“De González me sorprendió su timidez; de Aznar, su ironía. Zapatero es muy cercano y con Rajoy me iría a tomar cervezas”

publicado
DURACIÓN LECTURA: 8min.
La última llamada: Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy

Lo que no ha conseguido ninguna fiesta, ni onomástica, ni siquiera cementerio –reunir en una misma foto a cuatro ex presidentes de partidos políticos rivales–, lo ha conseguido una docuserie: La última llamada. Su creador, el periodista Álvaro de Cózar, es un convencido del poder de la narrativa y de que, a las buenas historias, se llega preguntando, tratando de entender y dejando atrás juicios y prejuicios.

De Cózar es el típico periodista de raza que, por el camino y sin perder la raza, ha mutado en guionista. Empezó trabajando como enviado especial del diario El País en Libia y Siria, y se curtió en ese mismo periódico cubriendo la información local de Madrid (desde el caso Aneri, la estafa por cursos de formación, hasta la huelga de trabajadores de limpieza). Pero pronto, De Cózar cambia la letra por el audio y revoluciona el mundo del pódcast periodístico narrativo con series como XRey, Asesinato en La Moraleja o V, las cloacas del Estado. En el año 2021 funda con Pilar Sayáns TrueStory, una productora de contenido centrada en las historias reales. Acaba de estrenar en Movistar+ una docuserie que tiene como protagonistas a los últimos cuatro expresidentes.

La última llamada
Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, en la presentación de la serie “La última llamada” (foto: Movistar+)

— Después del éxito de tus pódcast, es extraño verte creando una serie…

— No tanto. Siempre hemos dicho que somos agnósticos en el formato. El lema de nuestra empresa –TrueStory– es “las mejores historias bien contadas”. Y hay muchas maneras de contar una buena historia. Por otra parte, nosotros teníamos ganas de hacer proyectos audiovisuales, no solo porque seamos amantes del cine, sino también porque es una industria más engrasada. El pódcast es algo más de startup, de continua búsqueda de modelo de negocio. El cine es otra cosa.

— ¿Cuál es el objetivo de esta docuserie?

— Seguir ahondando en la cara no vista del poder. Mirar por el ojo de la cerradura y decir “esto no lo conocía”. Al principio, nos planteamos hacer algo sobre los asesores, en la línea de Los pasillos del poder, pero pronto nos dimos cuenta que a quien teníamos que buscar era a los presidentes, porque la historia estaba en ellos. Y encontramos este concepto de la última llamada como una vía para llegar al factor humano. Esa última llamada es –lo dice el presidente González– el último teléfono que suena, que es el tuyo. Y ya no puedes acudir a nadie más… Esa última llamada resume la tensión, las noches sin dormir, la soledad del poder, y explica muchas de las decisiones que se toman.

Álvaro de Cózar
Álvaro de Cózar

— La docuserie resume más de cuarenta años de historia de España en cuatro horas. Se intuye una labor ingente de condensación en un guion escrito a diez manos. ¿Cómo fue el proceso?

— En este proceso han sido muy importantes las entrevistas, pero también las conversaciones iniciales de guionistas y productores.  Nos planteamos qué era lo más importante que cuenta cada uno y ahí te das cuenta de que el tiempo es el que edita nuestras vidas. A medida que pasa el tiempo, vas olvidando algunas cosas, o las vas poniendo en cajones que sabes que no vas a abrir apenas, mientras que otros los abres continuamente. Eso pasa también en la vida de los presidentes. Y luego estaba la idea de que estábamos ante un relato narrativo que tenía que enganchar. Sé que los presidentes van a echar de menos cosas. Hemos hablado con cada uno más de seis horas, de muchísimos temas y hay cosas que no están, pero ese es el juego. Cuando abordas un proyecto narrativo sabes que te vas a dejar fuera más de la mitad.

En cualquier caso, había un guion. Hay documentales que se graban y luego los montadores con los guionistas van perfilando la historia, pero nosotros le damos mucho peso al guion. Sabíamos la historia que queríamos contar.

— Y al hacer las entrevistas, ¿cuándo sabes que has llegado a eso que quieres contar?

— Yo quería llevar a los presidentes al momento más íntimo y para eso, además de preguntar, necesitábamos recrear el despacho, ayudarnos de la iluminación. Trabajar en la idea de que el presidente nos abriera las puertas de su despacho a las nueve de la noche, cuando su jornada ha terminado, y nos contara cómo ha ido el día.

— Todos los presidentes quedan bien en la docuserie. ¿Era algo buscado?

— No sé si quedan bien, pero desde luego lo que no se trataba era de hacerles quedar mal. Es un relato de cómo vivieron ellos sus mandatos y yo no tenía ninguna intención de juzgarlos. Primero, porque no soy quién para hacerlo y porque, además, ese ejercicio ya lo ha hecho cada uno en su casa. Cada uno tiene un juicio sobre esos mandatos, sabe quién le cae bien o mal. Como narración no me interesaba nada. Lo que me interesaba es cómo lo vivieron ellos. Obviamente, utilizamos la voz del narrador para que la historia no se desajustase por completo, porque es evidente que ellos iban a juzgar algunos aspectos con excesiva benevolencia. Pero solo usamos la voz en off en los momentos en los que necesitamos ajustar o introducir algo de contexto.

— En medio de un ambiente tan polarizado y un periodismo al que se acusa –quizás con razón– de atrincherado, esta docuserie sorprende por su tono ecuánime, templado… ¿Era el propósito?

— En ningún momento nos planteamos “vamos a hacer una serie contra la polarización”.  Lo que sí nos planteamos era no hacer juicios porque es donde nos sentimos cómodos. Pero sí es cierto que, mientras la hacíamos, nos dábamos cuenta de que la serie podía aportar un poco de serenidad. No se trata de cambiar la opinión que uno tenga sobre la entrada en la OTAN o la guerra de Irak, sino de tratar de entender por qué se llegó a esas decisiones.

El espectador que se acerque con curiosidad creo que se va a encontrar con un poco de calma. Hoy estamos todos un poco ansiosos, vivimos con vértigo pensando que lo que ocurre va a determinar el futuro de nuestros hijos. Es el mundo que vivimos, pero cuando miras un poco el pasado, te das cuenta de que el tiempo recoloca muchas cosas.

— ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de cada uno de los presidentes?

— Del presidente González me sorprendió, aunque me lo había advertido su hija, que es mucho más introvertido, más tímido de lo que yo pensaba. Lo tenía por un tipo con don de gentes, que cuando hablaba todo el mundo se callaba, que tenía un liderazgo arrollador. Esa parte tan intimista, de introversión, no la conocía, no lo esperaba.

Del presidente Aznar, la primera vez que lo conocí me confirmó lo que había leído de los famosos silencios de Aznar. En mi primera conversación –la de tanteo– me encontré con un tipo duro, serio y salí pensando que en la entrevista no me iba a contar nada. Y, sin embargo, me sorprendió encontrarme después con una persona mucho más accesible, que hablaba con convencimiento de la Historia, que es un tema que le interesa. Una persona incluso con sentido del humor, que respondía rápido y con una ironía que yo desconocía.

Zapatero, por generación, es el más cercano. Habla un lenguaje más parecido y tiene una pose menos presidencial. Habló con apertura de muchos temas. Fue muy fácil entenderse con él y con su equipo.

Y, en la misma línea, Rajoy es un tipo con el que te irías a tomar cervezas a un bar. Es el ciudadano medio español… sin tener nada de ciudadano medio. Es el tipo opositor, con experiencia, con el Estado en la cabeza, que tiene los datos…. pero que también quita importancia. Es una persona que no me encaja con el meme, con el lapsus, es otro rollo. Habla contigo de un montón de temas y es muy cordial… y muy gallego, eso sí.

— Y ¿qué te llevas personalmente después de esta experiencia?

— Lo primero, la oportunidad de haber entrevistado a cuatro presidentes del Gobierno, y haberme estrenado en el formato audiovisual. Y, en cuanto al tema, me llevo la confirmación de que la Historia con mayúscula tiene sentido narrativo. Las cosas pasan como consecuencia de lo que ha pasado antes, y todo tiene una lógica. A veces, extraña, pero lógica. Los presidentes, en cierto modo, se definen por los que estaban antes y los ciudadanos, cuando se cansan, buscan a alguien que sea muy distinto. Hay continuidad y ruptura. Y, como guionista, te das cuenta de que eso funciona.

Y, por último, me quedo con la idea de aportar serenidad al debate público, que se puede conversar con todos y tratar de entender, aunque estés en desacuerdo.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.