Pensar en Robert Capa (1903-1954) es pensar en una parte de la historia del siglo XX en blanco y negro. Con la cámara colgando del cuello, el fotoperiodista recorrió lo que parece que fue todo el globo y dejó un legado fotográfico que ahora se puede visitar en el Círculo de Bellas Artes (Madrid).
La exposición Robert Capa. Icons, que coincide con el 90 aniversario de la Guerra Civil Española, en la que Capa se forjó gran parte de su fama, incluye 250 piezas originales, también objetos del fotoperiodista, y mantendrá sus puertas abiertas hasta enero de 2026.
Robert Capa, nacido en realidad como Endre Ernő Friedmann en Budapest en 1913, marcó para siempre la historia del fotoperiodismo con su filosofía de “si tus fotos no son lo bastante buenas, es porque no estás lo bastante cerca”.
Y cerca de la historia estuvo Capa. Nada de relevancia sucedió en la primera mitad del siglo XX que no fuera captado por su cámara: la Guerra Civil Española, la guerra chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra árabe-israelí y la guerra de Indochina.
Para los que no están tan familiarizados con su obra, es una gran y amplia retrospectiva con la que recorrer sus fotografías desde la primera publicación de una imagen de León Trotski en una conferencia en Copenhague (1932) hasta sus últimas instantáneas de la guerra de Indochina, en la que falleció tras pisar una mina antipersona. A este tipo de espectador no iniciado puede que se le quede un poco corta la información que acompaña a las fotografías.
Los que ya saben algo del fotógrafo disfrutarán viendo de cerca algunas de sus obras maestras, como la icónica muerte de un miliciano o las imágenes del desembarco de Normandía. También seguirán asombrándose con la capacidad del fotógrafo para mantenerse, como decía él, cerca de la historia.

Las imágenes de la liberación de París, por ejemplo, son un buen ejemplo de cómo el fotógrafo no dejó nunca de mirar a la realidad, incluso cuando parecía que ya no quedaba nada más que fotografiar.
Y hay margen para descubrir facetas distintas de Capa en su etapa más hollywoodense, en la que captó rodajes de y que dejo unos impresionantes retratos de pases de modelo, y en su rol de periodista de viajes a todo color.
Además, la exposición desentraña algunos misterios que rodearon a las fotografías de Capa, como la veracidad de la muerte de un miliciano o por qué solo se conservan once imágenes del desembarco en Normandía, que permiten al visitante intuir rasgos de la personalidad de Capa más allá de su fotografía.
Quizá, además del indudable valor histórico y fotográfico de sus imágenes, es muy valioso descubrir cómo el fotógrafo, que vivió su vida entre conflicto y conflicto, intentó aprender a retratar como sería el mundo en tiempos de paz, un sueño para cualquier contemporáneo de Capa.