El catolicismo en Brasil sigue bajando y se frena el avance de los evangélicos

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El catolicismo en Brasil sigue bajando y se frena el avance de los evangélicos
Evangélicos en la Marcha por Jesús en Río de Janeiro, mayo de 2012 (foto: A.PAES/Shutterstock)

La configuración religiosa de Brasil continúa en movimiento. Aunque el país sigue siendo mayoritariamente cristiano, los últimos años han consolidado una tendencia sostenida hacia una mayor diversidad de creencias y prácticas espirituales. El peso histórico del catolicismo convive ahora con el avance de otras confesiones, mientras crecen también las personas que no se identifican con ninguna religión.

Según datos del Censo 2022, recientemente publicados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el catolicismo cayó al 56,7% de la población, la proporción más baja registrada hasta la fecha. Los evangélicos, por su parte, alcanzaron el 26,9%, aunque con un ritmo de crecimiento menor al observado en décadas anteriores.

También aumentó el número de personas sin religión, que ya representan el 9,3% del total, y se ha registrado un crecimiento de las religiones de matriz africana, como la umbanda y el candomblé. El censo revela además diferencias importantes por edad, nivel educativo y acceso a servicios, delineando nuevos perfiles religiosos en todo el país.

Menos católicos

El catolicismo, que durante décadas fue la religión predominante en Brasil, ha experimentado un descenso constante en su proporción dentro de la población. Es una caída de más de 17 puntos porcentuales respecto al año 2000, cuando el catolicismo alcanzaba el 74,1 %.

Entre 2010 y 2022, la disminución fue de 8,4 puntos porcentuales, pasando del 65,1 % al actual 56,7%. En términos absolutos, el número de católicos se redujo aproximadamente en 5,2 millones: de 105,4 millones en 2010 a 100,2 millones en 2022, de una población total de 211,1 millones. Los datos sugieren que hay una leve desaceleración de la caída en la última década en comparación con la anterior. Sin embargo, la tendencia general sigue siendo a la baja, sin indicios claros de un repunte inmediato.

El antropólogo Rubem César Fernandes destaca que, en Brasil, el catolicismo suele tener una dimensión cultural más que de fe verdadera, lo que facilita la transición de muchos fieles hacia otras religiones o hacia la no religiosidad.

«Los creyentes evangélicos son practicantes dedicados que asisten a la iglesia al menos una vez por semana, mientras que la mayoría de los católicos no observan ninguna doctrina”, afirma también Silas Malafaia, un pastor mediático y controvertido.

El cardenal Odilo Scherer valora los resultados del censo en la misma línea y considera que “la inmensa mayoría de los católicos brasileños son solo bautizados, pero no acuden a la iglesia o lo hacen solo de forma esporádica”.

“Esto hace pensar en una religiosidad superficial y sin convicciones firmes que, más temprano o más tarde, puede cambiar, ser conquistada por otra religiosidad o ser abandonada definitivamente. Parece que eso es lo que está ocurriendo: los católicos sin convicciones firmes y con débil sentido de pertenencia a la Iglesia van dejando de ser católicos”, concluye el cardenal.

El crecimiento de la secularización, la reivindicación de las espiritualidades afrodescendientes y el mayor compromiso de los evangélicos contribuyen al descenso de la población católica en Brasil

Los evangélicos no crecen como se esperaba

Aunque los evangélicos continúan en ascenso, no han alcanzado las expectativas que proyectaban que a estas alturas habrían superado ya el tercio de la población.

La Amazonía continúa siendo la región con mayor crecimiento. De los cinco estados con el mayor porcentaje de evangélicos, cuatro están en esta zona. En contraste, el noreste de Brasil sigue siendo el principal refugio del catolicismo.

Un mayor crecimiento también lleva a un mayor escrutinio, y algunos problemas pueden explicar la reducción del crecimiento entre los evangélicos. Según expertos y líderes religiosos de la propia iglesia evangélica, la proliferación de pastores que quieren dirigir su propia iglesia para enriquecerse con las donaciones de los fieles ha desencantado y alejado a muchos. Además, la fuerte identificación con el gobierno de Bolsonaro también hizo que los fieles que no compartían esas inclinaciones políticas se distanciaran de la religión.

Religión y raza

Tanto el catolicismo como los evangélicos cuentan con mayoría femenina, pero mientras que en la comunidad católica las mujeres constituyen el 51 % de los fieles, en el ámbito evangélico esa cifra aumenta al 55,4 %.

La afiliación religiosa también varía significativamente según el grupo racial. En la Iglesia católica son mayoría las personas blancas, que representan el 45,9% de sus fieles, seguidas por los mestizos o pardos (personas de origen racial mixto, generalmente con ascendencia europea, indígena y africana) –la etnia más numerosa del país–, con el 44%. En cambio, entre los evangélicos la mayoría son pardos (49,1%), a considerable distancia de los blancos (38%) y los negros (12%). Los cultos afrobrasileños, como el candomblé y la umbanda, no son mayoritariamente de personas negras, que constituyen el 23% de los creyentes, sino de blancas (43%) y mestizas (33%). El espiritismo, por su parte, es una religión fuertemente vinculada a los blancos, que constituyen casi el 64% de sus seguidores.

Si en vez de la composición étnica de las religiones, se considera la diversidad religiosa en las distintas razas (ver tabla), se observa que el catolicismo es la primera confesión en todos los grupos raciales. La evangélica es la segunda en todos los casos, excepto entre los que no tienen religión.

Religión y raza en Brasil

Las religiones afrobrasileñas dan un paso adelante

A su vez, es significativo el crecimiento de aquellos que declaran no tener religión. En un país como Brasil, de una fuerte tradición religiosa, la población que afirma no profesar ninguna religión casi se ha duplicado en la última década. Este fenómeno se produce principalmente entre las generaciones más jóvenes de zonas urbanas y también indica que, si bien antes los desencantados con el catolicismo buscaban refugio entre los evangélicos, cada vez más personas se alejan de cualquier tipo de fe.

Por último, en Brasil las religiones de origen africano han experimentado años de persecución. En 2017, Brasil registró cada 15 horas una denuncia por intolerancia religiosa y 40% de las víctimas eran seguidores de las religiones afrodescendientes. Sin embargo, años de mayor apertura, tolerancia y de una mayor identificación identitaria con las raíces han provocado un llamativo crecimiento de las religiones afrobrasileñas (candomblé y umbanda), cuya proporción en la población se ha triplicado en diez años.

Carolina Rocha, investigadora del Instituto de Estudios de la Religión, señala que esta tendencia es el resultado de una movilización política, cultural y comunitaria impulsada por líderes religiosos, colectivos de terreiros (templos religiosos), influencers y movimientos sociales. Rocha también menciona la ampliación de políticas de inclusión racial, como la ley de cuotas de 2012, que ha formado a más académicos negros y aumentado la visibilidad de estas religiones entre los jóvenes.

En definitiva, el cambiante panorama religioso se enmarca en un marco más amplio en el que los fenómenos culturales, identitarios y políticos acaban influyendo mucho sobre la fe de los fieles.

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