus inmigrantes y no encender la mecha de la violencia con una agresiva irreverencia.

Jide Martins

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