El cristianismo se extiende entre los activistas democráticos chinos

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Un creciente número de activistas cívicos chinos están descubriendo el cristianismo y encuentran apoyo en la Biblia para defender sus causas, según cuenta un reportaje en «Newsweek International» (24-06-2006).

China está experimentando un boom religioso y, en particular, cristiano. Académicos y religiosos estiman que hay al menos 45 millones de cristianos en el país, la mayoría de los cuales practican su fe en iglesias ilegales, más que en las organizaciones católicas o protestantes reconocidas por el Estado.

Un creciente número de activistas cívicos (abogados, periodistas, ecologistas y otros) están convirtiéndose al cristianismo, en el que encuentran apoyo a sus causas, así como un fortalecimiento personal en las enseñanzas de Jesús. Estos nuevos conversos se manifiestan a través de foros de Internet, comparten sus visiones de cambio con congregaciones rurales y estudian de cerca la obra de cristianos defensores de derechos civiles, como Martin Luther King Jr.

Con frecuencia, los miembros de la clase media urbana instruida son los mayores partidarios de las reformas políticas liberales en China. Estos grupos, que defienden la democracia y los derechos humanos, ven que el cristianismo cuadra con su visión de cómo cambiar China.

A Li Heping siempre le habían enseñado que la religión es un sinsentido. Pero cuando unos amigos invitaron a este abogado de Beijing a un servicio religioso protestante hace seis años, sintió el deber intelectual de aprender más acerca de estas creencias. «El Gobierno dice que los chinos somos ateos, pero pensé que debía conceder a la fe cristiana un examen justo», dice Li.

Lo que más le impresionó fue el papel del cristianismo en la promoción de la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos en todo el mundo. Él creía también en estos principios, y descubrió un profundo sistema de valores que resonaban en su vida y en su trabajo. Empezó a ir a la iglesia regularmente y a aceptar casos judiciales de mayor riesgo por sus implicaciones políticas. «Todavía no tengo una comprensión completa del cristianismo», dice. «Pero mi camino es ahora diferente de lo que era antes».

El nuevo activismo cristiano supone un dolor de cabeza para el Gobierno. El partido no ha visto con buenos ojos el cristianismo por sus lazos con Occidente y su potencial como fuerza organizada que las autoridades no pueden controlar. Las iglesias han ayudado a personas de ideas reformistas a reunirse, lograr nuevos apoyos y trabajar juntos. «El cristianismo es un desafío al Partido Comunista, porque atrae cada vez a más gente y presenta puntos de vista alternativos», dice Liu Xiaobo, un destacado defensor de la libertad de expresión que no es cristiano. «Este hecho, junto a la presión de Occidente sobre el Gobierno comunista, ayudará a la causa de la libertad en China».

Muchos activistas cristianos piensan que la democracia en sí no es suficiente para cambiar China. Ju Jie, uno de los escritores disidentes invitados a la Casa Blanca en mayo, dice que «la democracia es sólo un sistema político. Por supuesto, lucharía hasta el final por ella, pero la democracia no puede traer la felicidad espiritual».

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