Bajo el lema “A favor de la mujer, del no nacido y de la vida”, el 8 de junio se celebró en Dublín una multitudinaria manifestación en contra del proyecto de ley que admite la amenaza de suicidio como motivo para abortar. Según la organización convocante, pro life Campaign, se trata de la mayor protesta provida que ha habido en la historia de Irlanda.
Decenas de miles de personas venidas de toda Irlanda, más de 40.000 según los organizadores, desfilaron el sábado hasta Merrion Square para celebrar la Vigilia Nacional por la Vida. Esta manifestación es uno de los actos centrales de una larga campaña de diez semanas, que comenzó el 22 de mayo y terminará a finales de julio. En los próximos fines de semana habrá más protestas.
Para Caroline Simmons, portavoz de pro life Campaign, la asistencia de tanta gente refleja la creciente oposición de la sociedad irlandesa al proyecto del gobierno. “Han venido personas que nunca habían asistido a un evento provida. Parece que el mensaje está claro: la reforma no es restrictiva y no pretende salvar la vida de las mujeres ni de los no nacidos”, como defiende el gobierno de coalición formado por conservadores y laboristas.

La gran protesta en Dublín el 8 de junio refleja la oposición a un cambio drástico e innecesario en la legislación vigente
Amenaza de suicidio
El gobierno irlandés insiste en que la reforma responde a las exigencias impuestas en 2010 por el Tribunal Europeo de Derecho Humanos. Pero lo único que dictaminó Estrasburgo es que en la legislación actual falta un procedimiento por el que las mujeres puedan comprobar si sus casos caen dentro del permitido por la legislación irlandesa: “grave y sustancial peligro” para la vida de la madre. Para cumplir esta exigencia, hubiera bastado con redactar una serie de disposiciones orientadas a mejorar esa información (cfr. Aceprensa, 9-05-2013).
Pero el gobierno ha decidido ir más lejos, y, cediendo a las presiones de quienes piden un cambio desde hace años, propone admitir también la amenaza de suicidio como motivo para abortar. Los pro-choice apoyan sus reivindicaciones en una polémica sentencia del Tribunal Supremo de 1992, que se refería al caso de una chica de 14 años que alegó haber quedado embarazada a consecuencia de una violación y aseguró que se suicidaría si no se le permitía viajar a Gran Bretaña para abortar.
“Ya es hora de detener este giro”, dijo Simmons en Merrion Square. “Los médicos están radicalmente divididos porque no encuentran pruebas de que el aborto sea la respuesta idónea a una amenaza de suicidio”. Para la líder provida, lo que el gobierno pretende realmente es aprobar el aborto a petición, “algo que será inevitable desde el momento en que se pueda invocar la amenaza de suicidio como motivo para abortar”. Y añadió que la ausencia de límites temporales aumenta la posibilidad de que se realicen abortos tardíos.
El proyecto del gobierno permite el aborto no solo cuando está en peligro la vida de la madre, sino también por “amenaza de suicidio”
Un cambio radical e innecesario
Los obispos de Irlanda coinciden con pro life Campaign en que la reforma representa un cambio drástico a la legislación vigente. En una declaración publicada el 11 de junio, denuncian que “el gobierno irlandés ha presentado un proyecto de ley que cambiará profundamente la práctica médica de Irlanda. Por primera vez nuestra legislación permitirá la muerte directa e intencionada del no nacido”.
Además de radical, el cambio es innecesario: se podrían haber adoptado protocolos médicos que den la necesaria claridad para proteger tanto la vida de la madre como la del no nacido. En este sentido, agradecen “la competencia y los esfuerzos de los médicos, enfermeras y otros profesionales que han hecho de Irlanda uno de los países más seguros para las madres y los bebés durante el embarazo”. En Irlanda la tasa de mortalidad materna (6 muertes por 100.000 niños nacidos vivos) está muy por debajo de otros países donde el aborto es a petición: Estados Unidos (21), Nueva Zelanda (15) o Inglaterra (12).
Ante la decisión del primer ministro Enda Kenny de imponer la disciplina de partido en esta materia, los obispos recuerdan que “la libertad de conciencia es un derecho humano fundamental. Un Estado que de verdad aprecia la libertad, respeta la conciencia de sus ciudadanos; también la de sus representantes públicos, en temas tan decisivos como el derecho a la vida”.