Estados Unidos: Debate sobre la desigualdad salarial de mujeres y hombres

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Los demócratas han vuelto a acusar a los republicanos de emprender una “guerra contra las mujeres”, esta vez por bloquear en el Senado un proyecto de ley para reforzar la igualdad de mujeres y hombres en las retribuciones. Pero los republicanos creen que los demócratas no juegan limpio cuando presentan como incontestable la idea de que la brecha salarial responde únicamente a una discriminación por razón del sexo.

El martes 8 de abril, Barack Obama dictó un decreto que prohíbe a las empresas ocultar a los supervisores los datos salariales de las empleadas, y tomar represalias contra las que protesten por trato desigual.

Al día siguiente, se debatió en el Senado un proyecto de ley con disposiciones parecidas. Los republicanos votaron en contra, pues les pareció una medida redundante y electoralista. El propio New York Times dio por sentado en su crónica que la iniciativa “forma parte de una estrategia más amplia, pensada por los demócratas para atraer votantes de medianos y bajos ingresos”.

Varios días después, el 12 de abril, Obama volvió a pedir la igualdad salarial para las mujeres… y a criticar a los republicanos. Pero Cathy McMorris Rodgers –la republicana más veterana de la Cámara de Representantes– respondió diciendo que son las medidas económicas de Obama las que están perjudicando a las mujeres. Y puso como ejemplo que el mes pasado subió la tasa de desempleo femenino. Entre las medidas que propone McMorris está la de mejorar las ayudas a las pequeñas empresas, pues actualmente 2 de cada 3 son creadas por mujeres.

El porcentaje de madres que no trabajan fuera de casa ha aumentado del 23% en 1999 al 29% en 2012

Menos horas trabajadas
En su último discurso sobre el estado de la Unión, Obama repitió la cifra tópica de que las mujeres “siguen ganando 77 centavos por cada dólar que gana un hombre”. Esa brecha del 23% supone que las mujeres tendrían que trabajar, por término medio, 68 días extra al año para ganar lo mismo que los hombres.

Pero los economistas Mark J. Perry y Andrew G. Biggs, del American Enterprise Institute, matizan estos datos en el Wall Street Journal (7-04-2014) a la luz de un informe publicado en 2012 por la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. Ese año, las mujeres ganaron por término medio un 81% de lo que ganan los hombres a la semana en un trabajo a tiempo completo. Lo que –un punto más, un punto menos– vendría a dar la razón a Obama: hay una diferencia salarial del 19%.

Pero al mirar el informe con más detalle, descubren que los hombres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de trabajar más de 40 horas a la semana, mientras que las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de trabajar entre 35 y 39 horas a la semana. Por lo que, de entrada, no se puede decir que las condiciones laborales siempre sean idénticas.

Esta perspectiva permite valorar mejor el tamaño de la brecha salarial. Las mujeres que en 2012 trabajaron 40 horas a la semana, ganaron un 88% de lo que perciben los hombres por las mismas horas trabajadas: la brecha salarial sería del 12%. Y entre las mujeres solteras y sin hijos, se sitúa en el 4%. Lo cual sugiere que en la brecha salarial influye no tanto el ser mujer como el ser madre.

La discriminación no explica todo
En sintonía con otras investigaciones (cfr. Aceprensa, 25-07-2012), Perry y Biggs van desgranando las causas de la desventaja salarial femenina. En primer lugar, está el problema de los paréntesis en la carrera profesional: “El cuidado de los hijos lleva a las madres a abandonar el mercado de trabajo. Cuando regresan, tienen menos experiencia laboral acumulada que los hombres de la misma edad”. Esto perjudica sus posibilidades de ascenso, lo que a su vez influye en sus sueldos.

La decisión de tener hijos y criarlos también influye en las condiciones laborales: “Muchas madres buscan empleos con una flexibilidad mayor, ya sea porque les permiten trabajar a distancia o porque les ofrecen horarios más cómodos. Esto no es posible en todas las profesiones. Y en las que sí es posible, pagan menos”.

Otra causa es la preferencia por un tipo de estudios. “A menudo las mujeres escogen carreras como la sociología, las humanidades o la psicología, que están peor pagadas en el mercado laboral. En cambio, es más probable que los hombres se decanten por las finanzas, la contabilidad o la ingeniería”.

No basta decir que las mujeres cobran menos: hay que ver también si mujeres y hombres trabajan en los mismos empleos, durante las mismas horas

El riesgo es otro factor a tener en cuenta. Las profesiones en las que hay más riesgo de accidentes laborales suelen estar dominadas por hombres. Y precisamente porque necesitan atraer gente suelen estar mejor pagadas.

De modo que, para Perry y Biggs, no basta decir que las mujeres cobran menos: hay que ver también si mujeres y hombres trabajan en los mismos empleos, durante las mismas horas de trabajo, con el mismo nivel de riesgo, con los mismos estudios, con la misma continuidad y experiencia en la carrera profesional, y sin tener en cuenta los diferentes roles en el cuidado de los hijos.

Mayoría de madres en casa por elección
Basándose después en un estudio del American Enterprise Institute, también de 2012, Perry y Biggs concluyen que la brecha salarial del 23% de la que habla Obama responde a un conjunto de factores interconectados. La discriminación laboral por razón del sexo no supone más del 5%.

En cambio, los demócratas excluyen de su diagnóstico las decisiones de las mujeres. Un ejemplo es la preferencia por los estudios humanísticos y sociales: aunque algunas universidades ofrecen a las mujeres incentivos para las carreras de ciencias, lo cierto es que los gustos de muchas de ellas van por otro lado.

Tampoco se puede decir que la decisión de poner la familia por encima del trabajo sea una imposición injusta para la mayoría de mujeres. “Muchas mujeres prefieren quedarse en casa para cuidar a sus hijos. Si esto permite a sus maridos maximizar sus ingresos [y los familiares], no está claro por qué las familias tienen que salir perdiendo”.

Un reciente informe del Pew Research Center avala esta hipótesis. En EE.UU. el porcentaje de madres que no trabajan fuera de casa ha aumentado durante los últimos años: del 23% en 1999 al 29% en 2012; o sea, 10,4 millones. Y aunque ha crecido el porcentaje de las que se quedan en casa porque no han encontrado trabajo, siguen siendo mayoría las que lo hacen para cuidar a sus hijos.

El grupo más amplio (un 68%) de las que en 2012 no tenían un trabajo remunerado lo forman las mujeres casadas con un marido empleado. De ellas, el 85% dicen que no trabajaron fuera de casa porque preferían cuidar a sus hijos; el resto menciona otros motivos: paro, enfermedad, estudios…

Entre las casadas con un marido desempleado (un 7% del total), el 57% contestó también que lo hacen por cuidar a sus hijos. Entre las madres solteras (un 20% del total), el 41%. Y entre las madres que viven con su pareja sin estar casadas (un 5% del total), el 64%.

La conclusión de Perry y Biggs es que el debate sobre las diferencias salariales no puede dejar fuera las decisiones de las mujeres. De lo contrario, se puede acabar promoviendo medidas discriminatorias con la mejor intención del mundo. Un ejemplo es la propuesta de dar facilidades a las empleadas para que demanden a sus jefes por discriminación, lo que puede desincentivar la contratación de mujeres.

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