Fundamentalistas hindúes atacan a cristianos en el estado de Orissa

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La segunda mitad de agosto ha sido sangrienta para la Iglesia católica en el estado indio de Orissa. Por ataques de los extremistas hindúes, al menos doce cristianos resultaron muertos, unos diez mil están en campos de refugiados o escondidos en los bosques, y ha habido asaltos y quema de iglesias, centros sociales, conventos y orfanatos. En un gesto sin precedentes, la Iglesia católica cerró un día las 25.000 escuelas y centros que regenta en el país para llamar la atención sobre la violenta persecución. La Santa Sede en un comunicado y el Papa en unas palabras al término de la audiencia del pasado miércoles han pedido que se ponga fin a la masacre de cristianos en Orissa.

Las violencias se desataron a raíz del asesinato el 23 de agosto de Swami Lakshmananda Saraswati, líder de la asociación fundamentalista hindú Vishwa Hindu Parishad, asesinato que sus seguidores atribuyeron a los cristianos. Los obispos católicos condenaron en un comunicado el asesinato de Saraswati y de otros cinco seguidores, que tuvo lugar en un distrito dominado por pueblos tribales. Pero el Vishwa Hindu Parishad convocó manifestaciones y lanzó a grupos de fanáticos al grito de “Matad a los cristianos y destruid sus instituciones”.

En Orissa, un estado de 36 millones de habitantes, el 94% son hindúes y solo el 2,8% cristianos. Miles de hindúes pobres de castas bajas se han convertido a otras religiones, también al cristianismo. Estas poblaciones tribales están atrapadas en el rígido sistema de castas hindú, y a menudo son explotadas por los habitantes urbanos. Pero los fundamentalistas hindúes se oponen a estas conversiones, que descalifican como forzadas y alentadas con ayudas materiales.

Los obispos católicos rechazan estas acusaciones de “proselitismo” y recuerdan que llevan muchos años trabajando en favor de la población tribal, despreciada por las clases superiores. Seis estados de la India han aprobado ya leyes anticonversión impulsadas por fundamentalistas hindúes, para disuadir a los que quieren abrazar el cristianismo (cfr. Aceprensa 17-01-07).

En Orissa tiene una particular fuerza el nacionalismo hindú, sobre todo a través del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS). Este inspira a muchos grupos fanáticos ligados políticamente al Bharatiya Janata Party, partido nacionalista hindú actualmente en la oposición en el gobierno nacional.

Las noticias que recoge AsiaNews sobre los ataques dan muestra de la crueldad del fanatismo hindú: una misionera laica fue murió quemada en el incendio del orfanato que regentaba; otro sacerdote que estaba en el orfanato quedó gravemente herido. Tres cristianos murieron asfixiados al ser incendiadas sus casas. Una religiosa del Centro Social de Bubaneshwar fue violada por los extremistas antes de dar fuego a todo el edificio. Las religiosas de la Madre Teresa de Calcuta fueron atacadas a pedradas por un grupo de militantes hindúes. Varios sacerdotes y religiosas han tenido que huir.

Según los datos proporcionados por los obispos católicos, ha habido al menos doce muertos y dos heridos graves, 41 iglesias (entre católicas y protestantes destruidas), centenares de casas de cristianos dañadas y han sido devastados cuatro conventos, cinco alojamientos para jóvenes, y seis centros sociales, entre otros daños.

La policía impuso un toque de queda en el distrito de Kandhamal para intentar frenar las violencias, pero los ataques contra los cristianos continuaron. La intervención de tres mil policías ha contribuido a mejorar un poco la situación.

Con el gesto simbólico de cerrar un día sus instituciones y convocar manifestaciones, la Iglesia católica ha querido “despertar las conciencias de los ciudadanos indios”, según el cardenal Osvaldo Gracias, presidente de la Conferencia Episcopal de la India. “La protesta quiere recordar la masacre de los cristianos en Orissa, agudizada por la incapacidad del gobierno central para frenar las violencias, mientras en el país crece un sentimiento anticristiano y hay fieles que son torturados y asesinados”, dijo el cardenal.

La comunidad cristiana ha recibido muestras de solidaridad de musulmanes del país y de una parte del mundo hindú, que condena los ataques de los fundamentalistas.

La Santa Sede reaccionó con un comunicado de la Oficina de Información publicado el día 26 en el que expresaba su solidaridad a las Iglesias locales y a las congregaciones religiosas afectadas, y condenaba estos actos “que atentan contra la dignidad y la libertad de las personas y comprometen la convivencia civil pacífica». Benedicto XVI intervino personalmente al fin de la audiencia general del día 27, para expresar su “profunda tristeza” por las noticias sobre la “violencia contra las comunidades cristianas del Estado indio de Orissa”, y también por el “deplorable asesinato del líder hindú Swami Lakshmananda Saraswati”. El Papa expresó su solidaridad a los cristianos víctimas de la violencia y pidió a las autoridades políticas y religiosas que trabajen juntas para restablecer la armonía y la convivencia pacífica entre las diversas comunidades.

Estos ataques contra los cristianos en Orissa, en la costa este de la India, son un nuevo episodio en una serie de violencias protagonizadas por extremistas hindúes. El anterior tuvo lugar el pasado diciembre, con un balance de cinco muertos, incendios de cincuenta iglesias y destrucción de cuatrocientas viviendas de familias cristianas (ver Aceprensa 30-01-08).

Otro hecho luctuoso tuvo lugar en el estado de Andhra Pradesh, donde el 16 de agosto fue asesinado el sacerdote carmelita Thomas Pandippallyil, de 38 años, cuando iba a un pueblo a celebrar la misa dominical. Según informa AsiaNews, el cadáver del sacerdote presentada diversas heridas en el rostro, tenía las manos y pies cortados y los ojos arrancados. “El Padre Tomas es un mártir -ha afirmado Mons. Marampudi, arzobispo de Hyderabad, capital del estado. La Iglesia india está impresionada y profundamente dolorida por este bárbaro asesinato, consecuencia del creciente clima de intolerancia y de violencia contra los cristianos en el país”.

En una manifestación celebrada en Hyderabad, entre dos mil y tres mil cristianos, de todas las confesiones, protestaron contra el asesinato del P. Pandippallyil. Los manifestantes pidieron al gobierno mayor protección frente a los ataques de grupos radicales hindúes, cada vez más frecuentes.

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