El conflicto actual en Oriente Próximo ha despertado el interés de los medios occidentales por las diferencias entre suníes y chiíes. Pero no siempre se tiene en cuenta la división que hay dentro del sunnismo. Hablamos de ello con Javier Jordán, Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI).
— La tirantez entre Arabia Saudí e Irán responde a varias razones. ¿Qué peso tiene el factor religioso?
— La divisoria sectaria entre sunníes y chiíes es uno de los elementos del conflicto regional en Oriente Medio pero, en efecto, no es el único y me atrevería a decir que no es el principal. Arabia Saudí, Irán y Turquía son las tres principales potencias de la región y compiten entre sí por convertirse respectivamente en la potencia hegemónica, en la que establece las reglas del juego.
Ahora mismo, la rivalidad más visible es la que enfrenta a Turquía y los saudíes con Irán en Siria, pero Ankara y Riad pugnan entre sí en otros escenarios, sobre todo por el apoyo que presta Turquía a los Hermanos Musulmanes en Siria, Libia o Egipto. Los Hermanos son sunníes, al igual que los wahabistas saudíes, pero tienen una interpretación de la política que a juicio de los saudíes socava los fundamentos de su monarquía.
El sunní medio no ve a los chiíes tan mal como lo hacen los salafistas wahabíes, que también son sunníes
Por tanto, si Irán fuera mayoritariamente sunní, es muy probable que también rivalizase con Arabia Saudí y con Turquía por la distribución del poder relativo en la región. La divisoria entre sunníes y chiíes es un factor más de conflictividad, pero no explica por sí solo el enfrentamiento.
Una visión polarizante
— ¿Cree usted que Arabia Saudí e Irán están interesados en explotar la motivación religiosa del conflicto?
— Todo actor que libra un conflicto trata de legitimar su postura, y en este caso ambos lo hacen en clave religiosa. No es una mera manipulación oportunista, pues a ojos del salafismo wahabí los chiíes son poco menos que falsos musulmanes.
— Los artículos periodísticos que tratan de explicar las diferencias entre sunníes y chíes suelen remontarse a la disputa histórica sobre el sucesor de Mahoma, o aluden a diferencias relativas a fiestas o tradiciones. Cuestiones que, en principio, no parecen justificar una enemistad histórica. En su opinión, ¿qué diferencias son verdaderamente relevantes?
— Las diferencias entre el islam sunní y el chií son profundas, pero también existen importantes variaciones dentro del propio sunnismo. En el enfrentamiento actual tiene un papel importante el extremismo del salafismo wahabí difundido por Arabia Saudí. Plantea una visión polarizante que divide a los propios musulmanes sunníes y, por supuesto, estigmatiza a los chiíes.
Si Irán fuera mayoritariamente sunní, es muy probable que también rivalizase con Arabia Saudí y con Turquía por la distribución del poder en la región
— ¿Cómo ve la mayor parte de los fieles musulmanes de una rama a los de la otra?
— Es muy peligroso hacer generalizaciones porque el islam es una realidad enormemente plural. Pero el sunní medio no ve a los chiíes tan mal como lo hacen los salafistas wahabíes, que también son sunníes.
— Al-Qaeda e ISIS califican de “herejes” a los chiíes. ¿Tanto interesa la religión a estos grupos terroristas?
— El autoproclamado Estado Islámico es con diferencia mucho más anti-chií que Al Qaeda. Y, sí, en las raíces de ambos grupos hay un fuerte componente religioso. No es mera manipulación para servir a intereses políticos o económicos inconfesables.
Evidentemente, para muchos individuos que militan en estos grupos –especialmente a día de hoy en Siria e Irak– existen otro tipo de motivaciones tanto o más importantes. Pero, a nivel macro, la ideología que anima a los promotores de estas organizaciones se basa en un proyecto político-religioso que conocemos como salafismo yihadista. Una ideología que tiene una tradición de siglos y que se ha manifestado de diversos modos y en distintos lugares a lo largo de la Historia.