Enfermedades de pobres y de ricos

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A la industria farmacéutica le interesan más las enfermedades de los ricos que las de los pobres. Patrick Bishop, director de Médicos sin Fronteras de Gran Bretaña, sostiene en The Daily Telegraph (Londres, 24-III-99) que, para reducir las muertes en el Tercer Mundo, los gobiernos de los países desarrollados deberían incentivar la investigación en tratamientos contra las enfermedades tropicales.

¿Qué problema es más grave en el mundo: la impotencia o la neumonía? En 1997 murieron de neumonía cerca de 4 millones de personas, la mayoría niños. En cambio, todavía está por verse que alguien haya muerto a causa de la impotencia. Sin embargo, se emplea mucho más dinero y energías en estimular la vida sexual de hombres envejecidos que en salvar la vida a los niños del Tercer Mundo.

La industria farmacéutica ha tenido siempre que hacer equilibrios sobre el resbaladizo límite entre sus intereses comerciales y sus responsabilidades éticas. Pero, últimamente, parece que la balanza se ha inclinado hacia el comercio. (…) Los laboratorios farmacéuticos han perdido interés por descubrir o mejorar tratamientos contra enfermedades del mundo en desarrollo, porque eso no da dinero.

La magnitud del problema ha sido revelada por el equipo de Bernard Pécoul, de Médicos sin Fronteras, en un artículo publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA).

El informe explica que, «para gran parte de la población mundial, las condiciones sanitarias están empeorando y, mientras el mercado farmacéutico no cambie, las perspectivas de mejora no son halagüeñas». (…)

Medicamentos y vacunas son la base para reducir las muertes y enfermedades en el Tercer Mundo. Son las armas para luchar contra la neumonía, la tuberculosis, la diarrea, el SIDA y la malaria.

No hay escasez de clientes potenciales. Las diez principales enfermedades más contagiosas fueron la causa de 16 de los 52 millones de muertes registradas en 1996. Pero son enfermedades de pobres, con poco dinero para gastar en medicamentos. La industria farmacéutica no tiene mucho interés en los mercados del Tercer Mundo, cuando consigue mucho más dinero con los achaques de los ricos. (…)

Entre 1910 y 1970, la industria farmacéutica hizo una notable contribución a la lucha contra enfermedades tropicales endémicas, como la enfermedad del sueño o la malaria. Según el informe de JAMA, ahora han adoptado una estrategia totalmente distinta.

De los 1.223 nuevos principios activos descubiertos entre 1975 y 1997, 379 están considerados como tratamientos decisivos, pero sólo 13 sirven específicamente contra enfermedades tropicales. Además, algunos de esos descubrimientos son resultados derivados de investigaciones sobre enfermedades animales, no humanas (la salud de los animales tiene también un poderoso interés comercial).

¿Por qué el cambio? Una razón es el enorme coste en investigación y desarrollo de un producto, en contraste con el bajo poder adquisitivo de los potenciales consumidores. Un programa típico de I+D cuesta unos 100 millones de libras y exige de ocho a doce años de trabajo. Otra razón es que las empresas están concentrando sus esfuerzos en los sectores del mercado más rentables, como las cardiopatías o el cáncer (…).

Nadie pretende que las empresas farmacéuticas abandonen sus intereses comerciales. La solución de Pécoul es práctica: una estrategia internacional común que conceda ventajas fiscales e incentivos económicos a las empresas que investiguen las enfermedades de los países pobres y fabriquen medicamentos asequibles.

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