La Conferencia Episcopal española aprobó en su última asamblea plenaria una extensa y positiva instrucción pastoral titulada La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad. El documento se inscribe dentro de la petición del Papa Juan Pablo II en su carta apostólica Novo millennio ineunte, sobre la necesidad de prestar una especial atención a la pastoral de la familia (n. 47). El texto aborda el conjunto de problemas, con los enfoques teológicos indispensables para esbozar las adecuadas soluciones, más allá de las dificultades reales de la sociedad española.
En la introducción, Cristo revela el amor, se describe ese amor verdadero, «que corresponda a la verdad del ser y de la vocación del hombre» (n. 2), desde el que debe enfocarse la realidad familiar. En el capítulo I se analiza la sociedad y la cultura de España, que ofrecen elementos de progreso, como los señalados en n. 10: «El mayor reconocimiento de la igualdad de hombre y mujer, la mayor libertad en las relaciones y en la elección del matrimonio, el hecho de que los hijos sean recibidos más conscientemente, etc. La solidaridad con los desfavorecidos, la preocupación por los desempleados, el crecimiento del voluntariado social, el respeto a los que tienen otra cultura o el cuidado de una conciencia ecológica son también importantes adquisiciones de nuestra sociedad».
No obstante, el país ofrece luces y sombras, sintetizadas también por los obispos en el n. 11 del documento: «Nos interesa sobre todo destacar la ambigüedad en lo que corresponde al ámbito de la familia y la vida. Se produce ahí la asombrosa situación de que, a pesar de que las encuestas demuestran que es una institución altamente valorada de modo privado por las personas, existe un rechazo manifiesto en su aceptación pública. De tal manera que se llegan a considerar normales en una ‘situación democrática’ distintas realidades que perturban seriamente la institución familiar y el respeto a la vida humana. Entre otras, podemos citar la extensión del divorcio con las graves consecuencias personales que genera; las parejas de hecho, con la inestabilidad que producen en la vida de las personas y de la sociedad; y, cada vez más, la petición de un pretendido ‘matrimonio’ entre homosexuales con una grave confusión en la comprensión de la sexualidad. Entre los temas que se refieren a la transmisión de la vida se encuentran la trágica aceptación social del aborto, la eutanasia, la esterilización, la FIVET, la clonación ‘terapéutica’, etc. Muchas de estas cuestiones ya han sido legalizadas, como el divorcio, la despenalización del aborto en algunos supuestos y las ‘Técnicas de reproducción asistida’ e, incluso, han sido aceptadas por sentencias del Tribunal Constitucional».
Pero, a juicio de la Conferencia Episcopal, lo importante es estar atentos a la mirada amorosa de Cristo, que se compadece de los hombres con un amor que salva (cf. 44) . Desde ahí, en el capítulo II, El Evangelio del matrimonio y la familia, la instrucción construye una síntesis de antropología cristiana, que arranca con la revelación de Cristo sobre el amor y la familia (n. 45) y la primera transmisión del Evangelio a través de las familias (n. 46).
Luego, en el capítulo III, El Evangelio de la vida humana, los obispos subrayan el valor de la persona, frente a las amenazas de la cultura de la muerte, insisten en la grandeza de la maternidad, y presentan a los hijos como fruto de un amor conyugal limpio, hecho de cuerpo y espíritu, inseparables (frente a técnicas como las de reproducción asistida, que cosifica y rompe la unidad, y hace del hijo un objeto, reivindicable como derecho). Y finalmente, el capítulo IV recuerda la doctrina social de la Iglesia acerca de la familia, deteniéndose en algunos ámbitos esenciales, como los relacionados con vivienda, educación, medios de comunicación, régimen fiscal, estructura laboral, sistema sanitario y servicios sociales y, en fin, integración de inmigrantes.