Podemos encontrarlo en nuestros móviles, en los centros comerciales, en las revistas, películas y series de televisión. En los libros de romantasy o en las letras (y videoclips) de canciones. En las portadas de los álbumes. En videojuegos y vallas publicitarias y camisetas… Buena parte de los productos que nos rodean han adquirido un rasgo distintivo –la hipersexualización– que refleja un proceso gradual: la pornificación de la cultura.
Los ejemplos son varios y variados. Fotos en Instagram de mujeres semidesnudas que venden suplementos para el gimnasio o de chicas que miden su autoestima por la cantidad de guindillas que aparecen en los comentarios. Clases de baile de pole dance y twerking o erotic dance, cuyo propósito es sacar la diva qu…
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3 Comentarios
Es un análisis muy acertado de un fenómeno que, aunque suele enfocarse en el impacto sobre las mujeres, también afecta profundamente a los hombres. La hipersexualización no entiende de género cuando se convierte en norma cultural: hoy tanto chicas como chicos sienten la presión de alcanzar unos estándares físicos imposibles y de proyectar una imagen constantemente “deseable” en redes sociales. De ahí el aumento de gimnasios, suplementos, retoques estéticos, filtros y la obsesión por el cuerpo como principal carta de presentación.
El problema no es solo estético, sino relacional y emocional: nos estamos acostumbrando a vincularnos desde la apariencia, y no desde la profundidad. Como bien señala el artículo, esta pornificación no empodera, sino que vacía de contenido la sexualidad, reduciéndola a un intercambio visual y mercantilizado. Y frente a eso, es urgente fomentar una cultura del cuidado, la empatía y la autenticidad, también en los hombres, que muchas veces quedan fuera del debate pero viven igualmente las consecuencias.
👍👍👍
«Porno» hablar de Netflix, Filmin, Amazon Prime Video, etc… TODAS las plataformas de streaming ofrecen películas pornográficas y series en las que el sexo es tan común como los asesinatos o la intimidación o la violencia.