Turcos en Alemania: la “quinta columna” de Erdogan

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Berlín.— El 16 de abril se celebrará en Turquía un referéndum sobre la introducción del sistema presidencial, que concentraría aún más el poder en manos de Recep Tayyip Erdoğan, al abolir el cargo del primer ministro y reducir las atribuciones del Parlamento. Si se aprueba la reforma, el presidente podrá nombrar a los ministros sin escuchar al Parlamento, así como a los rectores de universidades, y gobernar por decreto. En las últimas semanas se ha desatado la polémica cuando miembros del gobierno de Erdoğan han querido hacer campaña en pro del sí en países de la Unión Europea, en particular en Alemania y Países Bajos. ¿Cuál es el trasfondo de la cuestión? En lo que sigue me centraré en la situación en Alemania.

En Alemania viven cerca de tres millones de personas de ascendencia turca; es decir: personas que tienen o tuvieron la nacionalidad turca, o con padre o madre procedente de Turquía, aunque sean alemanes de nacimiento y nacionalidad. Este último supuesto se debe a la reforma introducida en el año 2000, por la que, si al menos uno de los progenitores vive en Alemania desde hace ocho años y posee permiso indefinido de residencia, el hijo adquiere automáticamente al nacer la nacionalidad alemana. En esa misma ley se amplía la posibilidad de poseer doble nacionalidad –hasta entonces, limitada a los Estados miembros de la Unión Europea y Suiza– a personas con ascendencia en Turquía y otros países.

Una valiosa reserva de votantes

Según el censo de 2011 –hasta ahora el único que refleja este dato–, 4,3 millones de personas poseen otra nacionalidad, además de la alemana. Destacan sobre todo los alemanes con nacionalidad polaca (690.000), rusa (570.000) y turca (530.000). Por tanto, en Alemania, además de las personas que solo poseen la nacionalidad turca, podrán participar en el referéndum del 16 de abril también los mayores de 18 años entre ese medio millón largo de germano-turcos. Entre unos y otros suman 1,4-1,5 millones de electores. 

En los cines de Alemania se proyecta una película turca que glorifica a Erdoğan

Independientemente de que pudieran ser los que inclinaran la balanza, esos electores tienen gran importancia para el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Recep Tayyip Erdoğan: en las últimas elecciones al Parlamento turco, en noviembre de 2015, el 60% de los que votaron en Alemania lo hicieron a favor del AKP, contra el 49,5% de los votos emitidos en Turquía. Y estas diferencias fueron incluso mayores en las últimas elecciones a la Presidencia (2014): en Turquía, el AKP consiguió poco más del 50%; en Alemania, los votos para el partido de Erdoğan rebasaron el 65%. Además, precisamente desde estas elecciones presidenciales, las personas que poseen la nacionalidad turca no tienen que desplazarse ya a Turquía para votar: pueden hacerlo en los consulados turcos en Alemania.

Sentimiento de rechazo

¿A qué se debe ese entusiasmo por los planes –o la persona– de Erdoğan entre los germano-turcos y los turcos que viven en Alemania? Según Ludwig Schulz, especialista en Turquía en el Instituto Alemán de Oriente en Berlín, existen diversas razones: la mayoría de las personas de ascendencia turca se informan a través de medios turcos adictos al régimen; a esto hay que añadir el orgullo nacional turco y un sentimiento de rechazo por parte de la sociedad alemana. “Es probablemente una mezcla de crítica, justificada, de nuestra imagen parcial de Turquía y, por el contrario, una visión idealizada de Turquía”.

Los germano-turcos y turcos residentes en Alemania no se verán afectados por la limitación de la libertad que supondrá la introducción del sistema presidencial en Turquía, como tampoco si Erdoğan lleva a cabo su amenaza de restaurar la pena de muerte. El semanario liberal Die Zeit resumía su postura: “Buena parte de los germano-turcos se identifican más con Turquía que con Alemania: ven la televisión turca, leen periódicos turcos y acuden a mezquitas turcas, financiadas por el gobierno turco. Quizá lean y vean también medios alemanes… pero no los creen, pues muchos turcos que viven en Alemania siguen arraigados en su medio rural-conservador y religioso y no se sienten bienvenidos aquí. Esto puede decirse incluso de muchos que han nacido y han ido a la escuela en Alemania. Se consideran víctimas de una sociedad que no les quiere”.

Erdoğan, héroe en el cine

Este papel de “víctimas” les lleva a identificarse con Erdoğan, quien efectivamente fue víctima de una sociedad corrupta. Precisamente con una escena que presenta a Erdoğan como víctima del sistema, su ingreso en la cárcel en 1998, termina la película Reis (jefe o líder), que no solo se está proyectando en los cines de Turquía, sino también en los de Alemania. Aquí la distribuye una empresa especializada en filmes turcos.

La mayoría de los residentes en Alemania de ascendencia turca se informan a través de medios turcos adictos a Erdoğan, y a esto hay que añadir el orgullo nacional turco y un sentimiento de rechazo por parte de la sociedad alemana

Reis se desarrolla en dos planos temporales: a mediados de los años sesenta, cuando Erdoğan tiene unos 11 años, ya es todo un dechado de virtudes y es denominado por sus coetáneos “líder”; y entre 1993 y 1998: desde la campaña electoral que llevará a Erdoğan a la alcaldía de Estambul en 1994, hasta el ingreso en la cárcel. Aparte de mostrar a un intachable e incluso heroico Erdoğan ya de niño y por supuesto de adulto, quizá el mensaje más significativo de esa película de patente ínfimo nivel cinematográfico, pero de un efectismo propagandista, se encuentra en una subtrama, en la que un pobre diablo es acusado de haber matado a un joven, cuando en realidad el asesino es un “hijo de papá”: el poderoso padre consigue que la policía y la fiscalía paguen dinero a un supuesto “testigo”. Y en el filme se dice expresamente: “El Estado aniquilará algún día a personas como tú”. De ahí al corolario de que ese día llegará con el advenimiento de Erdoğan a la presidencia no hay más que un paso.

Reis se exhibe en 26 ciudades alemanas. Los resultados en taquilla, sin ser espectaculares, tampoco son despreciables. En los cines alemanes se considera un gran éxito cualquier película que alcanza el millón de espectadores, el 1,2% de la población; si se tiene en cuenta que la audiencia potencial para los filmes dirigidos a turcos es de poco menos de tres millones de personas, el listón estaría en 36.500. Todo parece indicar que Reis conseguirá llegar a estas cifras: después de dos semanas ha superado los 26.000 espectadores y es probable que se intente mantenerla en cartel hasta el referéndum del 16 de abril.

Falta de integración

Erdoğan –el real, no el personaje de Reis– sigue asumiendo el papel de víctima cuando otros países rechazan que sus ministros den mítines, como en los Países Bajos. El diario Die Tagespost concluye que, con esa táctica, Erdoğan gana siempre, no solo cuando sus ministros pueden hacer campaña en países como Francia y Suecia, sino también cuando se lo impiden. “Su acusación de fascistas y nazis a los europeos es una señal que emite a la nación turca para cerrar filas con su sultán; cuando acusa de islamofobia, es una señal a todos los musulmanes para cerrar filas en torno a su califa. El hombre que se considera heredero de sultanes y califas recurre a los métodos de Atatürk: a un agresivo nacionalismo y a un culto al líder, que considera toda crítica a los gobernantes como traición a la patria, que anima la paranoia y el aislacionismo porque solo los súbditos propios se agrupan en torno al líder cuando fuera está al acecho un mundo de enemigos malos. Y Erdoğan considera como súbditos –independientemente de su nacionalidad– a los aproximadamente siete millones de turcos en la Unión Europea”.

En Alemania viven casi un millón y medio de electores turcos, un tercio de ellos con doble nacionalidad, que en las elecciones votan mayoritariamente al partido de Erdoğan

En una entrevista con la cadena de televisión N24, Henryk M. Broder, periodista y autor muy conocido en Alemania, calificaba a esos 1,4 millones de votantes turcos en Alemania de “quinta columna de Erdoğan”, y concluía: “La cuestión es si queremos permitir que un país, el que sea, haga su campaña electoral en Alemania. No hay, por ejemplo, indios en el exilio que organicen en Alemania una campaña para establecer una dictadura en India. Ni los españoles, ni los daneses que viven aquí. En Alemania hay millones de inmigrantes y el único caso de personas que exigen un derecho especial para ellos son los turcos”.

Este es, resumidamente, el trasfondo del malestar que han causado en Alemania los intentos del gobierno de Erdoğan de hacer campaña para el referéndum del 16 de abril en territorio alemán: la falta de integración –o de voluntad de integrarse– en amplios sectores de la población no solo turca, sino también germano-turca, en Alemania.

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