Los nuevos enfoques de la formación rural

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El medio rural, algo más que agricultura
En un mundo sometido a cambios acelerados, lo rural parecía ser el refugio de lo estable y tradicional. Pero tampoco lo rural es ya lo que era ni es solo sinónimo de agricultura. Las funciones de los profesionales del medio rural se sitúan en la intersección entre la producción, la gestión de la naturaleza y la ordenación del territorio. Las nuevas funciones exigen también un nuevo tipo de formación. Este es el empeño de la Asociación Internacional de Movimientos Familiares de Formación Rural, que imparte formación a jóvenes en ámbitos rurales de 29 países de los cinco continentes, a través del modelo pedagógico de alternancia.

Antes, lo rural indicaba ciertas partes del territorio de baja densidad de población y determinadas características socioeconómicas, centradas en la producción agrícola. En cambio, como señala la Comisión Europea, hoy «la noción de mundo rural no implica únicamente la simple delimitación geográfica. Evoca también todo un tejido económico y social, con un conjunto de actividades de lo más diverso: agricultura, artesanía, pequeñas y medianas industrias, comercio y servicios. Además, sirve de amortiguador y de espacio regenerador, por lo que resulta indispensable para el equilibrio ecológico, al tiempo que se ha convertido en un lugar privilegiado de reposo y de ocio» (1).

Para advertir la importancia de lo rural en España, por ejemplo, basta recordar su estructura municipal y su número de habitantes. Según el Censo de 1991, había 8.077 municipios en total, de los cuales el 74% eran rurales -menos de dos mil habitantes-. El porcentaje asciende al 80% si se contabilizan como rurales los municipios con menos de 10.000 habitantes. Tampoco hay que minimizar la población rural española, pues uno de cada cuatro habitantes de derecho viven en municipios de menos de 10.000 habitantes y casi uno de cada cinco en entidades singulares de menos de 2.000.

Nuevas funciones del agricultor

Sin embargo, la población activa agraria ha caído en Europa vertiginosamente. De casi el 30% en 1950, hemos pasado al 6% como media en 1990. Además, en ese mismo periodo, el nivel de productividad agraria se incrementó en un 750%, con la consiguiente pérdida de empleos.

En la Unión Europea, con las sucesivas reformas de la PAC (Política Agrícola Común), el objetivo inicial de la máxima producción por unidad de superficie ha pasado, en la Agenda 2000 (2), a considerar metas más diversificadas. Entre las nuevas prioridades están garantizar la inocuidad y la calidad de los productos alimenticios; atender los objetivos medioambientales, fomentando una agricultura sostenible; garantizar a los agricultores un nivel de vida digno, no solo por unos adecuados precios agrícolas, sino buscando también otras fuentes de ingresos para sus familias.

Queda claro, por tanto, que -al menos en Europa- el agricultor tiene asignadas nuevas funciones, que resultan de la mejora en los niveles de bienestar y de las transformaciones económicas, sociales y culturales de la sociedad. A su función de producir alimentos, vocación primera e indispensable, debe añadir la no alimentaria y la de producción de servicios y bienes no materiales.

Lo que se espera de estos profesionales es que su actividad se convierta en una profesión de síntesis, que se sitúe en la intersección entre la producción, la gestión de la naturaleza y la ordenación del territorio, como dice Eduardo Moyano, del Grupo de Brujas (3) que reflexiona sobre el futuro de la sociedad rural europea.

La perspectiva en los países en vías de desarrollo es bien distinta. La agricultura tiene allí unas deficiencias enormes en cuanto a tecnología y competitividad, y da trabajo a un elevado porcentaje de población que realiza su labor en condiciones precarias.

Escuelas específicas para el medio rural

A los grandes desafíos para la agricultura mundial en el siglo XXI -la seguridad alimentaria mundial, la reducción de la pobreza y la gestión sostenible de los recursos naturales- habría que añadir otro que condiciona los demás: el de la educación y la formación.

En este campo desarrolla su labor la Asociación Internacional de Movimientos Familiares de Formación Rural (AIMFR), que representa a instituciones promotoras de centros de promoción rural y escuelas de formación en alternancia para jóvenes del medio rural. Estas escuelas (casi 1.000 y que involucran en procesos de desarrollo local a más de 150.000 familias) están distribuidas por 29 países de los cinco continentes.

En el Congreso de la AIMFR, celebrado del 21 al 24 de noviembre en Bruselas, en la sede del Comité Económico y Social, 400 personas de 14 países de todo el mundo debatieron sobre «Ruralidad, formación y desarrollo». Este Congreso, que ha conmemorado el XXV aniversario de la Asociación, fundada en Dakar en 1975, ha contado con jóvenes -en su mayoría antiguos alumnos- de Brasil, Argentina, Uruguay, Filipinas, Camerún, Ruanda, Francia, Portugal, Italia y España, así como representantes -miembros de los Consejos de Administración de las diferentes asociaciones que forman la AIMFR- de estos países y de Colombia, Chile, Bélgica y Congo.

En la EFA Machetá (Colombia)Líderes de comunidades

En las palabras que les dirigió el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, recordó, refiriéndose especialmente a los europeos presentes, que en los difíciles momentos por los que ha pasado la reforma de la PAC, «siempre -y más en estos momentos- ha incidido sobre la salvaguarda del medio ambiente y del paisaje, la vertebración del territorio, la calidad y seguridad alimentarias… y esto queda claro en el nuevo pilar de la PAC dedicado al desarrollo rural, al que todos ustedes contribuyen en sus diferentes países mediante la formación y la solidaridad».

En la clausura, celebrada en la sede del Parlamento Europeo, el primer presidente de la AIMFR, Florent Nové-Josserant, recordó la difícil andadura de las Maisons Familiales Rurales (MFR) (4), origen de este tipo de formación. Y animó a los congresistas a no falsear sus valores, advirtiendo que «en la formación de jóvenes, no hay que perder de vista que nos apoyamos en organizaciones asociativas basadas en la familia, con unos medios formidables, pero frágiles, y que lo importante es conseguir un 49% de saber y un 51% -al menos- de calidad humana». «Necesitamos -concluyó- jóvenes emprendedores que sean líderes de sus comunidades».

La alternancia, un modelo peculiar

Si las funciones de la población rural han cambiado, según los nuevos enfoques apuntados al principio, desde el punto de vista educativo se requiere también una nueva formación, dirigida no solo a los agricultores.

Las reformas educativas en Europa, pero también en América Latina -y, desde luego, la LOGSE (5) en España- quieren acercar la escuela a la realidad profesional. Se pretende introducir en los niveles básicos contenidos profesionales y favorecer las estancias en las empresas de los alumnos de formación profesional específica, no tratando de hacer de la empresa el laboratorio o el taller de prácticas de la escuela, sino de convertir la empresa en verdadero lugar de aprendizaje.

La pedagogía de la alternancia -seguida en los movimientos de formación rural- supone, básicamente, alternar periodos de formación en el aula con otros en la explotación familiar o en la empresa, sea ésta agraria o no. De esta manera, el contacto con la realidad hace que el joven reflexione sobre el entorno, analice sus problemas y saque conclusiones prácticas que se discuten no solo con los profesores, sino también con los padres y responsables del medio.

De este modo, la formación adquirida en la escuela -que se convierte en foco de desarrollo de la comarca- repercute también en las familias de los alumnos y en otras personas del medio. La responsabilidad real de las familias, que suelen agruparse en asociación, así como de otras personas -especialmente empresarios- en el proceso educativo de los alumnos, juega un papel muy importante en el correcto funcionamiento del modelo pedagógico.

Trabajan en su medio

Nos encontramos, pues, ante algo muy complejo: una formación profesional que supone un aprender haciendo mediante una continuidad en la adquisición de saberes -desde lo concreto a lo abstracto- en una discontinuidad de espacios (aula/medio profesional) y de tiempos (el período en el medio es, al menos, el 50% del total). Una formación compleja -no es, desde luego, una pedagogía tradicional, ni siquiera tan solo una pedagogía activa-, pero muy eficaz.

En efecto, si evaluamos el modelo en términos de inserción laboral de los antiguos alumnos, una forma que parece muy adecuada cuando hablamos de formación profesional, nos encontramos con resultados sorprendentes, tanto en Europa, como en países en vías de desarrollo.

En una encuesta de inserción profesional de las promociones de 1996, llevada a cabo por la Federación Regional de MFR de Bretaña (Francia) tres años después de la graduación de sus alumnos, encontramos que, sobre 1.062 encuestados, el 78,5% tenía empleo y el 11% continuaba en formación. Solo el 5% no tenía trabajo. En Filipinas, el estudio de situación de los 100 primeros graduados de la primera FFS, Dagatan, demostró que, tres años después de la graduación, 92 de ellos trabajaban y 2 de ellos continuaban en formación. En este caso, la encuesta fue realizada por el Departamento de Educación, Cultura y Deportes del gobierno filipino.

Pero lo más sorprendente es que, en ambos casos, Francia y Filipinas, esta inserción laboral tiene lugar en el medio rural. La contribución a la vertebración del equilibrio territorial -y, por tanto, el freno al éxodo rural- es, pues, muy importante con este tipo de formación.

Los Centros de Promoción Rural-EFA en España

Los 36 Centros de Promoción Rural (CPR)-Escuelas Familiares Agrarias (EFA) existentes hoy en España tuvieron su origen en 1967 a partir de las Maisons Familiales Rurales francesas. Están extendidos por 23 provincias de 10 Comunidades Autónomas (6 en Andalucía, 6 en Aragón, 7 en Castilla-La Mancha, 5 en Cataluña, 2 en Extremadura, 3 en Galicia, 2 en La Rioja, 1 en Madrid, 1 en Navarra, 3 en Valencia).

En la actualidad, cuentan con cerca de 3.000 alumnos en enseñanzas regladas (Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior, Segundo Ciclo de ESO y Programas de Garantía Social) y con más de 2.500 adultos en Programas de Formación Continua y Ocupacional. La Formación Profesional para jóvenes abarca familias profesionales muy diversas. Así, aunque muchos CPR-EFA ofertan algunos Ciclos de la familia agraria, podemos encontrar también otros como, por ejemplo, «Cuidados auxiliares de enfermería» o «Conducción de actividades físico-deportivas en el medio natural».

Las mayores dificultades para la aplicación de la pedagogía de la alternancia en el marco de la LOGSE proceden, por un lado, de la falta de comprensión de la formación de carácter rural. Por otro, de la rigidez de la enseñanza comprensiva en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y de un enfoque de la Formación Profesional excesivamente orientado hacia la gran empresa de alta tecnología.

Pero la realidad de la educación en el medio rural es distinta y compleja. Es necesario gestionar esa complejidad contando, además de con los equipos directivos y de formadores, con los padres de los alumnos, los empresarios y todos los responsables de los políticos a los sindicales, por ejemplo de los ámbitos rurales. Solo así se puede conseguir la coherencia educativa en un medio tan distinto social, cultural, demográfica y psicológicamente al urbano. Porque la finalidad de los CPR-EFA no ha cambiado desde que comenzaron: la promoción y el desarrollo del medio rural y de sus gentes mediante acciones de formación, especialmente con jóvenes.

Las asociaciones que han promovido los CPR-EFA están organizadas en Federaciones Regionales y éstas, a su vez, vinculadas con la Unión de Escuelas Familiares Agrarias (UNEFA). UNEFA, en su empeño de colaborar con la promoción y el desarrollo rural, es ONG para el Desarrollo desde 1978. Promueve, con financiación de la Unión Europea y de la Agencia Española de Cooperación Internacional, principalmente, proyectos de desarrollo rural en los siguientes países: Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México, Venezuela, Bolivia, Guatemala, Perú, Kenia, Congo, Camerún, Albania y Filipinas. Muchos de estos proyectos han cristalizado en escuelas similares a los CPR-EFA.

Roberto García MarirrodrigaRoberto García Marirrodriga es ingeniero agrónomo y consultor de proyectos de cooperación al desarrollo._________________________

(1) Comisión Europea. El futuro del mundo rural. COM 88 (501).

(2) Comisión Europea. Agenda 2000, 3 vol., julio 1997.

(3) El grupo, formado por ciudadanos europeos de distintas profesiones y bajo el impulso de Edgard Pisani -antiguo ministro francés de Agricultura y ex comisario de la Unión Europea-, se reúne en la ciudad belga de Brujas para reflexionar sobre el futuro de la agricultura y la sociedad rural europea. Del grupo forma parte el español Eduardo Moyano.

(4) Las Maisons Familiales Rurales (MFR) comenzaron en Francia en el año 1935 como respuesta a la necesidad de contar con un modelo pedagógico adecuado a la realidad de los hijos de los agricultores. Desde el principio, las familias, agrupadas en asociaciones, asumieron el liderazgo de este movimiento de promoción del medio basado en la formación. Se ocuparon también de articular una formación global de la persona, no solo centrada en los aspectos técnicos y profesionales, sino también en los humanos, sociales y espirituales. Por último, crearon una pedagogía compleja, que parte de la realidad para construir conocimiento a partir de lo concreto, y donde los tiempos de formación en el aula se comparten con otros en el medio de vida.

A partir de la primera MFR de Lauzun (Lot et Garonne), surgieron otras hasta llegar a las casi 1.000 existentes en la actualidad en todo el mundo. En función de la traducción que se ha hecho de MFR en cada lugar, podemos hablar de Centro de Promoción Rural-Escuela Familiar Agraria (EFA) en España, Guatemala, Colombia y Uruguay; Casa Escola Agrícola (CEA) en Portugal; Centre de Formation Agricole (CFA) en Camerún, Senegal y Chad; Family Farm School (FFS) en Filipinas; Colegio de Formación Rural (CFR) en Argentina…

(5) Ley de Ordenación General del Sistema Educativo, de 1990.

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