Sanciones contraproducentes

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Desde hace muchos años, Estados Unidos utiliza las sanciones económicas como medida de presión contra gobiernos dictatoriales. Según Nicholas D. Kristof (New York Times, 8 noviembre 2003), en muchos de esos casos las sanciones unilaterales son poco efectivas y perjudican a los mismos que se pretende ayudar.

Kristof recuerda que el gobierno de Bush ha impuesto o amenazado imponer nuevas sanciones a Cuba, Siria, Corea del Norte y Birmania; en este último caso, con el apoyo de la opositora birmana y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. No son excepciones. «Entre 1996 y 2001, Estados Unidos ha impuesto 85 nuevas sanciones económicas unilaterales a otros países. Pero las sanciones, que solo en 1995 costaron 19.000 millones de dólares a las empresas norteamericanas, no son una política: son un sucedáneo para tranquilizar nuestra conciencia. Por lo general perjudican a la misma población a la que supuestamente se pretende ayudar».

La realidad, dice Kristof, es que las sanciones no han funcionado durante los catorce años que se han aplicado en Birmania, ni en los cuarenta que se llevan usando contra Cuba, ni durante los doce años que han durado en el caso de Irak. «Deberíamos haber aprendido del caso de Irak que los embargos de armas y las inspecciones de la ONU pueden dar algún fruto, mientras que las sanciones económicas matan a niños. Aunque la afirmación de que las sanciones causaron la muerte de 500.000 niños iraquíes -cifra proveniente de un informe de UNICEF- era probablemente exagerada, nadie duda que las sanciones contribuyeron a la desnutrición y a la mortalidad de niños en Irak».

Según un informe del Departamento de Estado norteamericano, la prohibición de importaciones birmanas, aprobada en julio pasado, ha destruido ya de 30.000 a 40.000 empleos en la industria textil de aquel país, y acabará por poner en la calle a unos 100.000 birmanos. «La mayor parte de ellos son mujeres jóvenes que no tienen ningún otro medio de subsistencia, y el Departamento de Estado dice que algunas están siendo forzadas o seducidas a ejercer la prostitución (de modo que el sida matará a muchas). (…) Por tanto, en el mejor de los casos, las sanciones norteamericanas van a dejar sin empleo a 100.000 personas… mientras los generales conservan los suyos».

No siempre han fracasado las sanciones económicas, matiza Kristof. «Para ser justo, yo era escéptico también con respecto a las sanciones contra Sudáfrica, y reconozco que me equivoqué: en parte porque eran multilaterales, las sanciones fueron uno de los factores que condujeron al cambio pacífico del país. Pero en los casos más típicos de Irak, Haití, Cuba y Corea del Norte, parece que las sanciones solo ayudan a los dictadores».

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