En China la mano de obra ya no es tan barata

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Uno de los principales factores que han permitido a China crecer de forma espectacular durante los últimos años ha sido la mano de obra barata disponible. Con unos sueldos mínimos y una gran cantidad de trabajadores entre los que elegir, las empresas chinas han podido colocar sus productos a precios muy bajos en los mercados extranjeros. Pero esta ventaja competitiva que le ha permitido desbancar a México como segundo socio comercial de Estados Unidos parece estar acabando.

Los primeros avisos aparecieron en 2004, cuando el gobierno detectó escasez de mano de obra en dos provincias que concentran buena parte de la industria de exportación: Guangdong y Fujian. En aquella ocasión los economistas no dieron especial importancia al fenómeno, que parecía aislado y coyuntural. Pero el hecho se ha vuelto a repetir en 2005 y en 2006 en otras zonas, incluidas las dos regiones que más exportan: el delta del río Perla (dentro de Guangdong) y el delta del río Yangzi (junto a la capital económica de China, Shanghai). Según los datos ofrecidos por el gobierno chino, a finales del año pasado faltaron 500.000 trabajadores en la provincia de Guangdong, 300.000 en Fujian y entre 200.000 y 300.000 en Zhejiang.

Esta escasez ha encarecido la mano de obra. Según el gobierno chino, en los últimos tres años ha subido un 25% el salario mínimo en ciudades grandes como Shenzhen, Beijing o Shanghai. En Changsha, ciudad del interior, los salarios han crecido a un ritmo del 15% anual, según Jeff Mo, subdirector de la empresa Hunan Huasheng («International Herald Tribune», 20-04-2006).

La actual falta de trabajadores en un país de 1.300 millones de habitantes refleja la espectacular expansión de la economía china en los últimos años. Con un crecimiento medio anual del 9,6% en el último cuarto de siglo, la economía está «caliente», las empresas crecen hasta igualarse el nivel de empleo con la población joven activa, la agricultura está empezando a ser lucrativa y también crece el interior del país. A fin de cuentas, muchos trabajadores ya no aceptan los bajos salarios y las duras condiciones de antes, a la vez que los del interior ya no tienen tanta necesidad de emigrar a las zonas industriales de la costa.

Esta subida de salarios hace tambalearse el modelo de desarrollo seguido hasta ahora por China, basado en las exportaciones masivas de productos de escaso valor añadido fabricados a bajo costo. A esto se une otra consecuencia del crecimiento chino: la apreciación de la moneda, y eso que todavía el gobierno la mantiene artificialmente baja, pese a las quejas de EE.UU. (el presidente George Bush volvió a insistir el 20 de abril ante su homólogo Hu Jintao, de visita oficial en Washington). La pequeña revaluación del yuan (un 2,1% en julio pasado y un 1,2% adicional desde entonces) ya ha afectado a las industrias exportadoras que operan con menores márgenes, como la textil o la del calzado. Así, las empresas chinas ven la necesidad de reconvertirse a la producción de bienes de mayor valor añadido, que dejen beneficios suficientes para soportar costos más altos.

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