El IESE lleva su marca a Nueva York

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IESE Business School, la escuela de dirección de empresas de la Universidad de Navarra, ha dado un nuevo paso en su proceso de expansión internacional. Aunque sigue ayudando a crear escuelas asociadas en otros países, ahora también quiere abrir sus propios centros en el extranjero. Ya lo ha conseguido en Múnich y Nueva York, donde estrena sede a finales de marzo.

El ambiente en los programas del IESE es muy internacional. “En el MBA de Barcelona participan alumnos de 47 países. De los 225 alumnos de primero, el 80% son extranjeros”, explica Javier Muñoz, director de admisiones del programa.

Para Muñoz, “la variedad de nacionalidades, culturas y disciplinas académicas de los alumnos enriquece la discusión de los casos. Además, a todos les sirve para ir creando una red de contactos con personas de distintos países”.

El empeño del IESE por lograr un alumnado global viene de lejos. Desde que firmó su primer acuerdo con Harvard en 1963, ha ido estableciendo alianzas con otras escuelas repartidas por todo el mundo. Hoy cuenta con programas en países tan distintos como China, Kenia, Alemania, Brasil o Estados Unidos.

A finales de los años sesenta, el IESE empezó a crear una red de escuelas asociadas por todo el mundo. La primera de todas fue el IPADE (1967), en México. Después nacieron 16 más en cuatro continentes.

Todas ellas comparten la visión humanista que inspira al IESE. A través de un trato personalizado, pretenden inculcar a sus alumnos “el convencimiento de que el objetivo de los empresarios y directivos debe ser servir a las personas y a la sociedad”, asegura Jordi Canals, director general del IESE.

Exportar la marca

Para fortalecer su dimensión internacional, el IESE creó en 2001 un nuevo logotipo con la leyenda “Business School” (cfr. Aceprensa, 21-03-2001). Ese mismo año, arrancó el Global Executive MBA, un programa que se imparte en Barcelona, Madrid, Silicon Valley y Shanghái.

Además de implantar programas propios en el extranjero, el IESE mantiene viva su tradición de ayudar a crear escuelas de negocios en otros países. Dentro de poco, se abrirá una escuela asociada en Costa de Marfil.

Pero lo más novedoso de este proceso de expansión es el empeño por exportar la marca IESE al extranjero. Ya no se limita a llevar profesores y programas de un lado a otro; ahora, también quiere abrir sus propios centros en otros países. Acaba de hacerlo en Nueva York, con una nueva sede situada en pleno centro de Manhattan.

¿Puede una escuela de negocios europea aspirar a dar lecciones en la cuna de esta enseñanza? Para Yago de la Cierva, director de comunicación corporativa del IESE, el plan tiene su lógica: “Cada vez existen más empresas americanas que quieren tener proyección internacional. Les preocupa cómo formar a las nuevas generaciones de directivos y cómo hacer su organización realmente global”.

Y eso, según de la Cierva, las escuelas estadounidenses no lo enseñan: “Tienen una visión internacional muy limitada. Aunque son extraordinarias en investigación, enfocan la realidad empresarial únicamente desde su cultura. No pretendemos competir con ellas, sino hacer cosas que no hacen. Se trata de aportar una visión global de la dirección de empresas”.

“También buscamos -añade- reforzar nuestra capacidad para atraer estudiantes norteamericanos al IESE y captar a más profesores norteamericanos”.

En Múnich y Varsovia

Múnich es la otra ciudad donde el IESE cuenta con sede propia. Desde 2005, imparte su programa Avanced Managament Program (AMP). Está dirigido a altos ejecutivos de empresas con sede en Alemania, Austria o Suiza. Aunque tiene raíces alemanas, el programa es en inglés para reforzar la perspectiva internacional.

Tomás Tomeo, actual director ejecutivo del Executive MBA del IESE, se encargó de llevar en 2006 una versión del programa AMP a Varsovia. La peculiaridad de la experiencia polaca es que el programa se puso en marcha gracias al empuje de los antiguos alumnos del IESE que viven en Polonia.

Para Tomeo, la implantación del AMP ha supuesto allí “el descubrimiento de un nuevo concepto de formación. Al haber sufrido tanto, el pueblo polaco conecta muy bien con la visión humanista del IESE. Sabe que, más allá de la competitividad y de la eficacia, hay una serie de valores que mejoran la convivencia. Escuchar y estar cerca de los alumnos también entra dentro de esa visión”.

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