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Una ministra de Familia con siete hijos

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Ursula von der Leyen, 47 años, es ministra para la Familia en el nuevo gobierno de Alemania, y tiene buenos títulos para ocupar el cargo: médica y madre de siete hijos, ha logrado también hacer carrera en la política. En un gobierno donde hay cuatro mujeres sin hijos, su caso llama la atención. Markus Wehner la ha entrevistado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Ofrecemos la traducción de algunos fragmentos.

— Una ministra con siete hijos se considera en Alemania una provocación.

— Los muchos hijos que me han sido concedidos son, efectivamente, para algunos, una provocación. Pero hay también muchas personas que dicen: «Qué bonito que todavía haya quien viva esa experiencia y además tenga un cargo político». Algunos se comparan con mi propia situación y afirman: «Nosotros mismos tenemos que hacer sacrificios con uno o dos hijos». La época más difícil para mi marido y para mí fueron los comienzos de la vida profesional como médicos jóvenes en el hospital, con guardias nocturnas y diurnas, teniendo niños pequeños, que cada cierto tiempo requerían dedicación, así como la inexperiencia de unos padres jóvenes unida a unos ingresos modestos. Entonces sí que me sentía a veces desesperada.

— Ahora tenemos en el gobierno cuatro mujeres sin hijos, y solo usted contribuye a la cuota de hijos. ¿No es esto señal de que es difícil compaginar carrera profesional y tener hijos?

— Ciertamente tenemos un gobierno que refleja la realidad de Alemania. A diferencia de otros muchos países europeos de nuestro entorno, en Alemania el hecho de no tener hijos ha dejado de considerarse una carencia. Me gustaría dejar claro que se trata de una fiebre cultural. Pero al mismo tiempo la renuncia a los hijos se ha convertido en Alemania en requisito para una brillante carrera profesional. Y esto constituye un verdadero drama.

— ¿Es la renuncia a los hijos el precio que muchas mujeres deben pagar por su emancipación?

— En absoluto. Simplemente no hemos logrado armonizar una buena formación y la entrada en el mundo laboral con la educación de los hijos. Hay otro aspecto importante: debemos dirigir más la mirada hacia el padre, pues hemos comprobado que son los hombres, más que las mujeres, los que excluyen a los hijos a la hora de planificar su vida.

— ¿No es también un factor importante la veneración por el «soltero independiente» en la renuncia a los hijos?

— Ciertamente ha acentuado esta influencia. Pero, al mismo tiempo, algunas empresas reconocen que cuando se buscan jóvenes con una buena formación, hay que prestar atención también al deseo de tener hijos de estas personas. Las aptitudes de liderazgo -capacidad de trabajo, de organización, sentido de responsabilidad- se adquieren fundamentalmente, no en la profesión, sino en la familia y en cargos no remunerados. Una empresa que quiera hacer surgir personalidades directivas que a la vez sean humanamente ricas, debería preocuparse de que esas personas tengan tiempo y lugar para ser también padre o madre.

— Pero la realidad es otra.

— Tiene usted razón. Con todo, también la política debe hacer su parte, esto es, crear una infraestructura variada y flexible que posibilite la atención de los hijos, y procurar que la política económica sea una ayuda real en la etapa en que se tienen los hijos, que suele ser la más crítica. Por este motivo, en la coalición de gobierno, hemos decidido conceder especial importancia a las familias jóvenes, poniendo el acento en una asignación para los padres a partir de 2007.

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