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El Tribunal Supremo de Canadá da luz verde al matrimonio entre homosexuales

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El Tribunal Supremo de Canadá ha declarado que reconocer el matrimonio entre homosexuales no es inconstitucional, pero recuerda que sólo el parlamento -y no los tribunales- tiene competencia para modificar la definición legal del matrimonio.

La decisión del Tribunal Supremo ha tenido lugar después de una sentencia del Tribunal de Apelación de Ontario, en junio de 2003, que declaró inconstitucional la ley federal que definía el matrimonio como «la unión de un hombre y una mujer». Esta sentencia -junto con otras similares dictadas por algunos tribunales- supuso la legalización del matrimonio entre homosexuales en seis provincias y un territorio de Canadá.

El gobierno del Partido Liberal optó por no recurrir la sentencia del Tribunal de Apelación de Ontario y, en cambio, empezó a trabajar en un proyecto de ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Antes de presentarlo, el entonces primer ministro, Jean Chrétien, hizo una consulta a la Corte Suprema con tres preguntas: 1) ¿Tiene el parlamento la competencia exclusiva para modificar la definición legal del matrimonio? 2) ¿Es compatible reconocer el derecho a contraer matrimonio a los homosexuales con la Carta de Derechos y Libertades de Canadá? 3) ¿Pueden los ministros religiosos, al amparo de la Carta, negarse a casar a las parejas del mismo sexo? El Tribunal Supremo respondió afirmativamente a las tres cuestiones.

A esas preguntas añadió el actual primer ministro, Paul Martin, una cuarta: ¿Es constitucional la definición del matrimonio como «la unión entre un hombre y una mujer»? En este caso, el Tribunal Supremo decidió no contestar.

Debate en el parlamento

En cualquier caso, es evidente que el visto bueno del Supremo a las cuestiones planteadas por el gobierno representa un paso significativo hacia el reconocimiento legal del matrimonio «gay» en Canadá. El proyecto, sin embargo, aún tiene que aprobarse en un parlamento que está claramente dividido en esta cuestión, tanto dentro del partido del gobierno como entre los de la oposición.

Ralph Klein, primer ministro de la provincia de Alberta, se ha mostrado descontento con la decisión del Tribunal Supremo. En los últimos días ha propuesto a los defensores del matrimonio heterosexual escribir cartas que muestren su disconformidad con el proyecto del gobierno. Además -recordando quizá la experiencia de los referendos norteamericanos- les ha animado a pedir un plebiscito nacional sobre esta cuestión.

Los defensores del matrimonio entre homosexuales aseguran que la regulación actual del matrimonio discrimina a un colectivo que, según ellos, representa al 10% de la población. Sin embargo, encuestas recientes han puesto en duda tal dato. En un estudio de alcance nacional sobre salud pública realizado por Statistics Canada, solo el 1,3% de los hombres y el 0,7% de las mujeres se declaraban homosexuales (ver servicio 87/04). Otro reciente estudio de Environics Research Group muestra que las parejas de homosexuales que mantienen una relación estable son solo el 0,16% del total de parejas en Hamilton; en Toronto, el 0,44%; y en Montreal -la ciudad con mayor densidad de «gays» de Canadá-, un poco más del 0,5%. El estudio nacional se ha realizado con una muestra de más de 2.000 personas de 12 ciudades.

El inconveniente de pedir demasiado

Tras el rechazo al matrimonio homosexual en todos los referendos celebrados con ocasión de las elecciones presidenciales (ver servicio 142/04), los dirigentes de los grupos «gay» en Estados Unidos comienzan a preguntarse por qué sus campañas no convencen. El movimiento de «gays» y lesbianas más poderoso de Estados Unidos, Human Rights Campaign, intuye que los malos resultados se deben a la excesiva ambición de sus propuestas. Uno de sus dirigentes ha declarado que el movimiento debe aceptar la realidad política, y moderar sus mensajes y sus objetivos. Ahora, decía, es el momento de cambiar de estrategia y de poner menos énfasis en la cuestión del reconocimiento del matrimonio entre homosexuales. «Necesitamos meternos otra vez en América con la historia de nuestras vidas», ha afirmado Michael Berman, primer co-presidente de Human Rights Campaign.

Sin embargo, según informa «International Herald Tribune» (10-12-2004), los activistas de otros grupos no comparten este cambio de estrategia. Para Jonathan Katz, coordinador ejecutivo de Larry Kramer Initiative for Lesbian and Gay Studies, el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo es la llave para conseguir el reconocimiento social para la homosexualidad y debe seguir siendo un objetivo principal.

Pocas «bodas gay»

Desde que el Tribunal Supremo de Massachusetts aprobó en este estado el matrimonio entre homosexuales (17-05-2004), el número de bodas celebradas entre personas del mismo sexo ha descendido a marchas forzadas. Según los últimos datos recopilados por «The Boston Globe», sólo en la primera semana posterior a la sentencia se casaron unas 2.500 parejas de «gays» y lesbianas. Sin embargo, durante los seis meses siguientes se casaron 1.700 parejas.

Esta tendencia es muy acusada en algunas ciudades como Boston o Cambridge. En Boston, durante la semana que siguió al 17 de mayo, 146 parejas pidieron la licencia de matrimonio; en los seis meses siguientes, tan sólo 345 (es decir, 14 a la semana) la solicitaron. En Cambridge, en esa primera semana pidieron casarse 310 parejas; y, en los meses siguientes, 267 (unas 11 parejas por semana) lo han pedido.

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