Ambientada en el corazón de Moldavia a mediados del siglo pasado, la novela cuenta la anodina vida de un juez y su más interesante relación con uno de sus vecinos, un misterioso terrateniente.
La novela aborda un drama familiar poco tratado en la literatura: la adicción a las drogas de una hija. Lo hace sin sentimentalismos, pero con una ternura que mitiga la sordidez.