A la educación diferenciada se le exige demostrar beneficios académicos significativos y científicamente observables (algo que nunca se ha pedido al modelo de la coeducación) como para “compensar” supuestos efectos sociales negativos que la ciencia no ha demostrado. Mientras tanto, los principales perjudicados de este estado de “cuarentena ideológica” son los padres, sobre todo los que no tienen recursos para pagar un colegio privado.