Capitalismo

Arthur Seldon

Unión Editorial. Madrid (1995). 476 págs. 4.160 ptas.

El autor ha sido durante más de treinta años uno de los mayores representantes del Institute of Economic Affairs, baluarte del librecambismo en Europa. Arthur Seldon engrosará la lista de pensadores liberales que han actualizado las tesis clásicas de Smith, Say, Acton o Mill para adaptarlas a los nuevos fenómenos éticos y socioeconómicos.

Este volumen forma una especie de obra definitiva del autor, en la que se recogen diversos estudios de todas la áreas de la actividad socioeconómica que podrían ser mejoradas mediante la aplicación de medidas de carácter liberal. El libro repasa, lógicamente, las actividades económicas de todo género; pero también la administración del Estado, la educación y hasta comentarios de la doctrina de la Iglesia de Inglaterra sobre el particular. Es una mezcla de Friedman y Hayek, del economista graduado en la London School of Economics y del pensador que denuncia el máximo error intelectual del actual sistema económico: confiar en el Estado paternalista más que en el individuo.

Seldon es un ideólogo y no un político. Más aún, Seldon expresa abiertamente su decepción por los políticos. Como liberal radical, esta condena del sistema político le descubre como escéptico de la democracia tal y como se entiende en Europa en los últimos años, es decir, institucionalizada y socializante. En esta misma línea hemos leído hace muchos años a otro liberal, Raymond Aron, con su clásica distinción entre demócratas dogmáticos y demócratas liberales.

En otra vertiente, además de la apuesta por el capitalismo, este ensayo supone un repaso a la reciente historia de las ideas en Europa, y los datos históricos se intercalan con numerosas notas biográficas que van mostrando la evolución de este pensador desde el socialismo de su juventud hasta el liberalismo de su madurez.

Puede considerarse que el libro es un gran compendio de la corriente de pensamiento más crítica hacia el socialismo y el estatismo. Sin embargo, se echa de menos que no se haya profundizado en las medidas de otros economistas neoliberales, que han sabido conjugar la libertad de los mercados con la garantía de una seguridad social que los empleados ven inherente al puesto de trabajo, manteniendo así un Estado fuerte, solvente y reducido.

Pero hay dos ideas que dan unidad a la obra desde el principio: la confianza en la clase media y la lucha contra la pobreza. De la confianza en erradicar lo más posible la pobreza, Seldon deduce un imperativo moral para el capitalismo. Deja claro que el sistema tiene fallos, pero que las deficiencias son más fácilmente corregibles que en el socialismo y con menos coste para la libertad y para el bolsillo de los ciudadanos. Este estudio es, ante todo, una propuesta intelectual y razonada para combatir la ineficacia burocrática, el estatismo y la negación efectuada desde el poder del potencial de los individuos.

Carlos Segade

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