Manual del perfecto idiota latinoamericano… y español

Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa

GÉNERO

Plaza & Janés. Barcelona (1996). 336 págs. 2.400 ptas.

Los tópicos izquierdistas de las dos últimas décadas pierden posiciones. Medio en broma medio en serio, los autores trazan un panorama de lo que fueron las ideas, modelos y actitudes características de los intelectuales «progres», a los que el paso del tiempo les permite calificar de «idiotas» sin que nadie, o casi nadie, se escandalice. La primera edición del libro apareció, con gran éxito, en América; se prolonga ahora con los «idiotas» españoles.

Los mismos autores hacen su autocrítica, al reproducir frases y opiniones suyas de otros tiempos iguales a las ridiculizadas. Este espíritu burlón les permite reírse de unas posturas sociales, políticas y económicas marcada por extrañas devociones al marxismo, odios antinorteamericanos y fidelidades soviéticas. Es lo que antes, en Europa, reprochó, por ejemplo, Aron a Sartre. Después, Latinoamérica se convirtió en casi el último reducto de esa ideología, que empezó a estar en claro retroceso al otro lado del océano. Por eso, el libro censura especialmente a los mentores europeos de los «idiotas» latinoamericanos, por alentar prácticas políticas que ellos no habrían aceptado en sus propios países.

La idiotez americana atribuye los males del subcontinente a los lejanos tiempos de la conquista y a las potencias capitalistas contemporáneas, en primer lugar Estados Unidos. Propone como remedio la revolución o, al menos, una nacionalización económica que pare los pies al «neocolonialismo». Afirmar que el mercado crea pobreza e injusticia y que la economía estatal engendra riqueza y libertad, fue una de las más firmes convicciones de la izquierda latinoamericana. Cuando la desmintió el fracaso del bloque soviético, los «idiotas» quedaron perplejos, oscilando entre la desilusión, el escepticismo y la ira, como acreditan los autores con referencias a situaciones concretas.

El Manual emplea la ironía y la burla como arma dialéctica, aunque tampoco faltan serias reflexiones sobre las graves consecuencias que para Latinoamérica tuvo el sarampión marxista. Sin embargo, el análisis adolece de algunas parcialidades. Falta un examen crítico de la derecha latinoamericana y de la política de Estados Unidos, que no ha sido para sus vecinos el Gran Satán, pero tampoco el hada madrina. También son insatisfactorios los juicios sobre la teología de la liberación. Los autores la tratan como un bloque único, y mientras atacan a los clérigos de esa corriente, apenas tienen en cuenta las respuestas del magisterio de la Iglesia.

Por otra parte, la defensa decidida de la economía de libre empresa incurre a veces en extremos ultraliberales. El Manual la sostiene con criterios economicistas, que necesitan ser corregidos con otros. Los tres autores parecen admitir y dar por supuestos esos matices; sin embargo, como la historia muestra, eso puede no ser suficiente para que el mercado no deje en la cuneta a los débiles o a los peor dotados.

Rafael Gómez López-Egea

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