Dietrich Bonhoeffer fue un joven pastor protestante que se opuso al régimen nazi y llegó a participar en una conspiración contra Hitler. Murió ejecutado en el campo de concentración de Flossenburg el 9 de abril de 1945, sólo unos días antes de la liberación del campo por parte de los aliados.
Todd Komarnicki (Sully) escribe y dirige este biopic que, de manera fragmentada, narra, no solamente la vida de Bonhoeffer, sino, sobre todo, el conflicto de la Iglesia protestante con el régimen de Hitler. Bonhoeffer fundó, junto con Karl Barth, Martin Niemöller (personaje que tiene una gran fuerza en la película) y otros la Iglesia Confesante, que se opuso decididamente a la Iglesia que trataba de “armar” Hitler, una Iglesia del Reich que, entre otras cosas, sostenía que Cristo era ario y pretendía borrar el Antiguo Testamento.
La película conecta con algunos grandes títulos que relatan la valentía de personas individuales capaces de enfrentarse a un régimen que aglutinaba a las masas. Las razones podían ser religiosas, como en el caso de Sophie Scholl, o filosóficas, como en el de Hannah Arendt. Bonhoeffer no llega al nivel cinematográfico de estos dos biopics. No ayuda la fragmentación de la historia, como tampoco los saltos en el tiempo ni la interpretación, algo fría, del protagonista.
Con todo, es una magnífica oportunidad de conocer a un personaje íntegro y audaz, que dejó a sus 30 años, además de un testimonio de coherencia cristiana un conjunto de escritos sobre teología, ética y espiritualidad muy influyentes; entre otros, El coste del discipulado, su obra más conocida.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta