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Suecia: los hijos pagan la ruptura de sus padres

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Numerosos estudios -a los que se añade ahora uno sueco- han demostrado los efectos negativos del divorcio sobre la estabilidad psicológica de los hijos, sobre sus resultados escolares y la frecuencia de embarazos en la adolescencia. Además, los hijos de padres divorciados se divorcian en mayor proporción que los de matrimonios estables (ver servicios 46/93, 54/95).

En Suecia las consecuencias del divorcio no son distintas. Según Jan M. Hoem, profesor de Demografía de la Universidad de Estocolmo, cada año se separan alrededor de 30.000 familias suecas con hijos, lo que afecta a unos 40.000-50.000 niños.

El estudio del profesor Hoem, publicado en el Välfärdsbulletinen (Boletín de Bienestar) destaca los peores resultados escolares de los niños que viven sólo con el padre o con la madre, en lugar de vivir con los dos. Eso corrobora otras investigaciones según las cuales el divorcio influye directamente en el fracaso escolar, pues no ocurre lo mismo en familias en que ha fallecido alguno de los cónyuges (ver servicio 151/96).

Por otra parte, según esta investigación sueca, las parejas con más riesgo de separarse son las de jóvenes que cohabitan sin estar casados. En estos casos, el nacimiento de un hijo disminuye el riesgo de separación, aunque sólo durante los primeros 18 meses. La disposición a separarse aumenta si la convivencia empezó cuando la mujer era aún adolescente, y si tuvieron su primer niño durante los primeros meses sin tener luego más hijos. Esta combinación de circunstancias es muy frecuente y, según las estadísticas, casi la mitad de esas parejas se separan antes de que el niño cumpla cuatro años. Además, si la mujer ha roto su relación una vez, el riesgo de separación en su segunda relación es un 67% mayor que en las que viven en pareja por primera vez.

Los datos de separaciones de parejas no casadas contrastan con los divorcios de la gente casada. En general, los matrimonios tienen menos riesgo de divorciarse. Y más si son matrimonios con valores tradicionales, que no han tenido hijos fuera del matrimonio y se casan cuando deciden vivir juntos.

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