Enrique Murillo, hombre clave en la historia reciente de la edición en España, la cuenta en sus memorias, tituladas Personaje secundario (Trama, 2025). En ellas describe desde dentro, con sus dosis de polémica, las luces y las sombras del sector y las dificultades que tienen los editores actuales –y los de antes– para compaginar lo propiamente literario con las exigencias propias de una empresa comercial.
Murillo empezó a colaborar en la editorial Anagrama en 1978, realizando informes de lectura y después traducciones. Estuvo hasta 1983, cuando salió por discrepancias con el fundador de la editorial, Jorge Herralde. Desde entonces ha ocupado cargos directivos en algunas de las grandes editoriales españolas, aunque también ha hecho de todo.
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